La semana pasada sorprendimos a muchos entusiastas del whisky al revelar que la New York World Spirits Competition había elegido un lanzamiento artesanal relativamente poco conocido como su "Best In Show Bourbon". Ahora volvemos con más información exclusiva del prestigioso concurso anual, esta vez relacionada con el whisky escocés. Acá el ganador es mucho menos sorprendente: un lanzamiento de primera calidad de un productor venerado, con una declaración de edad significativa.
Como se puede ver claramente en la foto de arriba, se trata de Ardbeg 25. Veamos más de cerca a este histórico single malt de Islay para ver qué lo hace tan sensacional.
No hace falta examinar demasiado de cerca el hardware de Ardbeg para darse cuenta de que 1815 es un año importante en la historia de la marca. De hecho, el año de fundación de la destilería está grabado en relieve de forma prominente, justo debajo del cuello de cada botella.
Sin embargo, desde entonces no fue un camino de rosas. La producción se interrumpió varias veces a lo largo de los siglos. El cierre más reciente se produjo en 1996, momento en el que la empresa quedó prácticamente abandonada.
Si no hubiera sido por la previsión de la buena gente de Glenmorangie -bajo la dirección del legendario fabricante de malta Dr. Bill Lumsden- el mundo nunca habría redescubierto esta gran marca de líquido. Adquirieron Ardbeg en 1997 por la módica cantidad de 7 millones de libras y reactivaron la producción un año después.
El camino de Ardbeg
Ardbeg posicionó su identidad en el siglo XXI sobre el éxito de una oferta básica de 10 años. La naturaleza atrevida de su destilado subyacente -sin pedir disculpas por su dulzura y ahumado- significaba que no tenía que pasar demasiado tiempo en barrica para imponer respeto.
A saber, una botella de Arbeg 10 no tiene ningún problema en venderse a más de 60 dólares al por menor, a pesar de que muchos aficionados al whisky podrían esperar un poco más de edad en la etiqueta a cambio de ese nivel de precios.
El Dr. Bill y compañía, por su parte, estuvieron esperando pacientemente a que el almacenado alcanzara la madurez para poder añadir una marca de maduración más impresionante a esa gama principal. El momento llegó a finales de 2020, con el anuncio de Ardbeg 25. La espera valió la pena; una malta excepcionalmente compleja, con una armonía entre la hoguera y el caramelo.
¿De qué se trata este whisky?
Mientras que en nariz hay tierra ardiente y alquitrán pegajoso, en boca todo son cítricos, azúcar quemado, nata y dulce de azúcar. Incluso se puede percibir un hilo de regaliz antes de que todo esté dicho y hecho. En resumen, es una maravilla en toda regla. Y desde luego se puede argumentar que está infravalorado en las estanterías, donde normalmente se vende a menos de 1.000 dólares la botella.
Otros whiskies de malta de prestigio con declaraciones de añejamiento comparables, como The Dalmore y The Macallan, por ejemplo, cuestan más del doble.
La ganga es aún mayor si se tiene en cuenta que el año pasado un misterioso inversor se gastó unos 19 millones de dólares en un solo barril de malta Ardbeg, destilado en 1975.
Es decir, unos 127.000 dólares por botella de whisky de 47 años (las acciones más antiguas que se conocen de la destilería). No somos quién para decirte cómo gastar tu dinero, pero una botella de Ardbeg 25 de 1.000 dólares es quizá una inversión más sensata. El reconocimiento recibido en el Concurso Mundial de Vinos y Espirituosos de Nueva York 2023 no hace sino subrayar esta afirmación.
La semana que viene develaremos cuál fue el whisky seleccionado como Best In Show en todas las categorías. Hasta entonces.
*Con información de Forbes US