La relación que establecemos con el alimento en el marco de nuestra cultura, hiper acelerada y desconectada de la tierra y de los procesos de producción de los alimentos, suele distraernos del momento presente y desconectarnos de aquello que realmente buscamos saciar cada vez que comemos. ¿Por hambre, ansiedad o por qué simplemente porque es “hora de comer”?
Es probable que durante el día esta pregunta ni siquiera suceda porque todavía nos gobierna otro modo de accionar: comer rápido para saciar el hambre y seguir con otra cosa.
Para contrarrestar la velocidad y desconexión que ocurre en el vínculo con el alimento, surge la Mindful eating o alimentación consciente. Según la ONG Mindful, la Mindful eating nace de la filosofía del mindfulness, la cual hace referencia a la consciencia que surge al prestar atención de manera intencional al momento presente y sin emitir juicios de valor. En esta línea, la alimentación y el vínculo que se establece con ella se basa en la práctica de la atención plena para aumentar el nivel de conciencia sobre las sensaciones de hambre y saciedad, con el objetivo de establecer una relación saludable con la comida.
Algunas corrientes, también consideran que nació para contrarrestar, de alguna manera, a la cultura de la comida rápida (fast food). Aprender a reconocer los pensamientos que tenemos vinculados con la alimentación nos permitiría discernir entre aquellos que fueron adquiridos por costumbre familiar o por alguna situación emocional en particular, y aquellos que tienen bases más profundas (o conscientes).
Cuatro diferencias básicas: Hambre físico vs deseo mental
- Se siente gradualmente vs se siente repentinamente
- Se siente en el estómago vs es mental
- Se desea cualquier alimento vs se desean cosas específicas
- Es fácil de satisfacer vs es difícil de satisfacer
Mejorar la relación con la comida
La alimentación consciente o intuitiva, busca poner plena a la nutrición, a los alimentos qué escogemos y en los requerimientos y tiempos de cocina que cada uno precisa. De donde vienen, cómo fueron obtenidos y cuánto tiempo precisan para ser digeridos luego de ingerirlos también son pautas que corresponden a este movimiento. Se puede empezar en cualquier momento, incluso en la infancia.
Por su parte, Melanie Balassanian, licenciada en Nutrición y especializada en Mindfullness dice que el mindful eating busca marcar un nuevo paradigma, el de la “no dieta”, en oposición a las dietas modernas que se enfocan en adelgazar sin tener realmente en cuenta la relación con nuestro cuerpo y con aquello que estamos eligiendo ingerir.
“La cultura de la 'no dieta' nos permite decidir qué, cómo, cuándo y cuánto comer. Y sobre todo reconocer desde dónde comemos y para qué comemos en cada momento. permite incorporar hábitos saludables a largo plazo”.
Seis pasos para practica alimentación consciente
Desde la ONG Mindful se sugiere probar con los siguientes pasos:
1) Dejar que el cuerpo alcance al cerebro
Comer rápidamente después de estar lleno e ignorar las señales del cuerpo versus disminuir la velocidad y detenerse cuando el cuerpo dice que está lleno.
Disminuir la velocidad es una de las mejores maneras en la que podemos hacer que nuestra mente y nuestro cuerpo comuniquen lo que realmente necesitamos para la nutrición. El cuerpo en realidad envía su señal de saciedad unos 20 minutos después que el cerebro, por lo que a menudo comemos en exceso inconscientemente. Al disminuir la velocidad, da al cuerpo la oportunidad de alcanzar al cerebro y escuchar las verdaderas señales. Formas sencillas para reducir la velocidad: masticar cada bocado 25 veces (o más), dejar el tenedor entre bocados y todos esos viejos modales que tal vez no sean tan inútiles como parecen. pareció.
2) Reconocer las señales de hambre real en el cuerpo
Habitualmente escuchamos primero a nuestra mente, pero de la misma manera que sucede con muchas prácticas de atención plenas, se puede obtener mayor conocimiento y consciencia si primero se observa al cuerpo: En lugar de simplemente comer cuando recibimos señales emocionales, que en cada caso suelen ser distintas aunque principalmente están representadas por la tristeza, la frustración, la soledad o incluso aburrimiento, podemos escuchar las señales del organismo. ¿Tu estómago gruñe, tienes poca energía estás mareado?
