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"Europa está ahora acá": la gran transformación de Punta del Este

Sebastián Fest

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De meca veraniega y marmota hibernante en el invierno, pasó hoy a ser uno de los rincones del mundo más codiciados para alejarse de las crisis y la tensión que se viven en tantos países tanto del hemisferio norte como de América Latina.

14 Abril de 2024 15.30

Durante años y años, Analía Suárez se despertaba antes de que saliera el sol y lo primero que escuchaba era la voz de Bernardo Neustadt en el teléfono.

Mano derecha del influyente periodista, la crisis del 2001 la decidió a cambiar de vida por completo. Se mudó con su esposo a Punta del este, empezó de cero plantando frambuesas, ve amaneceres sobre el mar simplemente por placer y es hoy dueña de "Imarangatú", uno de los restaurantes de moda de la ciudad, y presidente de la asociación local de hoteleros.

Pocas personas pueden explicar mejor que Suárez la transformación de Punta del Este, que de meca veraniega y marmota hibernante en el invierno pasó hoy a ser uno de los rincones del mundo más codiciados para alejarse de las crisis y la tensión que se viven en tantos países del hemisferio norte, y obviamente también en la Argentina. Un lugar en el que alejarse, también, de las guerras. 

"Si uno se instala acá tiene que conectar. Conectar con la naturaleza, con el lugar. Porque la noche es tranquila, esto es para otra cosa. Punta del Este es el mejor lugar del mundo", dice Suárez a Forbes Argentina durante una conversación en su restaurante, que de centro de reunión de jubilados que jugaban al burako pasó a ser "el" lugar que no se debe dejar de visitar.

"Este restaurante llegó a hacer 1.800 cubiertos en un día en el verano. Está en un lugar estratégico, increíble. Y tenemos claro qué queremos, con un chef, Matías Sanjurjo, que cocina exquisito y lidera un equipo de 60 personas".

A años luz de aquellas estresantes conversaciones de madrugada con Neustad, Suárez se enamoró del balneario uruguayo. "Mi objetivo era integrar la playa a la ciudad, porque en el invierno la playa no se disfrutaba".

Enrique Antía, intendente del departamento de Maldonado, que incluye a Punta del Este, disfruta ya desde hace un tiempo de lo que estaba convencido que sucedería: la transformación de Punta en algo diferente a lo que solía ser.

"La gente elige vivir en Punta del Este por la calidad de vida, en primer lugar, pero también por la calidad ambiental, por el disfrute de la naturaleza, por la seguridad y por las condiciones de esparcimiento", dice a Forbes Argentina.

"Ya hay más de tres millones de metros cuadrados construidos en estos últimos cuatro años, y queda otro millón y medio por delante. Se cosecharon al menos 9.000 millones de dólares de inversión extranjera", añade.

Ese flujo de dinero y esos millones de metros cuadrados despiertan ciertos reparos en Suárez, opuesta al sueño de unos cuantos en la ciudad: que Punta se transforme en la Miami de Sudamérica.

Analía Suárez
Analía Suárez

"La miamizacion no va a suceder, pero veo esa ambición. Hay riesgos, porque se necesita inversión y los desarrolladores son lo que más abunda. Están desapareciendo casas en La Mansa y La Brava para construir edificios", advierte.

"Hay 6.500 propiedades en alquiler. Están matando a los hoteles chicos, porque los edificios con amenities tienen servicio de mucama", explica Suárez, dueña de un hotel, el AWA, en el que un huésped francés le dejó una vez una frase que no olvida: "Europa está acá ahora".

La cordialidad del servicio uruguayo -"¡en Italia, Francia y Grecia te tratan mal!"- es otro punto a favor, asegura la dueña de "Imarangatú".

Los europeos y norteamericanos que se están asentando en la costa del este uruguayo son testigos. Hay pequeñas señales de la transformación de ese rincón del mundo. Un ejemplo: los semáforos ya no están desconectados y siguen trabajando en invierno, fuera de la temporada de verano. ¿Otro? Los edificios ya no muestran sus ventanas completamente a oscuras cuando el calor se va. ¿Otro más? Se recoge mucha más basura que antes.

Por décadas, Punta fue un balneario veraniego para los argentinos y brasileños con dinero, junto a un puñado de europeos semi aristocráticos. Y no mucho más. En invierno no había nada para hacer, repetían todos.

Hoy es diferente. A solo 120 kilómetros de la capital, Montevideo, Punta es hoy el pulmón que le inyecta dinamismo al envejecido Uruguay. Allí, entre bosques, dunas, ríos, lagunas y el mar, se están viendo cosas que llaman la atención.

Es jueves por la noche, y el aeropuerto de Punta del Este está en calma. Ya pasó el verano y solo aterrizan unos pocos vuelos. Uno de los buses que normalmente transporta pasajeros desde la terminal hasta un avión cruza la pista y frena ante un hangar. Allí hay unas 200 personas reunidas para escuchar a cuatro expositores en un debate anclado a partir de una pregunta: "¿Es Punta del este una ciudad cosmopolita?".

