La oleada de empresas que analizan una semana laboral de cuatro días va en aumento. Esta nueva tendencia está ganando adeptos rápidamente en el Reino Unido y Estados Unidos. Aunque pueda parecer una forma creativa de contratar y retener a los trabajadores del conocimiento, no es la raíz del problema. A continuación, por qué esta solución en forma de tirita no resolverá lo que está ocurriendo bajo la superficie.
En un esfuerzo por reducir el estrés y ofrecer más flexibilidad, organizaciones como Panasonic, Kickstarter e incluso algunos distritos escolares en EE.UU. están considerando implantar una semana laboral de cuatro días. Sin embargo, hay varias razones por las que puede que no sean la solución adecuada.
Tres motivos por las que la semana laboral de cuatro días no solucionará el agotamiento a largo plazo:
1) No aborda la cuestión central de cómo trabajamos, sólo cuántos días lo hacemos. Eliminar los viernes no resuelve el problema de las interrupciones constantes y los días llenos de reuniones, correos electrónicos, mensajes, pings y textos. Son nuestros hábitos de trabajo (y las distracciones que conllevan) los que contribuyen al agotamiento. Aunque reducir las horas de trabajo puede retrasar la aparición del agotamiento, ignorar los problemas fundamentales de nuestra cultura laboral y nuestros hábitos diarios hará que inevitablemente sigamos por el mismo camino estresante.
2) Sigue midiendo el trabajo por tiempo. Utilizar el reloj para gestionar al personal es un enfoque perezoso. El rendimiento debe medirse por la producción, no por el tiempo. Es cierto que esto es difícil de hacer, por eso la mayoría de las empresas optan por cambiar tiempo por dinero. Los directivos no suelen estar dispuestos a dar a los individuos la autonomía y la flexibilidad necesarias para hacer su trabajo de la manera más eficiente.
La ironía es que la semana laboral de cuatro días espera que se pase aún más tiempo diario en la oficina que en una semana laboral tradicional, sólo para recompensar ese tiempo con un día libre extra. Fuera del trabajo la gente ganará más libertad y flexibilidad, pero dentro del trabajo, los empleados seguirán sintiéndose encadenados a su escritorio. El tiempo nunca ha sido la medida correcta del rendimiento laboral.
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3) El que rinde mucho lo ignorará y el que rinde poco se aprovechará de ello. Con una semana laboral de cuatro días los empleados de alto rendimiento seguirán siendo eficientes y seguirán acumulando más trabajo hasta que se quemen. Los de bajo rendimiento se alegrarán de su nuevo equilibrio entre vida laboral y personal durante unas semanas, hasta que surja la siguiente nueva tendencia en el lugar de trabajo y se sientan con derecho a trabajar aún menos horas con el mismo salario.
Qué hacer en lugar de una semana laboral de cuatro días:
- Proporcione a los empleados flexibilidad y autonomía para realizar su trabajo cómo y cuándo lo necesiten. Fije expectativas para ciertas horas en las que todos deben estar disponibles, y conceda autonomía para el resto de su tiempo.
- Establezca flujos de trabajo asíncronos para garantizar que la flexibilidad sea posible. Mida el rendimiento por las entregas y los resultados, no por las horas.
- Haga el trabajo duro de aclarar lo que espera de cada función y defina de qué es responsable cada persona. A continuación, mida el rendimiento en función de esas expectativas.
Desgraciadamente, los principales retos de la mano de obra actual no pueden resolverse simplemente con fines de semana largos. Recurrir a una semana laboral de cuatro días es una respuesta superficial a un problema profundo. En su lugar, invierta tiempo y esfuerzo en definir las funciones y las expectativas, y reúnase con los miembros del equipo individualmente para discutir cómo, cuándo y dónde trabajan mejor. Conceder a los empleados la libertad y la flexibilidad que necesitan para ser productivos dará resultados mucho mejores.