El Fútbol Club Barcelona cumple ya un año de la era "después de Lionel Messi", pero sus problemas siguen siendo los de siempre: futbolísticos y económicos. Tras la poderosa fachada del club, uno de los más populares a nivel internacional, se esconde una realidad de urgencias y estrecheces que pocos imaginarían. ¿O qué jefe de una gran empresa se embarcaría en la misión de recortar 160 millones de euros de sueldos sin que sus principales empleados dejen la compañía?
No es cualquier recorte: son 160 millones sobre 560. Es decir, el Barcelona busca darle un hachazo del 30% a su desbocada masa salarial. Es el duro trabajo de Joan Laporta, aquel presidente sonriente, carismático y "kennediano" en su primera y exitosa etapa junto a Messi y Josep Guardiola y desgastado, encanecido y presionado hoy, sin Messi ni Guardiola y con Xavi Hernández como guardián de unas esencias que no necesariamente están tan claras como se cree.
La misión de Laporta es heroica: sería la cuarta rebaja salarial del plantel desde 2020, y las negociaciones son entre la comisión directiva y los cuatro capitanes del equipo: Gerard Piqué, Sergi Busquets, Jordi Alba y Sergi Roberto.
"¿De verdad confía el presidente en que unos asalariados, rodeados de agentes, asesores y amigos del alma, vayan a aceptar otra modificación contractual y aún menos una rebaja sustancial? ¿O se trata de desviar la atención y echar a los capitanes del equipo a la jaula de las fieras?", planteó el columnista Joaquín Luna en "La Vanguardia" antes de sumar un dato que envenena aún más la negociación: "¿Bajarse el sueldo para que lo cobre (Robert) Lewandowski, 34 años en agosto? No parece un argumento convincente".
El delantero polaco ya dejó en claro que el único club al que quiere ir es el Barcelona, ya la fuerte rebaja de sueldos que pretende Laporta tiene que ver también con eso.
"Quiero irme del Bayern. Algo ha muerto en mí, necesito nuevas emociones”, dijo Lewandowski hace pocas semanas al medio polaco Onet Sport. ¿Quiere irse al Barça? La respuesta fue elíptica: no consideraría ninguna otra propuesta que no fuera “la del club del que todo el mundo habla”. El Bayern Munich ya dijo que no está en sus planes desprenderse del polaco.
Durante la pandemia, en 2020, los jugadores aceptaron una rebaja de sueldos del 12 por ciento, aunque los ingresos del club cayeron mucho más que ese porcentaje. Ya en enero de 2021, en las profundidades de la crisis sanitaria mundial, los futbolistas se avinieron a que se retrasara el pago de un 43 por ciento de sus salarios. Meses después, ya con Messi fuera del club, el Barcelona logró aplazar un 60 por ciento de los sueldos de Piqué, Busquets y Alba para poder fichar a dos jugadores, Memphis y Eric García.
Tras tres rebajas en poco más de dos años, parecería improbable lograr una cuarta, pero el club tiene también sus cartas ganadoras.
Sergi Roberto está en conversaciones avanzadas para rebajarse el sueldo un 50%, a Piqué, hombre de múltiples ocupaciones, ya se le hizo saber que se espera más compromiso deportivo de su parte y con Alba se habla. Solo Busquets, en público, se mostró desafiante.
Laporta explicó esta semana el contexto en el que plantea la nueva rebaja.
“Cuando tomamos posesión el 17 de marzo del 2021 el club estaba clínicamente muerto. No se podían pagar las nóminas. Teníamos una espada de Damocles encima. Pero buscamos soluciones discretas para no generar falsas expectativas, reestructurar la deuda, controlar los gastos y reducir las nóminas deportivas sustancialmente aunque no de forma suficiente para generar más ingresos. También hemos conseguido nuevos patrocinios como Spotify y pronto veremos el resultado”, aseguró.
La gran apuesta de Laporta pasa por vender el 49% de BLM (Barça Licensing & Merchandising) y así aportar recursos genuinos a las arcas del club. También planea ceder un 25% de los derechos de televisión. Ambas decisiones deben ser aprobadas por una asamblea el 16 de junio. El club calcula que puede obtener más de 200 millones de euros por la venta parcial de BLM.
Todo, con el trasfondo del temor ante el poder de los "clubes Estado", aunque la última Champions, competencia en la que el Barcelona fracasa desde hace años, fuera ganada por el Real Madrid, que es propiedad de sus socios.
Los recortes y las ventas de propiedades y derechos, dice Laporta, "servirán de cura para salir del hospital y empezar a hacer una vida normal (...) invertir deportivamente en los equipos profesionales para competir con los clubes Estado".
Invertir deportivamente incluye a Lewandowski, Koundé, Raphina y Bernardo Silva. Pero ese es el Plan A, el ideal de Xavi. Si las circunstancias y el dinero no lo permiten, hay un Plan B. Y ahí están anotados los argentinos Ángel Di María y Paulo Dybala, que ya le hicieron saber al club que les encantaría vivir en Barcelona.