"Sí", dice Fracesca Magno, abogada experta en residencia e inmigración en la consultora Andersen. "Cada vez somos más acá. Nuestra oficina en Punta del Este nace por la gran cantidad de clientes extranjeros que se están instalando. En Uruguay hay seguridad jurídica, algo que a nosotros, los abogados, nos da mucho orgullo. Somos un país con algo muy envidiable en la región, un refugio seguro. De los que vienen, no son muchos los que vuelven a sus países".

Daniel Fernández Abarno tiene 32 años. Es uruguayo-estadounidense, nació en Nueva York y vivió buena parte de su vida en Nueva York. Desde 2022 está instalado en Punta del Este, y su visión es la de alguien que ve las cosas desde adentro y desde afuera a la vez.

"Estamos en un punto medio. La gente no vive todo el año acá porque su profesión o centro económico no está aquí, pero al mismo tiempo esta ciudad ya no está vacía como antes", dice a Forbes Argentina Fernández Abarno, CEO del primer Search Fund uruguayo, ROU Partners, que tiene como sede Punta del Este.

"Lo que falta para que sea una ciudad es un centro de actividad genuina para gente que sea de acá. Los jóvenes que trabajan vienen de viernes a lunes y luego están en Montevideo. Falta que haya sedes de empresas acá", añade.

Marcia Alves es una brasileña que ocupa hoy una alta posición en una de las nuevas joyas de Punta del Este: el International College, un colegio internacional que, al recorrerlo, da ganas de volver a ser niño. Allí hay de todo para una educación de primer nivel. De todo, incluso un Boeing 737 de la ex aerolínea uruguaya Pluna que se utiliza para recepciones, clases y debates científicos. Idea de Rolando Rozenblum, uruguayo y uno de los dueños del colegio.

Rolando Rozenblum
Rolando Rozenblum

Alves, una de sus manos derechas, es un termómetro humano para medir la internacionalización de Punta del Este, y por lo tanto de Uruguay, un país a contramano de las izquierdas que gobiernan en países como Brasil, México, Colombia o Chile. Alves es la jefa de admisiones en el International College, una de las primeras personas con las que hablan los extranjeros que llegan al pequeño Uruguay, país de apenas 3,2 millones de habitantes. 

"Desde que llegué hace diez años hay un cambio muy grande. El colegio surgió por las familias que se instalan aquí. Hoy tenemos estudiantes de 23 países. Muchos argentinos, pero cada vez más europeos. Tenemos familias rusas, alemanas, israelíes, holandesas, españolas, polacas que se sienten muy cómodas, saben que alguien les hablará en inglés. Me llegan familias rusas y bielorrusas que no hablan una palabra de castellano. Buscan estabilidad económica y social. Mucha gente no quiere vivir en Estados Unidos, muchos alemanes quieren salir de Europa. Buscan una vida más sencilla con tranquilidad y calidad". 

Magno, que también trata con los recién llegados, le da una perspectiva histórica al asunto: "Mis abuelos italianos huían de una guerra, y hoy hay mucha gente con la necesidad de alejarse de la guerra de Ucrania, de tener una vida tranquila. Otros buscan que no les metan impuestos sorpresivos. Uruguay es un país donde la libertad responsable es la base".

Y no solo eso, dice Magno a Forbes Argentina: "Muchos esgrimen la 'prueba nuclear'. Me dicen que vienen a Uruguay porque es el país más seguro para alejarse de la tercera e incluso la cuarta ola de una explosión atómica. Uruguay está lejos, cómo Argentina, aunque ahí la economía no ayuda. Y Australia y Nueva Zelanda también están lejos, pero pesa el temor a la cercanía geográfica con China".

En lo último que se piensa al pisar Chihuahua es en una explosión atómica.

Playa naturista, tranquila como pocas y adoptada por la comunidad LGTBIQ+, desde Chihuahua se puede incluso ir caminando al aeropuerto internacional de Punta del este, pero al mismo tiempo se tiene la sensación estar aislado de cualquier perturbación o problema, muy lejos de todo eso que no funciona en el mundo.

"Creo que cada vez más gente va a venir a esta playa y lo va a decir sin ningún miedo a que lo juzguen o piensen cosas que no son", dice a

Forbes Argentina Agustín Etchegoimberry, dueño del parador Chicho, el único en Chihuahua y gran escenario para ver atardeceres y apurar un trago. "Chihuahua fue por muchos años estigmatizada por el naturismo y el nudismo, hoy día la playa y el barrio se están desarrollando y recibiendo nuevos visitantes. Muchos no saben que aquí el naturismo es opcional y todos los que vienen tienen la libertad de practicarlo o no". 

Etchegoimberry, casado con un sudafricano, vive la mitad del año en Uruguay y la otra mitad en Londres. Chihuahua lo tiene enamorado. "Personalmente creo que esta es una de las playas más lindas de Punta, no solo por su geografía, donde coincide el arroyo con el mar, y sus puestas de sol, sino también por el tipo de gente que la visita. Hay un ambiente relajado y amigable entre todos los visitantes. Chihuahua tiene un potencial muy grande que no está siendo bien promocionado, no son muchas las playas naturistas con tal fácil acceso y cerca de la ciudad".

