El excéntrico diseñador Karl Lagerfeld legó, al morir en febrero de 2019, más de US$ 180 millones a su gata Choupette, que hasta tiene su propia entrada en Wikipedia en seis idiomas. Pero no es el único gato que se puede considerar afortunado.
En medio de la crisis de COVID-19, y pese a que en algún momento se temió que pudieran enfermarse o contagiar a sus dueños, o que fueran abandonados y librados a su suerte por miedo, los gatos aparentan ser relativamente inmunes al coronavirus, inofensivos desde el punto de vista epidemiológico y singulares compañeros en tiempos de confinamiento, soledad y angustia.
De hecho. los analistas de mercado proyectan un repunte en la cantidad de personas dispuestas a adoptarlos. La consultora Research&Markets, en un informe que publicó el 20 de julio, anticipa un impulso en la cantidad de gatos y perros en Estados Unidos, debido a que la población está mayormente aislada, debe permanecer en casa y es bien consciente de los beneficios mentales y físicos de poseer mascotas. En 2019, el mercado de comidas y golosinas para mascotas en ese país movió US$ 36.900 millones, un 7% más que en 2018.
Es cierto que, en esta pandemia, los felinos domésticos vivieron algunos momentos de zozobra. A fines de marzo, un gato fue contagiado por su dueño y presentó problemas respiratorios y digestivos transitorios, según informaron autoridades belgas. Una semana después, también dio positivo una tigresa malaya en el zoológico del Bronx, en Nueva York (finalmente, fueron ocho tigres y leones contagiados en el mismo establecimiento).
Tal como describió para Forbes US Angela Rasmussen, una prestigiosa viróloga de la Universidad de Columbia, en Nueva York, a mediados de abril no se sabía si los gatos podrían actuar como reservorios potenciales del coronavirus SARS-CoV-2 o qué tan frecuente podría ser la transmisión zoonótica a humanos.
Pudo ser un momento dramático. En la memoria histórica gatuna, si la tuvieran, habría quedado marcada a fuego la matanza de mascotas durante la llamada Gran Plaga (de peste bubónica) en Londres, de 1656-1666, porque los expertos aseguraron que podían llevar en su piel o en su pelambre los efluvios de la enfermedad, según reconstruyó Daniel Defoe (el autor de Robinson Crusoe) en su libro Diario del año de la peste.
Si hay que dar fe a los informes, el número de animales destruidos fue increíble. Llegó a hablarse de 40.000 perros y 200.000 gatos, porque pocas eran las casas que no tuvieran un par de ellos, y a veces cinco o seis, escribió Defoe.
Por supuesto, nadie hubiera adoptado medidas tan drásticas en 2020, incluso si fueran un vector posible de contagio del coronavirus. Pero la realidad es que no lo son, y, si lo fueran, sería en circunstancias excepcionales. Aunque son más susceptibles que los perros, todavía no hay evidencias de que los gatos puedan infectar a humanos, ratifica a Forbes Ana Cristina Bratanich, titular de la Catedra de Virología Animal de la Facultad de Ciencias Veterinarias de la UBA.
Estudios en Wuhan, China, identificaron anticuerpos contra el coronavirus en el 15% de un centenar de gatos estudiados. Y otro en el norte de Italia constató una exposición previa al virus en 3,9% de los gatos. En cambio, las infecciones activas en gatos o perros, en los que se pudo aislar el virus y se describieron síntomas respiratorios o digestivos, se pueden contar con los dedos de la mano, plantea Bratanich. Por razones desconocidas, no son un evento común, señala.
Alejandro Benech Gulla, titular de la Clínica de Pequeños Animales de la Facultad de Veterinaria de la Universidad de la República, en Montevideo, Uruguay, añade a Forbes que es muy difícil atribuir síntomas respiratorios en gatos al contagio por coronavirus, dado que hay muchos virus en invierno que producen esos cuadros.
Tanto Bratanich como Benech Gulla van a liderar sendos estudios en Buenos Aires y Montevideo para documentar la infección o exposición al virus en mascotas de hogares con algún habitante contagiado, así como verificar si los serotipos coinciden entre el animal y el dueño.
Para el veterinario uruguayo, pese a la crisis económica derivada de la pandemia, COVID-19 habría traído una especie de revalorización de los gatos y perros. Todos mis colegas trabajaron como nunca. Mucha gente vive sola, y en el aislamiento se apoyaron en la mascota, lo tomaron como compañía, sostiene.
Altivos, inteligentes, independientes, sofisticados y resilientes, los gatos en particular seguirán cultivando su peculiar relación con los humanos. Cabeto Rodríguez, un ingeniero electrónico que se define como amante de los felinos, bromeó días atrás en su cuenta de Twitter (@AquiLaMaquina): Nuevos estudios revelan que los gatos NO transmiten COVID-19, pero que lo harían si pudieran. En su Día Internacional, bien vale brindar con ellos con un vaso de leche.