En el seno del barrio de Almagro, hay un tesoro gastronómico oculto a los ojos del público convencional. Dentro de un típica casa chorizo reciclada, se alza A Fuego Fuerte, un restaurante a puertas cerradas que fue recientemente distinguido por la prestigiosa Guía Michelin.
Para entender la esencia de este lugar, es clave adentrarse en la visión del chef propietario, Julio Lunghi. Licenciado en Comercialización, especializado en Estrategia de Imagen, Lunghi trabajó durante años en el mundo del Marketing, hasta que decidió dar rienda suelta a su verdadera vocación: la cocina. Estudió en Francia, se recibió de chef y materializó su sueño en A Fuego Fuerte, donde presenta un menú degustación de 17 pasos, maridados con una selecta gama de vinos, como parte de una experiencia sensorial que dura entre dos horas y media y tres horas.
El restaurante, que abrió sus puertas hace 11 años, nació como un proyecto que se convirtió en un refugio para la expresión culinaria. La elección del nombre no es aleatoria: refleja la conexión íntima entre el fuego ancestral y la evolución de la gastronomía a lo largo de la historia. Cuando el hombre de las cavernas descubrió que el fuego no solo le proporcionaba calor, sino que también mejoraba la calidad de sus alimentos, nació el mundo gastronómico. A Fuego Fuerte se basa en este concepto, que ha sido desarrollado por filósofos con mayor seriedad y profundidad, comparte Lunghi.
Lunghi se basa en la nobleza de los ingredientes y su expresión genuina en cada plato. Para él, el verdadero lujo culinario reside en la honestidad y la excelencia de los sabores, texturas y aromas. No hay nada más 'lujoso' que desarrollar un plato adonde los ingredientes que lo componen se expresen noblemente, sin trucos, atajos o trampas. Creo que ese es un momento de lujo superior, silencioso y muy sofisticado. Cuando la porción llega a la boca y puedes sentir que la textura de la papa te acaricia, que su sabor esta claramente expresado y a la vez resulta un plato visualmente hermoso y aromáticamente seductor, entiendo que allí está la expresión más acabada de lujo culinario, dice.
El restaurante opera con un equipo único de 20 personas, atendiendo a un máximo de 18 comensales en un ambiente íntimo y exclusivo. La evolución del concepto fue notable desde su apertura, expandiéndose en pasos, elaboraciones, servicio y hasta en la estética del espacio. "Sin embargo, lo que sigue siendo constante es nuestro espíritu de creación, desarrollo y evolución. Cada paso que damos sigue saliendo con el mismo amorque el primer día, y esto no es un cliché. Mi cocina es un lugar emocional y escenográfico, donde la pasión y los alimentos se unifican para crear sabores únicos y sorprendentes, con un toque amoroso y emocional", destaca.
Mantener la exclusividad y el atractivo en el mercado fue un desafío continuo. La estrategia se centró en crear experiencias de valor, enriqueciendo la propuesta gastronómica y cuidando cada detalle para sorprender y mimar a los comensales. El reconocimiento de la Guía Michelin colocó a A Fuego Fuerte en la mira internacional.
Lunghi está considerando expandir su restaurante en otro país, al tiempo que analiza la apertura de un nuevo negocio gastronómico más centrado en la cotidianidad.