Juan Manuel López, Nicolás Visentín, Delfina Spadavecchia y Sebastián Guido tienen 32 años y a los 26 abrieron el primer local de KOI -su primer emprendimiento juntos, además-. Somos amigos desde hace años, le contaron a Forbes Argentina.
Apasionado del animé y emprendedor nato, Juan Manuel López conoció los dumplings en un viaje por Estados Unidos y quiso replicarlos en Buenos Aires. Apenas volvió al país se reunió con Nicolás Visentín, su amigo de toda la vida, técnico en alimentos, y le contó su idea.
Al proyecto se sumaron otros dos amigos: Sebastián Leandro Guido para la administración, y Delfina Spadavecchia, a cargo de la cocina. El espacio repleto de color donde domina el rojo y las luces de neón está ubicado en Carranza 1591, Palermo.
En una charla con Forbes, los emprendedores contaron cuáles fueron sus mayores aprendizajes y la historia de KOI.
-Habiendo tantas ofertas gastronómicas en Buenos Aires, encontraron una veta diferencial desde la propuesta: ¿Cómo fue la idea de crear Koi Beer & Dumplings? ¿Tuvieron claro desde un primer momento la idea de maridar la cocina asiática con el concepto de "cervecería"?
-Hoy en día nos reconocemos como KOI, pero al inicio del proyecto y durante la primera etapa, vimos una gran veta ahí. Empezaba a surgir gran curiosidad del público gastronómico por las nuevas tendencias cerveceras y nos servía como carta de presentación o invitación para mostrar nuestros platos poco conocidos en la gastronomía local. Con el tiempo, los protagonistas se volvieron los platos, nuestra carta, y la cerveza paso a ser un acompañante.
-¿Cuál es el mayor aprendizaje que tuvieron como emprendedores?
-La necesidad de ser ágil y de reinventarse. Ágil para aprender siempre cosas nuevas que ayuden a impulsar tu proyecto y reinventarse para acompañar nuevas tendencias, superar los desafíos del día a día. Éstos últimos años fueron un claro ejemplo de eso por la pandemia, pero la realidad es que, para un emprendedor, el desafío está planteado día a día.
-Balance de la pandemia: ¿Cómo hicieron para sostenerse? ¿Mantuvieron a todo su personal? ¿Cuánto tardaron en recuperarse?
-Hablando estrictamente del negocio el balance fue totalmente positivo, fue una oportunidad para adentrarnos en un nuevo modelo de negocio: el delivery. Encontramos ahí la posibilidad acercarnos al comensal de forma directa, y llegar a cada puerta.
Nos llevó un mes intenso de trabajo poder desarrollar todo el sistema de trabajo con delivery, desde diseñar un packaging que permitiera cuidar el producto, hasta poder adaptar las apps a nuestro estilo. El resultado fue un éxito y hoy seguimos trabajando con esa modalidad en la cual no hemos encontrado un techo. El personal se mantuvo al 100% y se entrenó a todo el equipo para este nuevo desafío.
-Más allá de la crisis económica, la gastronomía es una industria que funciona con alta ocupación de mesas. ¿Cuáles creen que son las ventajas de KOI para que sea uno de estos casos?
-Mantener la novedad siempre fue un detalle fundamental, no solo por lo llamativo de nuestros platos, sino que siempre buscamos mantener movimiento y sorpresa en la carta, en los locales, y cuidar lo más importante para nosotros: "la experiencia". Por otro lado, mantenemos una carta con precios accesibles y con combos que permiten disfrutar de la experiencia KOI tanto en almuerzos como en la cena.
-¿Cuáles son los planes y proyectos a mediano plazo?
-Para fin de este año vamos a estar inaugurando nuestro centro de producción, un nuevo desafío que nos va a permitir llegar a más locales y que abre una nueva puerta: el producto directo a góndola. En 2023 nos van a poder encontrar en el mercado amigo. 2023 viene con otra sorpresa, además del local que acabamos de inaugurar en Urquiza, estaremos inaugurando en enero una nueva sucursal: llega KOI Olivos.