El vino más asociado con Argentina es el Malbec. Sin embargo, el Cabernet Sauvignon, la tercera uva más cultivada del país, está ganando discretamente la atención que merece. "Tenemos un secreto delicioso: Argentina es más que Malbec", dice Matt Hedges, cofundador de Vino del Sol. "Pensar en Argentina como solo Malbec es como pensar en California como solo Zinfandel", completa.
¿Por qué Argentina produce un Cabernet Sauvignon de tan alta calidad?
Desde Salta, en el norte, hasta la Patagonia, en el sur, y todas las áreas intermedias, Argentina cuenta con 2.400 kilómetros de viñedos, en su mayoría ubicados a 1.500 metros sobre el nivel del mar. Esta altitud implica dos factores clave para producir un Cabernet Sauvignon de calidad: temperaturas más bajas y una mayor exposición al sol. Combinados, estos factores permiten que las uvas logren una madurez fenólica completa, algo difícil de alcanzar en otras regiones vitivinícolas del mundo.
¿Probaste alguna vez un Cabernet Sauvignon que sabía a pimiento verde? Las probabilidades son altas de que la respuesta sea sí. Esta uva es compleja: cuando la piel y las semillas no están bien maduras, generan notas vegetales. Como es una uva de maduración relativamente tardía, el clima continental de Argentina, con condiciones cálidas y soleadas y suelos bien drenados, favorece su desarrollo.
Argentina cuenta con muchas regiones vitivinícolas que producen Cabernet Sauvignon, generando estilos que van desde intensos, voluptuosos y estructurados hasta vibrantes, frescos y especiados. Patricia Ortiz, propietaria y presidenta de las bodegas argentinas Tapiz, Zolo y Wapisa, y de nueve viñedos sustentables en todo el país, entiende bien las sutilezas que cada región le imprime a esta uva.
"Las diferencias en el Cabernet Sauvignon de Luján de Cuyo, Valle de Uco y Patagonia provienen de los terroirs únicos, que influyen tanto en las condiciones de cultivo como en el sabor final del vino", comenta. "En la copa, probarás vinos de Luján de Cuyo: ricos y maduros, con taninos más suaves y frutas intensas como cassis, ciruelas y cerezas negras, realzados por el roble. En el Valle de Uco: elegantes y estructurados, con taninos firmes, acidez vibrante, frutas rojas y negras con notas florales y herbales. En Patagonia: refinados y frescos, con un perfil más delicado, terroso, con sabores frutales más frescos, especiados y con gran mineralidad", agrega.
Perspectivas de otros productores
Domaine Bousquet ofrece otra perspectiva. Rodrigo Serrano, enólogo principal, elabora una docena de Cabernet Sauvignon distintos en Gualtallary, Tupungato, en el Valle de Uco. Desde sus comienzos, esta bodega se comprometió con la salud del suelo de sus viñedos, convirtiéndose recientemente en la primera bodega de Argentina en obtener la Certificación de Agricultura Regenerativa. La bodega utiliza cultivos de cobertura para mantener el viñedo más fresco, ayudando a que la uva conserve su energía y vitalidad.
Serrano considera que la ubicación única del valle le da al Cabernet Sauvignon el tiempo necesario para madurar por completo. "Gualtallary permite que esta variedad se desarrolle y exprese todo su potencial", dice. "Esto es una gran ventaja al abrir la botella para cualquier consumidor, ya que el vino tiene mucha estructura, mucha expresión, pero sigue siendo fluido al beberlo y disfrutarlo", remarca.
Otro elemento que no puede pasarse por alto en el éxito del Cabernet Sauvignon en Argentina es su gente. En el siglo XIX, Argentina recibió una ola de inmigrantes europeos, entre ellos vinicultores franceses, españoles e italianos, que aportaron sus conocimientos de elaboración y entendimiento de las uvas. "Argentina es un crisol, como los Estados Unidos", subraya Karim Mussi, enólogo y propietario de la Bodega Altocedro. "Lo mejor de Argentina es su gente, que es trabajadora", indica.
*Con información de Forbes US