"Estamos en un momento emocionante. El whiskey ya no es sólo un símbolo de estatus; es un puente hacia experiencias compartidas y auténticas".

Por décadas, el whiskey ha sido visto como una bebida asociada a la masculinidad, al elitismo y a un cierto aire de exclusividad que lo hacía intimidante para quienes no estaban familiarizados con sus complejidades. Sin embargo, esta percepción está cambiando desde hace ya unos años. Las marcas de whiskey, impulsadas por cambios demográficos y culturales, están abrazando un enfoque más inclusivo, buscando llegar a un público diverso.

Jonathan Wingo, Brand Ambassador global de TX, ofrece una visión clara sobre este cambio de paradigma. Durante más de una década, Wingo ha trabajado incansablemente en desmitificar el whiskey y hacerlo accesible para todos. "El 70% de nuestros consumidores eran hombres mayores de 40 años", comentó en diálogo con Forbes Argentina durante una cata de TX Texas Whiskey, de origen estadounidense, que llega al país como el primer bourbon del portafolio de Pernod Ricard a nivel Cono Sur. "El marketing tradicional reforzaba esa imagen, pero las cosas están cambiando".

Con un Certificado General en Destilación, una Certificación WSET en Licores, reconocimientos que sustentan su lugar en la lista 30 Under 30 de Forbes, Wingo es un experto que sabe cómo hacer que el complejo mundo del whiskey sea tan accesible para los amantes del whiskey y todos los que quieran adentrarse en este universo, despojando a esta bebida de su aura de intimidación y abriendo las puertas a una audiencia más diversa.

El whiskey ya no es exclusivo de las mesas de fumadores ni de las catas dirigidas por expertos en tonos solemnes. Hoy en día, nuevos consumidores, especialmente mujeres jóvenes, están explorando la bebida. Este cambio de público responde no sólo a una generación más abierta a probar cosas nuevas, sino también a los esfuerzos de las marcas para hacer que el whiskey se sienta accesible y relevante.

"Es importante recordar que todos tenemos un inicio en este camino", dice Wingo. "El whiskey, como el café o el vino, puede parecer complicado al principio. Pero si creamos un ambiente conversacional y relajado, cualquiera puede disfrutarlo". 

Un pilar fundamental de este renacimiento inclusivo del whiskey es la simplicidad. En lugar de abrumar a los nuevos consumidores con tecnicismos y reglas estrictas, los embajadores y marcas están promoviendo un enfoque práctico y accesible. "Si alguien está comenzando, recomiendo un cóctel que use whiskey puro como base", explica Wingo. Esta táctica ayuda a los consumidores a familiarizarse con los sabores del whiskey sin sentirse intimidados.

Otra sugerencia popular es diluir ligeramente el whiskey con agua para reducir el impacto del alcohol y resaltar las notas más sutiles. "No se trata de imponer un método correcto, sino de encontrar lo que funciona para cada persona", enfatiza Wingo. "La experiencia debe ser una conversación, no una jerarquía".

Esta apertura también se refleja en los eventos organizados por las marcas, que incluyen desde talleres interactivos hasta catas informales que buscan desmitificar el proceso de disfrute del whiskey. Los embajadores han adoptado un papel educativo, pero también de guía amigable en este mundo que de afuera parece ser abrumador.

En ese sentido, el bourbon y otros whiskies americanos están ocupando un lugar destacado. Históricamente eclipsado por el scotch, el whiskey estadounidense está viviendo una etapa de innovación y creatividad que lo ha convertido en un favorito de las nuevas generaciones.

"En Estados Unidos, tenemos un clima muy diverso y una creatividad increíble con los ingredientes", explica Wingo. Esto ha permitido a los destiladores experimentar con granos, barricas y procesos de envejecimiento, resultando en una amplia gama de perfiles de sabor, como es el caso del TX Whiskey, que, con tres años de añejamiento y un perfil suave, dulce y frutal, refleja la tradición sureña estadounidense.

Un bourbon, por ejemplo, debe contener al menos un 51% de maíz, pero los otros granos pueden variar, lo que permite a los productores desarrollar recetas únicas. "Es como hornear pan artesanal", comenta Wingo. "Podés jugar con diferentes ingredientes y obtener resultados completamente distintos". Esta creatividad está atrayendo a un público joven y curioso, interesado en explorar y descubrir su estilo personal.

Otro factor clave en la inclusión del whiskey es la forma en que se presenta al consumidor. Los bares y restaurantes han comenzado a destacar su versatilidad a través de cócteles innovadores y maridajes inesperados. Desde clásicos como el Old Fashioned y el Whiskey Sour hasta creaciones modernas con toques frutales y especiados, la bebida está encontrando su lugar en todo tipo de eventos y ocasiones.

Además, los maridajes están redefiniendo cómo se disfruta. Ahora es común ver eventos que combinan whiskey con chocolates artesanales, quesos y hasta platos de cocina internacional. "El whiskey tiene una complejidad que lo hace muy versátil para combinar", afirma el experto. "Podés encontrar un perfil de sabor que se adapte a cualquier tipo de comida".

La inclusión también se está viendo reforzada por la creación de comunidades en torno al whiskey. Grupos de aficionados y eventos sociales están surgiendo en todo el mundo, conectando a personas que comparten un interés común, como Minas Whisky en Argentina. Estas comunidades fomentan un sentido de pertenencia y celebran la diversidad de experiencias y perspectivas que los consumidores aportan.

Las mujeres siempre formaron parte de la industria del whiskey, pero su invisibilización a través de los años hizo que pareciera siempre haber estado dominada por hombres, tanto en su producción como en su consumo. Hoy en día, sin embargo, es cada vez más evidente que las mujeres están ocupando posiciones clave en la destilación, comercialización y educación de la bebida.

"Las mujeres siempre han estado presentes en la historia del whiskey, pero sus contribuciones no siempre se reconocían", dice Wingo. "Ahora vemos más mujeres en roles destacados, lo que también inspira a nuevas generaciones a explorar el whiskey sin sentir que es un espacio excluyente".

Y esto es más que una tendencia; es un movimiento hacia la democratización de una bebida que alguna vez estuvo envuelta en exclusividad. "El whiskey es una bebida social por naturaleza", resalta Wingo. "Tiene la capacidad de unir a las personas y crear conexiones genuinas. El whiskey está hecho para todos, sin importar en qué etapa de su viaje estén".