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El #MeToo llegó a Victoriás Secret: “Mi trabajo no debe incluir abuso”

Forbes Digital

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3 Marzo de 2020 12.00

Modelos de la icónica marca de lencería denunciaron situaciones de abuso en sesiones de fotos.

El escándalo mediático que generó en los Estados Unidos el caso de Harvey Weinstein, el productor norteamericano acusado de varios abusos y acosos dentro de la industria, generó una suerte de “efecto dominó” dentro del sector del entretenimiento que lucha por ponerle un punto final a esta situación.

De esta manera, son más de 300 las mujeres del cine, el teatro y la televisión de los Estados Unidos que se unieron a la campaña Times?s Up en pos de combatir, no sólo el acoso sexual, sino también los hechos que reproduzcan la desigualdad entre el hombre y la mujer dentro de la industria.

El efecto fue tan fuerte que también llegó ?incluso- a Victoriás Secret, donde las modelos, a través de la campaña #MeToo, contaron que fueron acosadas por años en manos de altos directivos de la compañía. Así, confesaron que quisieron obligarlas a besarlos, que les pidieron que se sentaran en su regazo, que se desnudaran para ellos.

Desde el sitio L?Officiel profundizaron sobre el tema y recodaron que tiempo atrás Cameron Rusell compartió en su cuenta de Instagram relatos anónimos de colegas, hombres y mujeres, bajo el hashtag #MyJobShouldNotIncludeAbuse (Mi trabajo no debería incluir abuso). Muchos de los testimonios hacían hincapié en lo sucedido durante sesiones fotográficas.

Además, contó: “En la lista de mis propias experiencias figuran besos, palmadas, toqueteos, masajes y pellizcos no consensuados. La ausencia de un espacio adecuado para cambiarse y avergonzar a quien lo reclama. Intimidación para usar topless o hacer desnudos por parte de editores, fotógrafos, estilistas y clientes. La publicación de desnudos después de haber acordado contractualmente no hacerlo. Correos electrónicos, mensajes de texto y llamadas inapropiadas. Presión para consumir alcohol siendo menor de edad. Ser obligada a dormir en la casa del fotógrafo en lugar de en un hotel. Ver mi trabajo amenazado si no acepto. Ser llamada difícil, feminista, virgen o diva por hablar o decir que no. Pierdo la cuenta”.

Naomi Preizler empezó a trabajar a los 15. En el primer número de L?Officiel, relató que en sus años de carrera internacional vivió situaciones de “mucho descuido”. También recordó cuánto le costaba cambiarse delante de extraños o responder a la demanda de “¡más sexy!” cuando aún era virgen y sentía vergüenza de abrazar a un chico para una toma. “Sos joven, todavía no tenés mucha personalidad, te da miedo y querés hacer el trabajo. En el momento te sentís muy mal, pero después lo vas incorporando. Por eso te ves identificada cuando escuchás que muchas cuentan cosas que les pasaron. Yo eliminé de mi mente esas situaciones para seguir adelante”.

Otra de las voces del mundo de la moda que habló sobre esto fue la ex modelo Lorena Ceriscioli, fundadora de Lo Management, quien explicó: “En la agencia elaboramos una grilla a partir de cuestionarios que determinan si las personas aceptan usar transparencias, hacer desnudos o desfilar con pieles, por ejemplo. Conocemos perfectamente sus condiciones”. En relación a los menores, contó: “Los padres reciben una copia de cada mail que la agencia intercambia con ellos y es obligatorio que haya un adulto en las sesiones”.

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