No importa que seas un supervisor, un director o un encargado. Tu capacidad de liderazgo va a marcar tu éxito o fracaso en tu puesto laboral, ya que tenés a tu cargo otros empleados.
Puede que por la rutina perdamos algunas habilidades en la dirección del personal, pero estas se pueden recuperar de forma fácil si huís de estos hábitos:
Aislarse
Nunca trae nada bueno, ni para reflexionar. Frente a tus trabajadores vas a dar la impresión de que no tenés el interés, mientras que vas a perder conocimiento de qué ocurre exactamente en la empresa.
Llevar a cabo un plan estricto de trabajo
Es un fallo muy habitual porque los líderes a menudo piensan que los malos resultados obtenidos son por su culpa.
Ser demasiado estricto con los empleados y no oírlos puede ocasionar que pierdas ideas complementarias y que el resentimiento en los trabajadores disminuya la productividad.
Centrarse exclusivamente en las tareas del día a día
Esto solo creará un trabajo arduo pero sin miras a un futuro que traiga consigo expectativas mayores. Lo ideal es delegar esta tarea de supervisión diaria en alguien de confianza.
Poner excusas
Cuando no tenés que rendir cuentas como jefe, pensás que todo vale, pero no. Excusarte sin fundamento solo hará que potencies tu pereza y que no soluciones nada. Esforzate por encontrar la raíz del verdadero problema.
Trabajar demasiado duro
Quedarse hasta tarde y dar más de lo debido no es malo en ocasiones esporádicas. Alargarlo en el tiempo y hacerlo una rutina, sí.
Esto puede destruir tus capacidades de dirección, así que tomate tu tiempo y vas a ver que la producción aumenta de forma notable.
*Nota publicada en Forbes España