Con frecuencia comemos cuando nuestra mente nos lo dice, en lugar de nuestro cuerpo. La verdadera alimentación consciente es en realidad escuchar profundamente las señales de hambre de nuestro cuerpo.
3) Cultivar una cocina consciente
Comer solo y sin una rutina prestablecida es contraproducente: Mejor comer con otros en horarios y lugares establecidos. Todos comemos “mal” de vez en cuanto, pero el hábito de comer en un horario determinado, lugar y con ciertas personas ayuda a establecer rutinas saludables para la mente y el cuerpo mejorando el estado de ánimo y el horario de sueño. Para comer de manera consciente se requiere sentarse en una mesa en vez de comer de parado, poner el alimento en el recipiente que corresponde, usar utensilios apropiados, es decir, darle valor al momento y en lo posible, disfrutarlo.
En tanto, una cocina consciente significa organizar y cuidar el espacio de la cocina para fomentar una alimentación saludable y reuniones nutritivas. Evaluar que trae a la cocina y dónde guarda cada cosa. ¿Son útiles los alimentos saludables? ¿Qué tipo de alimentos están a la vista? Cuando hay comida, la comemos.
4) Entender las motivaciones para comer
Comer alimentos que son emocionalmente reconfortantes va en contra de comer alimentos que son nutricionalmente saludables. Si bien se puede encontrar alimentos nutritivos que también sean satisfactorios y reconfortantes, pero pocas veces ocurre y para el resto del tiempo es necesario tener en cuenta que la velocidad en que degustamos cada alimento también puede influenciar nuestro gusto y paladar. Un ejemplo clásico son las pasas de uva: cuando las comemos despacio se disfrutan el triple.
A medida que se practica el consumo de alimentos saludables y variados, estamos menos inclinados a darnos un atracón de nuestros alimentos reconfortantes.
5) Conectar más profundamente con la comida
La gran mayoría de las personas nos hemos desconectado cada vez más de nuestra comida en los últimos años, no sabemos de dónde viene más allá del empaque de supermercado, o en qué consistió el proceso de recolección o producción. Comer es una gran oportunidad para reconectarnos con el mundo natural, porque es de allí de donde provienen.
Al mismo tiempo, cuando se hace una pausa para valorar a todas las personas involucradas en la comida que ha llegado a su plato –quien lo cocinó- hasta aquellos productores que plantaron y cosecharon las materias primas, es difícil no sentirse agradecidos e interconectados. También es una buena ocasión para tener en cuenta el agua, el suelo y otros elementos que formaron parte de cada creación, y reflexionar sobre las tradiciones culturales que viven en cada comida, las recetas compartidas o heredadas en la familia.
6) Cuidar tu plato
La premisa en este punto se centra en poder discernir entre comer distraído versus comer conscientemente.
Hacer múltiples tareas y comer es una receta para no poder escuchar profundamente las necesidades y deseos del cuerpo. Cuando no prestamos atención se vuelve más difícil escuchar las señales del cuerpo sobre la comida y otras necesidades. Por eso, este punto propone realizar una sola tarea: solo comer, sin pantallas ni distracciones. A su vez, estar dispuesto a disfrutar de la compañía con aquellos que se comparte la comida.
La adquisición de una alimentación más consciente y saludable no se logra enseguida, y está bien que así sea. La velocidad, en este sentido, tampoco ayudará a que el proceso de conversión se transforme en un hábito sostenible en el tiempo. En un cambio consciente.
Quizás se pueda comenzar por tomar alguno de los seis puntos sugeridos y probar de incorporar alguno de ellos al cotidiano. Hacer una cosa a la vez, tener rituales a la hora de comer o conectarse con redes de productores locales para conocer en qué consiste el proceso y a quienes lo producen, pueden ser pautas sencillas y positivas para fortalecer el verdadero cambio.
- por Laura Gambale para NA