Síndrome de diciembre: cómo combatir el estrés de fin de año en tres pasos
Durante esta época aumentan los niveles de tensión, ansiedad y angustia, debido, en muchos casos, a factores como la mayor presión para cumplir objetivos en el trabajo, exámenes finales, reorganización de las rutinas en los hogares, mayor vulnerabilidad emocional, entre otros.

Si estás leyendo este artículo, seguramente es porque sentís que el final del año te está "pasando por encima": se acumulan más y más cosas por hacer, resolver o definir antes de que cierre el 2024, los días corren cada vez más rápido, el tiempo no alcanza, te abruma una sensación de que no podés con todo y un momento del año que, en teoría, debería ser de disfrute y celebración, se siente como una tortura. 

Es importante que sepas que no estás solo. Durante esta época aumentan los niveles de tensión, ansiedad y angustia. De hecho, algunos especialistas lo definen como el "síndrome de diciembre", por el aumento de casos de estrés agudo y una mayor tasa de problemas cardíacos.

Si bien cada caso es único, hay algunos factores que atraviesan a la población en general: balances anuales, mayor presión para cumplir objetivos en el trabajo, exámenes finales, reorganización de las rutinas en los hogares, mayor vulnerabilidad emocional, visitas de familiares, compromisos y eventos sociales, gastos relacionados con las fiestas, excesos en la alimentación e ingesta de alcohol. 

Para cada persona la combinación es distinta, pero siempre resulta en un gran agotamiento, desánimo y, en ocasiones, ansiedad, angustia e incluso enfermedades.

El estrés, en su justa medida, puede ser un aliado. El cortisol, la hormona del estrés, se segrega en momentos de alerta o amenaza, generando una adrenalina que nos hace productivos para lograr un objetivo en un plazo corto de tiempo. Pero nuestro cuerpo no está preparado para un estrés constante, que dure varios días o incluso semanas. Y termina generando el efecto contrario: disminuye nuestro rendimiento y nos puede enfermar física y mentalmente. 

A veces no registramos que el estrés es excesivo hasta que el cuerpo nos detiene por la fuerza. Por eso, antes de llegar a las consecuencias más extremas, hay medidas preventivas que podemos tomar para "alivianar" la carga.

Paso 1: Reconocé tus emociones e identificá tus "estresores" 

Lo primero que debés hacer es identificar cómo te sentís en estos momentos. Si estás estresado, angustiado o abrumado, reconocé esas emociones. Prestá atención a las señales que te puede estar enviando tu cuerpo: si te está costando dormir, si te duele la cabeza, si tenés malestar estomacal, etc. 

Podés hablar con alguien o escribir lo que sentís en un papel. Muchas veces, poner en palabras lo que nos pasa es una gran ayuda para empezar a alivianar esa carga que se siente excesiva. 

Cuando te sientas abrumado, escuchá tu respiración. Podés apoyar una mano en tu pecho y sentir el ritmo del aire que entra y sale. Si está acelerado, tu mente también lo estará y podés intentar controlarlo de forma consciente.

Dedicá un momento para reflexionar sobre cómo fue tu día y qué es lo que te hace sentir estrés, identificá cuáles son esos "estresores" que disparan la inquietud, el desánimo o la ansiedad. ¿Son las actividades del día a día? ¿Es una fecha que se aproxima en tu calendario? ¿O algún pendiente en particular? ¿Es una persona, de tu trabajo o tu círculo cercano? Te recomiendo escribir estos "estresores" en un papel. 

Paso 2: Liberá espacio en tu mente 

En base a los resultados del ejercicio anterior, podés empezar a ver dónde accionar para eliminar o reducir esos estresores que te generan inquietud, y "liberar espacio" en la mente. 

Diciembre es un mes en el que hay que "ocuparse" de muchas cosas, aceptá que no podés con todo y soltá aquellas que no sean tan importantes o que puedan esperar a enero. Sacate la mochila de querer quedar bien con todo el mundo, disminuí las actividades que no son prioritarias y pedí ayuda en los casos en los que puedas hacerlo. 

Una vez que te quedes solo con lo que es realmente importante, bajá a un papel tus pendientes, organizalos por prioridad y empezá a hacer, de a una cosa a la vez. A veces la lista parece eterna, nos abruma y nos quedamos en un estado de confusión, de sentir que no resolveremos nada y que no podemos con todo. 

Si te sentís así, hacé al menos uno de esos pendientes. Resolvé algo, aunque sea mínimo: hacé las compras navideñas, conversá con tu jefe sobre algo que te está estresando, definí dónde vas a pasar fin de año. Vas a ver que, una vez que comenzamos a accionar, las siguientes tareas se sienten más livianas. Intentá no postergar decisiones y sacarte de encima toda la carga que puedas.

 

Paso 3: Hacé más de lo que te hace bien 


Que el ritmo vertiginoso del final del año no te haga descuidar tu bienestar. A veces, compartir unos mates con amigos y conversar sobre temas banales puede ser una excelente forma de reducir el estrés. 

Para "descomprimir" la cabeza, a mí me funciona mucho la meditación, la práctica de yoga, la actividad física y el contacto con la naturaleza, pero esto varía en cada persona: para algunos puede ser una actividad creativa, escuchar música, salir a comer o ir al cine. El ocio no debe ser visto como lo contrario a la productividad, es algo necesario para que nuestro organismo y nuestra mente funcionen bien. 

Espero que estos consejos te sirvan. Si no es así y seguís teniendo dificultades para reducir el estrés, o si te cuesta darte un momento para organizar tus prioridades, te recomiendo consultar a un especialista que te acompañe en el proceso. Un coach ontológico, por ejemplo, puede ayudarte a diseñar tu fin de año de acuerdo a tus necesidades, recursos y tiempo disponible. 

*Por Ivana Zapata, Senior Coach y Secretaria de la Asociación Argentina de Coaching Ontológico Profesional (AACOP)