El lema de marketing de Cerdeña es simple: la isla italiana se presenta como el Caribe del Mediterráneo. Y la comparación no es exagerada. Cerdeña está rodeada de calas bañadas por aguas turquesas, playas de arena blanca y condiciones ideales para nadar, con temperaturas que alcanzan los 27 grados en verano.
La isla cuenta con enclaves lujosos llenos de yates, como Porto Cervo y la Costa Esmeralda, además de áreas más tranquilas. Sin embargo, como sucede en muchos destinos turísticos deseados, también atrae una gran cantidad de visitantes durante la temporada alta. Aun así, conserva su esencia europea. Esto es particularmente evidente en algunos de sus mejores hoteles de propiedad local, donde las comodidades compiten con las de cualquier destino internacional, pero con un toque marcadamente italiano y, sobre todo, sardónico.
Un ejemplo destacado es el Valle dell'Erica, el buque insignia de Delphina Hotels & Resorts, una empresa formada por dos familias sardas que construyen, poseen, venden y administran hoteles. Su portafolio incluye ocho resorts, desde el romántico Capo d'Orso hasta el práctico Residence Il Mirto, que ofrece apartamentos frente al mar, principalmente en las tranquilas costas del norte de la isla. Valle dell'Erica está en el extremo norte, en la región de Gallura. En un día despejado, podés ver los acantilados de Bonifacio, en Córcega.
Tamara Amadu, gerente de PR y marketing de Delphina, resalta que la propiedad familiar y el compromiso con la cultura y el patrimonio son claves. "Nuestro jefe tiene 74 años, no usa computadora y hace negocios con un apretón de manos", comentó. Este enfoque tradicional les permite flexibilidad para realizar mejoras y renovaciones anuales durante el cierre invernal.
El resort Valle dell'Erica alberga dos hoteles. El Hotel Erica toma su nombre de la Erica terminalis, una flor local, mientras que La Licciola está inspirado en un tipo de roble autóctono. Estos nombres basados en la naturaleza reflejan la filosofía de los desarrolladores, quienes siempre priorizaron proteger las plantas, flores y fauna de la isla. Desde el inicio, decidieron construir alrededor de los árboles en lugar de retirarlos, y hoy implementan iniciativas de sostenibilidad, como el uso de fuentes de energía renovable.
Ambos hoteles comparten espacios comunes, como casi un kilómetro de costa, un spa de talasoterapia y la Piazzetta degli Ulivi, un espacio diseñado para evocar un típico pueblo sardo, con bares, tiendas y un rincón donde a veces tocan músicos en vivo. La transición entre ambos es fluida, y los huéspedes con régimen de media pensión pueden disfrutar de los restaurantes y piscinas de agua salada de ambos hoteles. Sin embargo, cada hotel mantiene una personalidad única.
El Hotel Erica fue el primero en construirse en 1957 y está más cerca del mar. Sus 148 habitaciones se distribuyen en bloques bajos con acceso directo desde el exterior, siendo el primer resort disperso del norte de Cerdeña. Aunque algunas habitaciones son pequeñas, tienen un estilo alegre, con colores inspirados en el mar y pisos de baldosas blancas, y todas cuentan con una terraza con vista al mar. Delphina se enorgullece de que los textiles, mármoles y artículos decorativos son, en su mayoría, de producción sarda. Las alfombras de colores fueron tejidas a mano en una aldea cercana.
La Licciola es más reciente, construida en 2013. Sus 125 habitaciones tienen un estilo contemporáneo con detalles en piedra, cerámica, madera y accesorios artesanales sardos. Cada detalle fue cuidadosamente pensado: las telas de Aggius en los cojines, mármol de Orosei en los baños, canastas de junco de Castelsardo y terracota etrusca en los azulejos decorativos.
"Nuestros hoteles siempre siguen la naturaleza", dijo Amadu, enfatizando que el objetivo de Delphina es preservar la naturaleza en lugar de destruirla para construir bloques hoteleros. Los jardines reflejan un estilo natural, llenos de flores y hierbas mediterráneas autóctonas. No hay plantas importadas ni nada excesivamente cuidado.
Esta filosofía de respeto a la naturaleza también se extiende a los seis restaurantes del resort, que siguen una política de "kilómetro cero", con un 80% de productos locales, muchos cultivados en el huerto de 5 hectáreas de Delphina. Varias opciones incluyen estaciones de cocina en vivo, hornos de leña para pizza y otras opciones de alimentos frescos. Pero los espacios especiales destacan por su singularidad.
El restaurante Li Zini, ubicado junto a la playa, se especializa en pescado y langosta frescos, y por la noche, las mesas se montan sobre la arena o en las rocas, con las olas como telón de fondo. En tanto, el romántico La Prua, iluminado por velas, ofrece un menú de degustación de cocina mediterránea revisitada. Otra opción menos formal, pero encantadora, es Li Ciusoni, cuyo nombre se refiere a una pasta única de Cerdeña, parecida a los ñoquis.
Curiosamente, Li Ciusoni no ofrece pescado. Según Amadu, la ubicación estratégica de Cerdeña la hacía atractiva para los conquistadores, por lo que los habitantes vivían en el centro de la isla, lejos del mar, y su dieta se basaba en el cerdo. Hoy, los comensales de este restaurante disfrutan de carnes curadas, quesos locales y vegetales marinados alrededor de un fogón al aire libre en el patio. Luego, en el comedor, se sirve un menú de pastas con carne y cerdo a la parrilla.
La pasta se prepara a la vista por una prima de la familia propietaria. Amadu destaca que en el Valle dell'Erica los huéspedes viven una experiencia auténtica, "como estar con una familia sarda en una ocasión especial como Navidad o Pascua". En esos momentos, cualquier comparación con el Caribe u otros destinos pierde relevancia.
*Con información de Forbes US.