Andorra se erige en los Pirineos entre Francia y España. Hasta allí llegan quienes buscan un paisaje de ensueño con servicios exclusivos.
Territorio mínimo y experiencias máximas. Andorra no solo es un paraíso fiscal, sino un principado para vivir
en lujo. Estedestino elegido por europeos para esquiar también incluye en sus calles de la Vella capital (así, con v corta) tiendas boutique y hasta una escultura de Dalí. Es dueña de Caldea, el centro termal más grande de Europa, con un impactante spa de termas en medio de los Pirineos, y de Puente de la Margineda, que nos traslada al Medioevo y ofrece un Patrimonio de la Humanidad según la UNESCO: el Valle de Madriu-Perafita-Claror.
Visitar Andorra en invierno o en las vísperas es llegar hasta una tierra de ilusión o, mejor, a la capital de las ilusiones, tal como augura el lema de Andorra la vella (la vieja en catalán, que es el idioma oficial).
En diciembre, como en una película, la mágica escena nevada que confirma las temperaturas bajo cero de estos tiempos en la capital más alta de Europa se llena de encanto. Paradisíaco es cuando se amanece, dentro de una nube que descarga sus copos sobre los Pirineos, despertando quizás en alguno de sus 72 picos de 2.000 metros (el Comapedrosa es el más alto, con 2.942 metros). Aunque, también en un sentido menos romántico, franceses y españoles buscan el atractivo del edén fiscal.
Sea cual fuere el caso, Andorra recibe 8 millones de visitas al año, de las cuales el 50 % son españolas y un 41,4% francesas, a causa de la situación geográfica del Principado, en medio de las tierras de origen de estos viajeros. Esta naturaleza bipartita se transfiere también en su forma de gobierno, la cual surgió en los tratados de Els Pareatges, y se manifiesta en un cogobierno integrado por el obispo de Urgell (Catalunya) y el presidente de Francia.
Territorio mínimo (apenas 468 kilómetros) y experiencias máximas. Vive tu propia historia es el lema incitante de este país en el cual todo lujo es posible, el sitio en el que Gerard Piqué invirtió ? 313.000 en diciembre pasado para la compra de Andorra Fútbol Club, el equipo que este año logró subir de división después de que el jugador desembolsara los ? 452.022 necesarios para comprar la plaza que dejó otro club (el Reus) tras una baja administrativa por impagos. Dicho sea de paso: el objetivo del astro del Barça al comprar el club adscripto a la liga catalana era llevarlo a la Primera Regional, y en medio año recorrió más de la mitad del camino para alcanzar ahora la Segunda División B. El anhelo de que el himno de la Champions suene algún día en Andorra, como dijo el mismo Piqué, es cada vez más real. Entre tanto, proyecta un nuevo estadio que requiere un desembolso de ? 200 millones y seguramente se convertirá en otro atractivo turístico muy pronto.
Pero también la historia se puede escribir en las pistas de nieve. En diciembre se abre la temporada alta de deportes de invierno. Ski y snowboard son las estrellas en los 303 km de sus 208 pistas esquiables distribuidas en tres estaciones. Gran Valira es la más grande, con 210 km, y este año recibirán una inversión de ? 13 millones en infraestructura y servicios. Ordino Arcalís, en tanto, cuenta con 30,5 km de pistas que de igual forma se incorporan a Grandvalira Resorts, e inaugura en sus dominios la pista roja El Clot. Y por último se precian los 63 km de VallnordPal Arinsal, la estación de Ski & Bike que permanece abierta diez meses al año.
Pero en estas nieves pirineicas que se cuelan entre Catalunya y Francia también se puede practicar skimo y, con ayuda de pieles sintéticas, subir pistas o conquistar cimas, ahí justo donde los remontes no llegan. O calzarse las raquetas en los pies y encaminarse en caravana a descubrir los bosques (un 90% del territorio es forestal) y los tres parques naturales: Valle de Sorteny; Valle del Madriu-Perafita-Claror y Valle del Comapedrosa. Claro que los perezosos pueden inclinarse por el mushing y dejarse llevar por el poder de los perros de trineos.
Si deslizarse no alcanza, la apuesta se puede subir hasta el cielo, allá donde las nubes abrigan a las montañas. Un tour en helicóptero ofrece las vistas más impactantes del Pirineo Central. Un vuelo de 15 minutos con un valor de ? 110 permite espiar La Massana, Valle de Ordino, El Serrat, Lagos de Tristaina, Arcalís, Lagos de Forcats, Pico de Coma Pedrosa, Lago de las Truchas, Arinsal, Sector de Pal. Pic de Carroi, Andorra la Vella y Escaldes. Por ? 140, el sobrevuelo será a la carta.
Después de tanto andar, un poco de relax en el spa más grande de Europa: 44.849 m2 bañados por agua termal. Caldeas, tal su nombre, tiene un sector VIP llamado Inúu, el área más exclusiva (aunque no por lo pequeño, ya que se trata de 12.400 m2) adults only para quienes se dispongan a sumergirse en una experiencia acuática que incluye hidromasajes, los calurosísimos hammam y piscinas y jacuzzis exteriores donde los valientes pueden demostrar su osadía desafiando el contraste del clima con la calidez de las aguas (? 70 para acceso todo el día). El relax no solo proviene del efecto hídrico, sino también de la vista, que se inunda de un paisaje de rojos, verdes y amarillos que coronan los árboles que se recortan sobre el horizonte de picos nevados. Y, si se usa la laguna panorámica con vista 360, será como estar flotando sobre el río Valira, que recorre Andorra la vella. En el área aún más exclusiva, Private Wellness seduce con un espumante, chocolates y un entorno al que solo se puede acceder en parejas o en soledad (? 50 la media hora). La media luz que reina en él suele ser testigo, incluso, de propuestas matrimoniales.
A la salida, una pasada por el mirador Roc del Quer será flotar sobre Andorra. Y comer será posible en una formatgeria como Casa Raubert, que elabora quesos pastor exclusivamente con la leche de las ovejas Assaf de la propiedad. Si con esto se abrió el apetito, puede buscarse la gastronomía de lujo del chef japonés estrella Michelin Hideki Matsuhisa en Koy Hermitage, donde la tradición culinaria de Oriente se funde con los productos locales. Y, para beber, en Sant Julià de Lòria están las cuatro bodegas boutique consideradas las viñas más altas de Europa.
Cuando la visita a Andorra sea en enero, habrá la suerte de acceder a una vivencia inolvidable: dormir en el hotel iglú, construido totalmente con nieve. Se accede a él en máquina pisanieve que llega a los 2.350 metros. La temperatura es de 0°C en el interior de las habitaciones. Será arduo pero compensará el encanto de salir a una noche exótica bajo el cielo estrellado. Menos drástica, está también la opción de cenar en el domo con vistas a las pistas y partir hacia sueños más abrigados de los hoteles de lujo que brinda Andorra.
Entretanto, en la ciudad, las montañas juegan a las escondidas tapadas con frazadas de nubes cansinas que, por momentos, apenas permiten intuirlas. En Andorra todo es posible, tanto como ver un auténtico Dalí en la plaza de la rotonda, y constatar allí cómo las horas se escurren en la Nobleza de los tiempos.
Por Lorena Lemos