En la Argentina se estima que hay alrededor de 2.000.000 de diabéticos. Prácticamente uno de cada tres termina padeciendo retinopatía diabética, una complicación secundaria. De esta manera, más de medio millón de personas tendrían retinopatía con diferente grado de severidad, explica el doctor Juan Gallo (MP 55.399 y MN 69.632), coordinador de Oftalmo-Diabetes del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Austral.
La relevancia de prevenir la retinopatía diabética es absoluta, ya que se trata de la causa más frecuente de ceguera en edad laboral. Se la considera una enfermedad neurovascular. Puede manifestarse clínicamente en la periferia o en la zona central del ojo, llamada mácula, continúa el también director del Instituto de Investigaciones en Medicina Traslacional de la Universidad Austral.
Su causa es la diabetes, hiperglucemia crónica no controlada, asociada con frecuencia a hipertensión arterial. La duración de la diabetes y el mal control metabólico son los factores de riesgo más relevantes, asegura el especialista.
Desafortunadamente, los síntomas de la patología suelen ser tardíos. Tener una buena visión no significa que no se padezca retinopatía, subraya Gallo. Una vez que se presenta la disminución de la agudeza visual, es porque ya ha avanzado bastante la enfermedad, advierte.
Por este motivo, recomienda que todo paciente de diabetes debe hacerse controles periódicos con un médico oftalmólogo que, de ser posible, cuente con experiencia en esta patología.
Respecto del tratamiento, el coordinador de Oftalmo-Diabetes del Servicio de Oftalmología del Hospital Universitario Austral indica que, en la actualidad, se utilizan inyecciones intravítreas de agentes anti-VEGF asociados en determinadas oportunidades con fotocoagulación láser. En los casos más avanzados, es necesario realizar una cirugía vitreoretinal, completa.
La ceguera o disminución severa de la visión es prevenible en el 80% de los casos cuando el tratamiento se lleva a cabo en el momento adecuado.