A Santiago Peña, actual presidente de Paraguay, le gusta hablar de un “cambio de época” cuando hace alusión al momento actual que vive su país. Lo define como el resultado de un “proceso de consolidación macroeconómica” que hizo que la economía paraguaya sea hoy la más “estable y predecible de América Latina”.
Las palabras del presidente resonaron en las paredes del Banco Central del Paraguay (BCP) en el marco del lanzamiento de Forbes Paraguay, donde fue entrevistado de forma exclusiva por Alex Milberg, Publisher de Forbes Argentina, Uruguay, Ecuador, Paraguay y Director Editorial de Forbes Argentina.
“Hoy ya nadie discute nuestra fortaleza”, remarca tras recordar que, 12 años atrás, la reputación internacional del país sudamericano era otra. “El juicio político a Fernando Lugo y la suspensión de Paraguay por parte del Mercosur nos había puesto en el nivel más bajo de reputación”, precisa sobre aquella época.
En propias palabras de Peña, Paraguay entendió que la estabilidad económica, tener un banco central independiente y la inflación baja son un bien público. Con esa filosofía como bandera, comenzó a construir una nueva imagen. “No sólo a través de una democracia consolidada con instituciones políticas, sino mediante una tradición de estabilidad que en estos 12 años se mantuvo pese a las subidas y bajadas del crecimiento mundial y regional”, asegura el mandatario.
Por eso le habló a inversionistas: “Somos una apuesta segura”. “Mi aspiración es que Paraguay esté dentro del grupo de países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) y alcanzarlos niveles de desarrollo que tienen en gran parte de Europa”, dice para quien la inversión es fundamental en un país como Paraguay.
“Los países con poblaciones pequeñas tienen que ser muy abiertos, porque el mercado doméstico no es suficiente para generar la economía de cambio. La posibilidad de acceder a grupos financieros internacionales permite que el aumento de la inversión se pueda dar en el Paraguay y que el flujo de capitales llegue con mayor fuerza” explica Peña.
Peña destacó programas como Paracel (US$ 4.400 millones de inversión en una fábrica de celulosa), entre otros nuevos proyectos que muestran la nueva cara de Paraguay. “El sello distintivo del país será el de una economía verde. Paraguay tiene una matriz energética 100% renovable, lo que consumimos de energía es 100% renovable y no hay muchos países con excedente de energía eléctrica", subraya.
“Este matiz de una industria tan importante como la forestal y de celulosa, que en nuestro caso representa la instalación de una empresa papelera, es un adicional del 4% del PBI. Además, todo indica que podríamos tener tres plantas celulosas.El impacto en la economía será tremendo, donde la forestación va a competir con la ganadería y lo he visto en Uruguay y lo que ha generado en nuevas inversiones”, desarrolla.
La batalla cultural
Casi inspirados en un mismo guión, al igual que el presidente argentino Javier Milei, Peña se refirió a una batalla cultural que hoy convive en Paraguay: “Salir de la mediterraneidad mental e insertarnos en el mundo. Hoy Paraguay está en ese punto donde tiene absolutamente todo para poder desarrollarse sin tener que depender del mundo, pero necesita insertarse para mostrarle a este el enorme potencial que tiene el país”.
Según Peña, Paraguay ha sido, de los 32 países de América Latina y el Caribe, el que hoy tiene el mejor desempeño económico”, y no sólo por las condiciones, sino porque se dio esa "lucha cultural”, pondera. En esta línea, aseguró que una de las formas de transitar esa lucha es a través de la educación, “con paraguayos que vayan al exterior y que vuelvan con todo lo aprendido”.
Integrarse al mundo y competir es sólo una parte del eslógan de Peña que encuentra su parangón con el discurso libertario que bajan desde el Ejecutivo argentino. El otro concepto que resuena en ambos suelos es el relacionado a los impuestos. “Hay que resistir la corriente; no aumentar presiones impositivas”, dice.
Esta alineación discursiva encuentra su correlato en la realidad. “Tengo una muy buena relación con Milei”, remarca Peña. “Está enfocado en una batalla económica y cultural. Y estas batallas, muchas veces, se pelean desde los extremos. Tiene una posición extrema porque su lucha es extrema y ojalá que pueda tener éxito, porque en la medida que Argentina también reencause el ritmo de crecimiento, eso va a significar para nosotros una excelente noticia”, sugiere.
“Si miramos las medidas que tomó Milei, todas han beneficiado a Paraguay; el cierre de la brecha cambiaria prácticamente eliminó el diferencial que hacía que el producto de Argentina inunde en el mercado paraguayo; la eliminación del subsidio ha hecho que se encarezcan los productos de este país y nuestros supermercados están vendiendo muchísimo más”, profundizó Peña.
La visión para las décadas que vienen
Peña ahondó sobre las negociaciones con Brasil por la tarifa de Itaipú. “Nuestro punto central es no bajar el precio de la energía a lo que es el costo, que hoy rondaría los US$ 10 el megawatt, porque es injusto para Paraguay, que no consume todo, pero tampoco Brasil le permite vender”, comenta el jefe de estado.
“Estamos buscando un acuerdo transitorio mientras negociamos el Anexo C, que son las bases para los próximos 50 años”, introduce el presidente, y agrega que la posición de Paraguay es firme. “Históricamente, Brasil estaba muy acostumbrado a que lo que ellos propongan es lo que se aceptaba. Con el uso de la razón, con los argumentos técnicos, les estamos explicando por qué esa decisión sería perjudicial para Paraguay”, insiste.
Más allá de esta negociación clave, Peña no oculta su admiración por Lula da Silva. “En este contexto global, se ubica dentro de los grandes líderes del mundo libre occidental”, considera, y agrega que la figura del mandatario brasilero sobresale por sí sola.
“Fue tres veces electo presidente y es una persona que tiene una gran visión. Sí me gustaría que sea un actor más importante en aglutinar a nuestra región que sigue dividida y donde no estamos practicando la cultura del encuentro. La ideología del siglo XXI, esa incursión de Hugo Chávez, generó esta enorme división entre los países, y los que no compartimos esa visión fuimos relegados con otras naciones”, enfatiza.
Cuando habla del legado que quiere dejar, pone la lupa nuevamente en el cambio cultural: “Que los paraguayos nos animemos a soñar con un destino de grandeza. Esto funciona en economía como las profecías autocumplidas: si repetimos constantemente que somos un país pobre, atrasado y corrupto, seremos un país pobre, atrasado y corrupto. Si repetimos constantemente y nos convencemos de que el Paraguay tiene todo para ser un país desarrollado, un país de producción de alto valor agregado, de alto índice de desarrollo humano; eso seremos”.