En el mundo empresarial, la búsqueda de talento para posiciones clave no es solo una cuestión técnica; es un proceso que refleja nuestras aspiraciones y temores sobre el liderazgo. Elegir al próximo CEO, director de negocios o líder de una unidad estratégica implica más que evaluar currículums y credenciales. Es un ejercicio que pone en evidencia los valores que queremos impulsar dentro de nuestras organizaciones.
En este contexto, el rol del headhunter suele ser fundamental. Este profesional busca a los mejores candidatos en términos de habilidades y experiencia y evalúa su capacidad para alinearse con la cultura y los objetivos de la organización. Más allá de ser un reclutador, un buen headhunter tiende a ser un estratega que identifica el talento que realmente puede marcar la diferencia.
¿Liderazgo fuerte o autoritario? Lo que algunos ven en la política
En uno de los episodios de Whisky Stories, un espacio donde exploramos los desafíos organizacionales y el impacto del liderazgo, reflexionamos sobre un fenómeno curioso: líderes que son celebrados en otros contextos, como la política, serían descartados de inmediato si se presentaran a liderar nuestras empresas. Pensemos en nombres como Donald Trump, nuevamente electo presidente de los Estados Unidos, quien asumió su mandato el 20 de enero; Vladimir Putin, presidente de Rusia desde hace más de dos décadas, quien hace casi tres años invadió Ucrania, desencadenando una guerra que puso en vilo al mundo; o Nicolás Maduro, dictador de Venezuela que hace días asumió nuevamente la presidencia, negándose a mostrar las actas con los resultados de las últimas elecciones.
Cada uno de ellos ejerce liderazgo en esferas de gran impacto, pero sus estilos de gestión, centrados en el control extremo, la polarización y la manipulación, contrastan radicalmente con lo que buscamos para nuestras organizaciones.
¿Por qué no elegiríamos como CEO a Trump, Putin o Maduro?
Porque en el ámbito corporativo, el liderazgo efectivo demanda algo más que autoridad o resultados inmediatos. Exige adaptabilidad, aprendizaje continuo, vulnerabilidad y la capacidad de construir equipos diversos y cohesionados. Un líder empresarial no puede imponer su visión mediante el autoritarismo, el miedo o la fuerza; necesita inspirar, educar y guiar hacia un propósito compartido.
Características de un líder empresarial efectivo
- Resiliencia frente a los cambios.
- Humildad y capacidad de aprendizaje.
- Formación de equipos diversos.
- Inspiración basada en valores y propósito compartido.
Del control al liderazgo inspirador: el caso Roger Federer
Un ejemplo que surgió en la conversación fue Roger Federer. ¿Qué lo hace un modelo aspiracional? Su capacidad de adaptación, su cultura del esfuerzo, su habilidad para formar equipo y, sobre todo, su humanidad. El extenista suizo representa un tipo de liderazgo que prioriza el ejemplo y la excelencia, sin renunciar a la empatía y al respeto por los demás.
En contraposición, los líderes políticos actuales parecen operar desde un paradigma medieval: ganar a toda costa, polarizar para mantenerse en el poder y priorizar lo conveniente sobre lo correcto. Esta desconexión es preocupante, pero también una oportunidad. Mientras el liderazgo político parece estar retrocediendo, el liderazgo organizacional está avanzando, liderando con propósito y orientándose hacia el bien común.
La pandemia ofreció un ejemplo contundente de este contraste. Fueron las empresas, no los gobiernos, quienes lideraron el desarrollo de las vacunas en tiempo récord y desplegaron recursos globales para enfrentar la crisis. ¿Qué más hace falta decir para resaltar la idea de que quienes están al frente de las organizaciones tienen un rol clave en la construcción de un mundo mejor?
El futuro del liderazgo está en las empresas
El liderazgo en las compañías no solo está un paso adelante del liderazgo político; también está redefiniendo lo que significa liderar en tiempos de cambio. Esta transición es la que, como bien decimos, "separa la paja del trigo". La pregunta no es solo a quién elegimos para liderar nuestras organizaciones, sino también qué tipo de futuro queremos construir a través de ellos.
Si algo nos enseñan estos tiempos es que el liderazgo no se mide solo por los resultados, sino por la capacidad de dejar un impacto positivo y duradero. Es hora de mirar con mayor cuidado a los modelos que tomamos como referencia, porque en nuestras empresas se está escribiendo el verdadero liderazgo del mañana.
*La columna fue escrita por Ezequiel Kieczkier, CEO y socio fundador, y Alberto Bethke, socio fundador de Olivia, consultora de transformación organizacional.
