El mes pasado, unos buceadores polacos se toparon con un pecio a unos 57 metros de profundidad en el Mar Báltico, frente a las costas del sur de Suecia. No era un descubrimiento nuevo. La goleta hundida a mediados del siglo XIX se encontró inicialmente en 2016 y desde entonces está registrada en la Oficina Nacional de Antigüedades del país. Sin embargo, todo el mundo desconocía la valiosa carga oculta en su casco: un tesoro líquido que podría valer más de 4 millones de dólares.
Los buzos descubrieron una caja tras otra de botellas de champán que databan de la década de 1850. No es un hallazgo corriente, ni siquiera entre los cerca de 100.000 pecios que se calcula que hay esparcidos por el fondo del mar Báltico. De hecho, el jefe del afortunado equipo de buceadores, Tomasz Stachura, declaró a la BBC que nunca había visto nada ni remotamente parecido en sus 40 años de trabajo.
A primera vista, el líquido parece fantásticamente bien conservado; se salvó del deterioro de la oxidación gracias a un sellado de calidad. Sin embargo, es imposible asegurarlo ahora mismo, porque el gobierno sueco acaba de dejar claro que nadie puede rescatar el burbujeante botín, a menos que consiga la autorización pertinente. Y las autoridades aún no aclararon cómo -o cuándo- se concederá dicha autorización.
Lo que sí sabemos con certeza es que este champagne naufragado va a alcanzar una fortuna considerable cuando salga a flote. Y lo sabemos porque hay precedentes muy recientes. En 2010, otro barco naufragado en el fondo del mar Báltico fue hallado lleno de vino espumoso francés: 168 botellas de casi 200 años de antigüedad, incluidas botellas selladas de productores legendarios que aún siguen activos, como Veuve Clicquot.
Tras sacarlas a la superficie, un selecto equipo de profesionales descorchó y cató algunas de esas botellas. Lo que probaron superó incluso las expectativas más elevadas. Así que, un año más tarde, cuando una botella de ese mismo tesoro salió a subasta, no sorprendió demasiado que alcanzara la cifra récord de 30.000 euros.
No es del todo descabellado sospechar un destino similar para este último descubrimiento báltico. De ser así, esa cifra de 30.000 euros de 2011 equivale a unos 45.875 dólares por botella en la actualidad (ajustada a la inflación). Stachura afirma haber visto unas 100 botellas precintadas durante su inmersión, lo que podría representar 4,58 millones de dólares en vino.
Sin embargo, todo esto no son más que especulaciones, a menos que el Gobierno sueco autorice el acceso al alijo. No hay ninguna presión para que lo haga pronto. Y estos vinos han estado envejeciendo en silencio durante más de 172 años. Así que, ¿qué más da un poco más de espera?
*Con información de Forbes US.