En nuestro entorno acelerado y volátil, todo líder es ahora un agente o líder de cambio. La época en la que los jefes podían operar de forma aislada, centrándose en el día a día sin reconocer el rápido ritmo del cambio, hace tiempo que pasó.
Tanto si estás al frente de una empresa de la lista Fortune 500 como si sos un directivo de nivel medio o un empresario emergente, tu papel como catalizador del cambio es más crítico que nunca.
Pero, ¿qué hace a un gran agente de cambio? Acá algunos atributos y estrategias críticos que los líderes del cambio con más éxito utilizan para dirigir sus organizaciones en tiempos turbulentos.
Una visión más allá del horizonte
Un gran agente o líder de cambio es un visionario. Poseen la asombrosa capacidad de detectar oportunidades lejanas, de vislumbrar lo que podría ser. Son soñadores que viven en el mundo del mañana pero saben cómo alinear la visión con los activos y capacidades actuales de la organización.
Esta previsión no consiste sólo en pintar un cuadro bonito, sino en mostrar un camino claro y honesto hacia delante, reuniendo a las tropas para marchar hacia una visión común y, con frecuencia, audaz.
Curiosamente, un análisis de Korn Ferry de 150.000 líderes revela que sólo el 15% de los líderes empresariales de todo el mundo se ajustan a este perfil, con una fuerte orientación hacia el futuro y habilidades preparadas para el cambio, lo que subraya la rareza de un liderazgo tan visionario a la hora de impulsar la transformación.
La inteligencia emocional en el centro
No es ninguna novedad que los líderes de éxito son emocionalmente inteligentes. De hecho, la investigación conjunta llevada a cabo por TalentSmart y Adam Grant muestra que la inteligencia emocional se erige como el predictor más significativo del rendimiento en el lugar de trabajo.
El cambio es inherentemente emocional: trastorna las zonas de confort y pone en movimiento lo desconocido.
¿Qué aspecto tiene la inteligencia emocional en el contexto del liderazgo del cambio? En pocas palabras, implica la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las propias emociones al tiempo que se interactúa eficazmente con los demás en medio de la incertidumbre que el cambio conlleva con frecuencia.
Las investigaciones indican que experimentar el cambio en el lugar de trabajo puede ser incluso paralelo a la agitación emocional asociada al duelo. Los líderes del cambio más eficaces son expertos en leer la sala, anticiparse a las reacciones emocionales y proporcionar apoyo, haciendo del cambio una experiencia positiva y edificante.
Esto no sólo fortalece las relaciones y genera confianza, sino que también crea una sensación de seguridad psicológica para que los empleados naveguen por lo desconocido.
Resiliencia e ingenio
El cambio rara vez es un acontecimiento irrefutable y sin sobresaltos. La mayoría de las veces viene acompañado de obstáculos y resistencia. Como resultado, según el Consejo de Liderazgo Corporativo (CEB), sólo un tercio de las iniciativas de cambio significativas logran con éxito sus objetivos.
Acá es donde brillan la resistencia y el ingenio del líder del cambio. Los líderes del cambio más eficaces son los primeros en enfrentarse a la tormenta, encontrando rutas alternativas cuando los caminos más obvios están bloqueados.
Muestran la confianza que proviene de tener un profundo conocimiento del propósito del cambio y pueden comunicar este propósito con tanta eficacia que se convierte en un grito de guerra, convirtiendo la apatía en acción. También entienden que el cambio es un proceso y no un acontecimiento, sin perder nunca de vista el objetivo final.
Empoderarse para empoderar
Gartner informa de que, aunque el 74% de los líderes afirman implicar a los empleados en la concepción de las estrategias de cambio, sólo el 42% de los empleados creen que se les incluyó realmente. Esta discrepancia suele deberse a que los líderes temen verse inundados de opiniones cuando se enfrentan a plazos ajustados o tienen que ajustar los planes en función de las opiniones de los empleados.
Pero la realidad es que los grandes líderes del cambio no se aferran al poder, sino que lo distribuyen. Entienden que el poder es un multiplicador de la influencia.
Al dotar a sus equipos de autoridad y responsabilidad, fomentan un entorno en el que cada individuo se siente parte interesada. Este empoderamiento cultiva el liderazgo a todos los niveles, garantizando que la organización no sólo esté preparada para el cambio, sino que también participe activamente en su ejecución.
El comunicador en jefe
La piedra angular del éxito de cualquier iniciativa de gestión del cambio es la comunicación estratégica. Las investigaciones muestran que el 38% de los empleados afirman recibir un volumen "excesivo" de comunicaciones en su organización, lo que conduce a la falta de compromiso y a la toma de decisiones deficientes.
Los líderes del cambio eficaces comprenden este desafío. Son maestros comunicadores que saben que la clave no está en un enfoque de "más es mejor", sino en una comunicación inteligente. Destacan en la transmisión de mensajes claros, coherentes y contextuales, navegando sin esfuerzo de las salas de juntas a los talleres y de las reuniones del ayuntamiento a las conversaciones individuales.
Reconociendo el poder de la narrativa, utilizan la narración no como una herramienta de distorsión, sino como un medio para forjar conexiones emocionales y un entendimiento compartido, garantizando que su estrategia de comunicación contrarreste la sobrecarga de información y enganche de verdad.
Estrategia procesable
En el corazón del legado de todo líder del cambio se encuentra una doble destreza: el pensamiento visionario emparejado con el arte de la comunicación eficaz, apuntalado por la capacidad crítica tanto de elaborar estrategias como de ejecutarlas con precisión. Sin embargo, este equilibrio elude a muchos. Entre dos tercios y tres cuartas partes de las grandes organizaciones lidian con la ejecución eficaz de la estrategia, un desafío que es igualmente frecuente en la ejecución de las estrategias de gestión del cambio.
Los mejores líderes del cambio no son sólo pensadores estratégicos sino también tácticos que desglosan la visión en hitos alcanzables, aprovechando el poder colectivo de sus equipos para cumplir o superar estos objetivos. El suyo es un mundo de objetivos SMART, seguidos de planes de acción con mecanismos claros de rendición de cuentas, supervisión y recompensa. Revisan y recalibran constantemente, sin perder nunca de vista el objetivo final.
El liderazgo del cambio es un arte y una ciencia, que requiere visión, inteligencia emocional, resiliencia, ingenio, así como la capacidad de empoderar y comunicar eficazmente al tiempo que se impulsan estrategias procesables. Es un papel complejo y demandado, pero cuando se hace bien, puede allanar el camino del éxito en cualquier organización.