La idea giró por la cabeza de Hernán Pennella durante muchos años. Cuando era chico, iba a patinar a la pista donde trabajaba su madre como empleada administrativa. Ya de adulto, llevó a su hija a una clase de patinaje artístico y vio a un grupo de personas jugar al hockey sobre hielo. "Desde ese momento, la idea del ice rink, que permita llevar a los deportes sobre hielo al máximo nivel, se convirtió en un objetivo", cuenta Pennella, que hasta entonces formaba parte del equipo fundador de Cresko -junto a su madre y el ex marido-, una marca de productos innovadores y de vanguardia para niños y jóvenes.
Con la pandemia de Covid-19, cuando se cerraron las pocas pistas de hielo que había en la ciudad de Buenos Aires, el deporte sufrió el parate. Pero Pennella encontró una oportunidad: conseguir terrenos a buen precio y la necesidad de propietarios de vender. "Compré este predio en Villa Devoto en el que funcionaban canchas de fútbol 5. Estaba todo descuidado pero nos pusimos manos a la obra en 2021", rememora.
Hoy es la pista de hielo techada más grande de Sudamérica, que cuenta con capacidad para que patinen 250 personas al mismo tiempo y un microestadio para 490 personas. "Todas las personas a las que les contaba que estaba emprendiendo en una pista de patinaje sobre hielo me respondían lo mismo: estás loco". Y añade: "No sé si será un negocio en términos económicos, pero sí es un negocio emocional".
¿Cómo fue todo el proceso?
Cuando firmamos la escritura, lo primero que se me vino a la mente fue el logo y el nombre. Fantasy, porque soy muy fanático de Charly García y me inspiró su canción, quería relacionarlo con él, con su filosofía. Después pensé en un rectángulo grande, en gradas, en vestuarios y armé un bosquejo. La gente me decía: "las gradas hacelas de chapa o madera", para poder desarmarlas si esto no funciona. Pero no hice caso, construí todo de cemento.
¿Cuánta gente te dijo eso?
Todos me decían que estaba loco. La verdad es que, a nivel económico, dejé todo acá. Fue un gran esfuerzo. No pensé mucho en el riesgo, pero no tomé deuda. Lo fui haciendo por etapas. En total fueron 45 meses de construcción y de obtener los permisos.
Además los equipos y máquinas son importadas...
Los equipos los compré en Argentina. Importé los patines, las butacas y la máquina alisadora de hielo, que la conseguí usada a través de un fabricante canadiense. Todo el equipo que produce el hielo se fabricó en Francia en 2023, es tope de gama. Pero lo más complejo fueron los permisos para una pista de hielo en la Ciudad.
¿Cuánto fue la inversión total?
No la puedo calcular. En realidad sí, lo sé, pero fue mucho dinero.
¿Pero encontraste un buen timing para invertir?
Sí. El tipo de cambio del año pasado ayudó bastante. Había insumos de hormigón y hierro a precio de dólar oficial. Son cosas que ayudaron y el hecho de que sea por etapas lo hizo más fácil. Nunca manejé un presupuesto. No hice un cashflow, jamás. Es todo lo contrario a lo que dicen los libros. Pero la realidad es que si lo pensás, no lo hacés.
¿Cómo es el plan para hacer crecer los deportes sobre hielo?
En 2004, hubo un cambio de paradigma y empezaron a trabajar más fuerte en los deportes de hielo. Se fueron armando algunas escuelas y clubes que están trabajando y estoy convencido que vamos a notar una diferencia grande en algunos años. Algo como pasó por ejemplo con el rugby o el básquet, que se fue profesionalizando cada vez más y hoy somos mucho más competitivos a nivel internacional. Creo que hay que trabajar fuerte con las escuelas. Nosotros vamos a donar horas a colegios, para acercarlos como una actividad. El gran sueño acá es que, dentro de dos, tres, cuatro o cinco años, tengamos deportistas, tanto en patinaje artístico como hockey sobre hielo, que puedan triunfar afuera.
¿Cómo es la comunidad de deportes sobre hielo?
Entre hockey y artístico son aproximadamente 900 personas reales, que con una estructura muy básica lograron trascender. Estoy convencido que con este espacio va a explotar. Nosotros hicimos un club, reconocido por la IGJ, y tenemos hockey y artístico.
Y además tienen propuesta gastronómica...
Sí, dimos la concesión a Valentino Café -un café de especialidad que tiene dos sucursales en Villa Devoto- y Poch Burger. De esta forma puedo ocuparme de mi negocio, qué es lo que pasa en el hielo y en mantener el hielo de la mejor manera posible.
¿Cuáles son tus expectativas para este año y el que viene?
Estamos de a poco posicionándonos -tenemos 30.000 seguidores en Instagram- pero buscamos un crecimiento orgánico. La entrada para patinar libre tiene un valor de $ 15.000 la hora o $ 18.000 las dos horas. Estamos por lanzar un pase semanal libre de $ 40.000 si tenés patines y $ 50.000 si no tenés. Estamos convencidos de que es todo win. Mi proyecto de acá a fin de año es empezar con las clases -ya tenemos abiertas las de artístico y hockey para principiantes, intermedios y avanzados- y tratar de terminar el año de la mejor manera.
¿Y en facturación?
Espero que vengan a patinar libre unas 2.500 personas por mes.
No es un proyecto típico para emprender. ¿En qué te apoyaste? ¿Visitaste otras pistas en el mundo?
Sí, viajé mucho. En el mundo hay dos tipos de pistas: las de los shopping -que son más recreativas- y en las afueras de las ciudades suelen estar los galpones con las pistas deportivas, pero que no tienen confort. En ninguna metrópolis del mundo existe un lugar como este, es un formato único.
¿Y cómo te animaste?
Realmente no lo pensé. Tuve obstáculos y dificultades. Pero nunca pensé en no hacer esto. Con respecto a la coyuntura argentina, nunca esperé nada de ninguna situación económica. Con Cresko soy importador, así que tuve varios vaivenes. Creo que como decían mis abuelos "cuando uno llora, otro vende pañuelos". Vamos a ir viendo cómo funciona.