Etchegoimberry es testigo también del cambio profundo que está viviendo Punta del Este. "Sin lugar a dudas, ha crecido mucho en los últimos años. Fue un crecimiento impulsado por la pandemia. Argentinos, brasileños, chilenos y también gente de Montevideo decidió mudarse aquí para disfrutar más de la naturaleza y del aire de mar. Eso llevó a la creación de nuevos colegios e infraestructura para satisfacer esta nueva demanda de servicios. De todas maneras ahora noto como que se está estabilizando ese crecimiento de nuevos residentes y he escuchado casos de gente que se está volviendo a las ciudades grandes por la falta de más actividad en invierno. Si bien es lindo disfrutar la tranquilidad, después de un tiempo esa tranquilidad se puede transformar en aburrimiento".

No se aburre, en absoluto, Julie Ngo-Kröhnert, una alemana-vietnamita-francesa de 46 años que llegó en 2022 a la ciudad con su esposo y sus hijos. Es asesora de una empresa alemana de software para inmobiliarias, y trabaja sin problemas desde Uruguay.

"Nos cansamos de Europa, del control de todo, de la guerra, de la amenaza nuclear", dice en una mañana en la terraza de un apacible café. ¿Es perfecta Punta del Este? "No", dice. "Tienen que mejorar el servicio. En la hostelería ves mucha gente trabajando, pero no te atienden".

"Hoy se puede vivir en un lugar y generar renta en otro", destaca Javier Carballal, un gallego uruguayo que se levanta a las cinco de la mañana para atender su carnicería y es alcalde de Punta del Este, un cargo de limitadas atribuciones, ya que la mayoría de las competencias está en manos de Antía.

Carballal piensa lo mismo que Suárez, la dueña de "Imarangatú": "No queremos ser Miami, Torremolinos o Marbella".

Julie Ngo-Kröhnert
Julie Ngo-Kröhnert

Pero las torres crecen y crecen, hay un gran movimiento de desarrollo urbano en una ciudad que ya superó los 200.000 habitantes.

No preocupa demasiado eso en Pavillion Vik, un hotel sobre el mar creado por el multimillonario Alexander Vik, hijo de un noruego y una uruguaya. La marca "Vik" se replica en otros dos hoteles en la zona que son sinónimo de exclusividad, buen gusto y un obsesivo interés por el detalle y la sustentabilidad. 

"Jose Ignacio es una burbuja para iniciar una nueva vida", resume a Forbes Argentina Mario Leite de Oliveira, gerente general de Bahía Vik.

¿Un buen negocio aún por concretar en Punta del Este? "Crear un buen centro de salud, ahí hay un déficit", coinciden muchos de los que conocen a fondo el día a día. "Si sos buen médico, acá tenés trabajo asegurado".

Es imposible llegar a Punta del Este y no advertir el "Enjoy", un hotel-casino sobre la playa que en la temporada alta llega a tener 1.700 personas trabajando. Muchos de ellos, una vez que pasa el verano, trabajan en la temporada española en la Costa Brava.

Punta del Este es hoy una oportunidad para dos tipos de personas: aquellos que ya tienen la vida resuelta y quieren disfrutar de su dinero en un entorno tranquilo y sofisticado, y profesionales jóvenes con deseos de cambiar su vida. No sólo médicos, también arquitectos, que tienen enormes posibilidades en un entorno en el que abundan los millonarios. 

Paralizada por años, la Torre Trump ya es una realidad gracias al impulso de un fideicomiso de un grupo de propietarios liderado por un argentino, Jorge Garber.

La torre, con helipuerto y la piscina más grande del país, impresiona. La mayoría de los pisos, con una imbatible vista al mar, ya tienen dueño.

Uno de ellos podría ser Lionel Messi o Sergio "Kun" Agüero. Gente ligada a la familia Messi ha sido vista en Punta del Este buscando oportunidades de inversión, y el ex jugador de Independiente y la selección pasa muchas semanas al año en Uruguay. Figura estelar de los torneos de poker en el casino del "Enjoy", visita la ciudad incluso en invierno y es definido como "un personaje hermoso, de gran carisma", por Javier Azcurra, director de Relaciones Institucionales del hotel, cree que el "efecto Milei" está beneficiando a medio y largo plazo las perspectivas de Punta del Este.

"Lo que estamos viendo en cierta señal positiva", explica a Forbes Argentina. "En el verano notamos cierta esperanza en el público argentino de que este cambio político traiga nuevas formas y estabilidad económica. Eso se vio reflejado de forma positiva, tuvimos una demanda por encima de lo que esperábamos, aunque las expectativas eran moderadas". 

Punta del Este nunca fue caro para los europeos o los estadounidenses, pero sí lo era para los argentinos. Ya no, dice Azcurra.

"La diferencia de precios y cambiaria no es la de los últimos años, en Semana Santa tuvimos muchos más argentinos de los que esperábamos. Y Punta del Este ya no es caro si se lo compara con algunos destinos dentro de la propia Argentina".

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