Ariel Signetti es cocinero por elección y gran defensor de sus raíces italianas. Empezó hace unos años elaborando chorizos frescos y chacinados para el consumo hogareño. Lo que comenzó como un hobby, al tiempo se convirtió en un proyecto de vida, tras el pedido de unos amigos, quienes, al probar sus productos artesanales, lo alentaron a comercializarlos.
Il Salumiere, una emprendimiendo dedicado a la elaboración de chacinados y salumería de tradición artesanal, “nació en 2020 y a finales de 2022 hicimos la reconversión hacia un proyecto más empresarial y no tan de emprendimiento de garaje, que era lo que veníamos haciendo”, cuenta Signetti.
Sus recetas vienen de familia, del campo pampeano. Algunas las fueron sumando de otras latitudes, respetando también su tradición italiana. No utiliza ningún tipo de aditivo ni colorantes para sus productos, solo materias primas de primera calidad y todo se fabrica en Buenos Aires.
El corazón de Il Salumiere son los chorizos frescos, los chorizos colorados, las salchichas sin embutir y las salchichas calabresas, es decir, salchichas frescas de calibre similar a un chorizo, elaboradas con pulpa de jamón y tocino en una proporción de 70/30 y condimentadas con peperoncino y pimentón ahumado. Se suman productos de mayor rotación, como salames, bondiolas tipo capocollo, mortadelas tipo Bologna, jamones y sticks de cordero, estos realizados con 80% de pulpa de cordero y 20% de tocino de cerdo. Todo se hace artesanalmente.
En cuanto a precios sugeridos de venta al público, las bondiolas tipo Capocollo curado a consiguen por $ 8255 por kilo; los chorizos frescos de cordero agridulce picante por $ 2.353 por unidad (450/500 gramos); los sticks de cordero curado por cuatro unidades rondan los $ 2.870. También hay conservas, mermeladas y combos de picadas que oscilan entre $ 1.500 y $ 14.500, siendo estos últimos boxes emprendedores más elaborados (incluyen salame y chorizo colorado, sticks de cordero, un vino Tanito de Bira Wines, Onion Picante y Jalea de Peras al Malbec de La Sucrerie, almendras con merken y pistachos garrapiñados de El Bocado).
“No vendemos el mismo producto que está en el mercado, vendemos un producto distinto, de calidad superior, que se nota al probarlo. Esa es la gran diferencia. Hacemos chorizos que son 80% jamones y 20% tocino, sin grasas, sin aditivos ni colorantes. A los salames los maduramos entre los 45-60 días, nuestras bondiolas están 90 días (en reserva) como mínimo, Vendemos un producto extraordinariamente rico”, explica Signetti.
Sus comienzos como emprendedor
Signetti empezó a emprendedor con una inversión chica: compró una embutidora a $ 10.000 y una picadora de carne que rondaba el mismo precio. "Empecé a elaborar los productos y tras la demanda, llega un momento en que no te alcanza más todo eso. Ahí es cuando entra Nicolás Maiztegui en la ecuación”, señala el creador de IL Salumiere.
“Primero que nada, soy cliente, siempre consumí (y consumo) los productos de IL Salumiere. y me encantan. Al tiempo de conocernos con Ariel, nos hicimos amigos. Después de un viaje a Europa, volví bastante fanatizado de todo lo que es el jamón ibérico y me pregunté porque acá, en la Argentina, no tenemos esa calidad de producto. Me di cuenta que en Argentina comemos carne salada y no un buen jamón. Así que le propuse hacer este negocio y él me dijo que sí", señala Maiztegui, emprendedor serial con más de 30 años de experiencia que desde octubre forma parte del negocio como inversor.
El objetivo es convertir a IL Salumiere en una empresa gastronómica que entregue los mejores productos gourmet estilo italiano, de Argentina, inicialmente. Aún no se cumplió el año desde que Nicolás entró en la sociedad, no obstante, ya se observan algunos cambios en la empresa, como la instalación de una fábrica (antes Ariel trabajaba desde su casa), la formación de un equipo de trabajo (con una empleada que se dedica exclusivamente a la venta online) y la profesionalización del armado una línea de producción.
Salto de producción
Hoy Il Salumiere cuenta con una capacidad operativa para elaborar entre 300 y 400 kilos semanales de mercadería, seis veces más de lo que venía produciendo.
El año pasado, las ventas se triplicaron respecto a las realizadas en 2021. Uno de los factores que impulsó este incremento es que Il Salumiere, como parte de el proceso de crecimiento y profesionalización, comenzó a vender a los gastronómicos, comercios, restaurantes y distribuidoras. Además, gracias al Mundial de Fútbol, se vendieron más combos de minitablitas (compuesto por salame, chorizo colorado, queso y bondiola) para picar con amigos.
Il Salumiere comercializa sus productos a través de tres canales: gastronomía directa (restaurantes, eventos gastronómicos), comercios boutique (minimercados, vinotecas) y, directo al consumidor, la tienda online. En esta última, además de los productos de elaboración propia, ofrece accesorios y productos de delicatessen (como mermeladas, conservas y aceites de oliva). El año pasado, incluso, brindó cursos de pizzas e introducción a la masa madre, de pastas caseras y taller para hacer risottos.
Este año, Signetti y Maiztegui proyectan consolidar el emprendimiento, con procesos internos automatizados y estandarizados sin perder de vista lo artesanal. “Creo que 2024 será el año del despegue para Il Salumiere”, asegura Maiztegui.
Eventos itinerantes
Junto a la pastelera Silvina Nari, creadora de Silnari Pastelería (entre cuyos productos, se destacan los cannoli y macarons), Signetti realiza degustaciones abiertas para la comunidad así como eventos privados. “El concepto es llevar nuestros productos y revivir la cocina italiana familiar, por ejemplo, un domingo debajo de un árbol, todos comiendo y los chicos corriendo… Somos móviles y vamos a donde nos inviten, clubes, restaurantes, etcétera”, detalla Signetti.
Desde Il Salumiere aconsejan a la gente que se anime a degustar un producto de excelencia, elaborado en Argentina, respetando tradiciones y calidades italianas, sabores distintos que ahora pueden conseguir en el país y más allá de eso, con la compra de los mismos están apoyando a los emprendedores. “Hay que probar y ser feliz”, rematan Ariel y Nicolás.