El concepto de “a cuerpo de rey” llevado a un punto cercano a la literalidad. En algunas ocasiones, los servicios hoteleros van más allá del hospedaje, un spa glamoroso o un buen desayuno, ya sea porque pertenecen a un nivel que las estrellas que les asignaron no logran definir o porque están emplazados en algún rincón del planeta que es de por sí único.
A continuación, una enumeración arbitraria y necesariamente incompleta de algunos trabajadores de hotel que no ayudan con el check-in ni llevan un agua mineral a la habitación, pero que tienen en sus manos la oportunidad de hacer vivir una experiencia única.
Hotel South Beach: mayordomo personal
El punto de encuentro entre Miami y la sostenibilidad. Cuando el viajero mira hacia afuera, ve el mar. Cuando observa hacia adentro, ve verde: plantas, frutas de cortesía, orquídeas flotando en el aire. Para los clientes VIP, el 1 Hotel South Beach asigna un mayordomo personal, disponible en cualquier momento para resolver cualquier problema o encontrar caminos para mejorar la estadía, todo a un toque de WhatsApp de distancia. Ahí comienza para el viajero el eterno dilema entre arreglárselas solo o abusar del uso de esa la línea directa.
Awasi San Pedro de Atacama: hoja de ruja
Llegar a uno de los hoteles Awasi es placentero: suelen ser propiedades cuidadosas con el entorno, con iluminaciones tenues y una sensación de festejo flotando. Cada pasajero tiene un guía turístico asignado a su habitación, con un 4x4 disponible para realizar los paseos. En la puerta, el personal ya lo estará esperando y le regalará una botellita metálica de agua para las excursiones. Todos te llaman por tu nombre. ¿El momento sublime? Cuando guía y pasajero se sientan en unos sillones junto a unas mesas bajas donde se despliegan todos los mapas de la región y se deciden los recorridos de los días siguientes.
Ritz Carlton Shanghai Pudong: una voz amiga
China es difícil de abordar. Las complejidades de la comunicación van más allá del idioma: ni siquiera un gesto sencillo como menear la cabeza para decir “sí” o “no” puede ser el primer paso para generar confusiones. Hasta llegar al hotel puede ser una dificultad: queda en el piso 50 de un edificio infinito. Allí, el visitante recibe un doble beneficio: un coach que explica cuestiones culturales, de recorridos, de riesgos, de ventajas y desventajas y un chofer (una verdadera panacea: prácticamente es imposible explicarle a un taxista dónde se aloja uno, salvo que lleve una tarjetita del hotel para paliar esa circunstancia).
Hotel dos Cataratas: solos frente a la inmensidad
El edificio parece extraído de una película de Wes Anderson: arquitectura de hacienda antigua de perfecto color rosa pastel. El acceso a las pasarelas que llevan a las Cataratas del Iguazú, del lado brasileño, queda apenas cruzando la calle.
Por eso este hotel, que forma parte de la cadena luxury Belmond, puede ofrecer a sus pasajeros un servicio diferente de cualquier otro establecimiento de la zona: una visita a estos maravillosos saltos de agua un día lunes, cuando el Parque Nacional está cerrado al público. El bullicio, los empujones y las fotos que salen repletas de extraños se cambian por una caminata a ritmo de placer, el sonido de los animales y la información que el guía especializado que provee el mismo hotel brinda al viajero.
Inkaterra Hacienda Concepción: vivir bien… y también sobrevivir
La ubicación: la Amazonía peruana. La propuesta: un hotel perfectamente integrado a la selva. Las habitaciones no tienen paredes ni ventanas: solo espacios abiertos con mosquiteros. De noche, el visitante convive con los sonidos de la jungla (y se aterra con unos rugidos que son chillidos de un mono). Y no se llega de otra forma que no sea con una suerte de canoa que sale del vecino Puerto Maldonado.
Al igual que los otros hoteles de la cadena, Inkaterra Hacienda Concepción (y su vecino de enfrente, Reserva Amazónica) cuenta con un equipo de guías que acompaña a los visitantes a paseos como caminatas nocturnas por una selva en la que habitan tarántulas o un recorrido en bote por un pantano infestado de anguilas, lagartos y pirañas. Nunca mejor dicho: el huésped deja su vida en manos del personal del hotel.