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Javier Milei
Liderazgo

Radiografía de un presidente: la estrategia de Milei para mantener alta la confianza de los argentinos

Juan Francisco Gómez Psicólogo especializado en desarrollo de potencial

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Pocas figuras han generado tanta controversia y debate como el presidente Javier Milei. ¿Qué sabemos hasta ahora de su perfil de liderazgo y por qué genera confianza en una gran parte de los argentinos?

2 Marzo de 2024 09.15

Ya desde sus primeros días como economista y comentarista político, Javier Milei generó tanto admiración como críticas por su retórica y su estilo directo. Es innegable que la determinación de sus ideas han sido una fuerza que se introdujo en el debate político con el objetivo de desafiar el status quo y abogar por reformas radicales en el sistema económico argentino.

Durante su campaña presidencial, encarnó el arquetipo del rebelde con un estilo comunicacional que llamó la atención por la irreverencia propia del adolescente, convirtiéndolo en una figura antiheroica para muchos jóvenes y adultos de diversos contextos sociales. A 60 días de su gobierno, según las últimas encuestas compartidas por el mismo Presidente todavía le dan un 56% de imagen positiva, no así otras encuestadoras. Pero más allá de los focus groups, el pueblo argentino decidió en las urnas brindarle su apoyo. Entonces, ¿por qué su estilo generó confianza en un porcentaje significativo de la población?

Según el último informe mundial del Edelman Trust Barometer 2024, los gobiernos enfrentan un desafío significativo en términos de confianza pública. Los resultados revelan que el Gobierno como entidad institucional es percibido generalmente como menos competente y ético que el sector empresarial. De hecho, un preocupante 63% de los encuestados expresó la creencia de que los políticos están deliberadamente tratando de engañar a la población al decir cosas que saben que son falsas o que representan grandes exageraciones. Esta falta de confianza en la integridad y la transparencia de los políticos subraya, según este informe, la urgente necesidad de restaurar la confianza pública mediante una mayor rendición de cuentas en las esferas gubernamentales. 

Hasta ahora, para sorpresa de muchos, todo esto generó que una parte de la población, al igual que un paciente que debe ser intervenido, confíe más en un especialista de brutal honestidad y confianza desmedida más que en la capacidad adaptativa de un perfil paternalista como el que solemos estar acostumbrados en el mundo de la política. 

Lo que distingue a Milei, al menos desde una perspectiva de confianza, es que, frente a una creencia generalizada de que la mayoría de los políticos carecen de credibilidad y no son percibidos como transparentes, su perfil se caracteriza por su frontalidad radical, aspecto qué el mismísimo ex presidente Macri resaltó luego de su primer encuentro al definir su apoyo en las elecciones pasadas.  

Este aspecto, inicialmente real y hoy intencionalmente utilizado, se puede visualizar en cada entrevista. Su frontalidad se ve expresada de manera vehementemente al intentar imponer sus ideas por sobre todas las cosas y su radicalización al expresar sus políticas económicas. Incluso al elegir sus oponentes, la estrategia del presidente, repetida por sus voceros, es la de respetar a quien piensa y habla de manera directa y transparente cómo él, y criticar y tratar de traidores a aquellos que comunican sus ideas desde una cordialidad política. Esta estrategia busca reforzar el capital social de la “transparencia” ya obtenido por sobre el de la vieja política.

El peligro actual: la tensión entre el futuro deseado y el presente necesario

En el caso de Milei, la precisión y determinación sobre su visión de futuro lo impulsa a avanzar con firmeza en la implementación de políticas que considera esenciales para el crecimiento económico y la prosperidad del país. Todas ellas hasta ahora caracterizadas por la búsqueda del desmantelamiento de la vieja estructura. Como es lógico, esto genera una clara tensión con aquellos que defienden un enfoque más intervencionista por parte del Estado y, a su vez, por un presente de casi 60% de pobreza que necesita grandes cuotas de sensibilidad y adaptación si se desea avanzar pacíficamente.

Históricamente, las rebeliones se han caracterizado por ser estadios donde la escalada de tensión fue necesaria para romper y modificar el status quo. Pero el desafío transformacional de Milei no se encuentra en esta etapa, sino más bien en la siguiente, ya que desarmar algo es relativamente más fácil que volver a armarlo. Para lograr que las nuevas reformas estructurales que el gobierno desea se establezcan, se necesita de estrategias de consenso que permitan sostener los cambios propuestos. 

El debate interno que caracteriza el desafío del gobierno consistirá en si debe sostener su perfil rebelde contra sistémico a riesgo de perturbar la paz social, o transformarse en un reformista que logra encauzar sus negociaciones hacia una gestión coparticipada (lo que, según su mirada, él mismo podría descartar, entendiendo que eso es sinónimo de devaluar su poder político porque ese camino lo convertiría  en uno más de su tan cuestionada “casta”).

Todo dependerá de cuánto dure el factor confianza de sus votantes, mientras aguantan esperanzados el ingreso al quirófano. 

El autor es psicólogo especializado en desarrollo de potencial. 

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