Entre los ejecutivos de FMC Corporation a principios de los años 2000 circulaba un chiste sobre el milagro brasileño: “Brasil es el país del futuro. Y siempre lo será”. Cuando Paul Graves llegó a la compañía y asumió la conducción del negocio del litio, empezó a escuchar el mismo chiste pero dirigido hacia él: “El litio es el material del futuro. Y siempre lo será”. Como buen inglés, sabía apreciar la ironía, pero al mismo tiempo tenía muy claro que la revolución del litio era una realidad.
La primera vez que tuvo que explicar el potencial de este metal alcalino de alta conductividad eléctrica fue en 2005, cuando todavía trabajaba en Goldman Sachs. Una de las primeras IPO (Oferta Pública Inicial de acciones) en las que trabajó fue la de Rockwood, un peso pesado del litio en aquel entonces, que en 2014 fue adquirida por Albemarle por US$ 6.200 millones. Con lo cual, le dice Graves a Forbes Argentina desde Princeton, New Jersey, “hace al menos 15 años que el litio es una parte crucial de mi vida”.
En 2018, Graves tuvo una IPO más importante todavía: el “spin off ” de la operación de litio de FMC para crear Livent Corporation, que hoy tiene entre el 20% y el 25% del marketshare global del hidróxido de litio, el material fundamental de las baterías que impulsan los vehículos eléctricos (EVs) de Tesla, Toyota, Mercedes Benz y las principales automotrices del mundo. FMC llegó a Catamarca en los años 80 para invertir en el Salar del Hombre Muerto y apostar a un metal que ya tenía aplicaciones industriales pero todavía no era ese “material del futuro” del que hablaba el chiste. Recién en 1991, Sony lanzó su primera batería recargable de ion-litio para una de sus cámaras de video portátiles. El proveedor del litio era FMC.
30 años después, Livent continúa en Catamarca, en el corazón del “Triángulo del litio”, el área formada por el norte de Argentina, Chile y Bolivia, que acumula las mayores reservas de este material del mundo. Para Graves, es un mercado que se tiende a “sobresimplificar”. Y verdaderamente tiene sus complejidades. Luego de ser extraído del salar, el litio se convierte en cloruro o carbonato. El primero se procesa en una planta de Livent en Güemes, Salta, para utilizarlo en diversos procesos industriales. El segundo se dirige a las plantas de la compañía en Estados Unidos o China para producir el preciado hidróxido de litio, el componente fundamental para la electrificación del futuro y cuya cotización sufrió mucho en el último año, aun antes de la llegada del Coronavirus. ¿La razón? El monumental ingreso de China en el negocio. “Hace muy pocos años, teníamos quizás 25.000 toneladas de hidróxido de litio en baterías de EVs. Hoy estamos cerca de las 70.000 tn. Lo que transformó el mercado fue que una sola planta en China agregó 25.000 tn. Cuando se produce un movimiento tan grande, en términos relativos al tamaño del mercado, se dan estas disrupciones”.
Por eso es que, como dice Graves, “la principal dificultad que tenemos hoy es que el precio del litio no es suficientemente alto como para justificar poner tanto capital a trabajar”. Y no es solo Livent la que está sufriendo. Grandes jugadores como Albemarle o SQM pusieron sus planes de expansión en stand by, y hasta hubo quiebras el año pasado, como la de la canadiense Nemaska. Pero el presidente y CEO de Livent mantiene el optimismo: “Pre COVID-19 hubiera dicho que los precios se recuperarían al final de este año. Hoy es muy difíci saberlo. Pero tengo mucha confianza en que sucederá, y la razón principal es que lo que vimos en esta crisis es que son muchos más los que dejaron de expandir sus producciones de litio que los que dejaron de producir EVs”.
¿Los vehículos eléctricos son el principal driver de la industria del litio?
Sí. Hay cientos de aplicaciones industriales que probablemente no crezcan al mismo ritmo (como las aplicaciones de almacenamiento en la red de energía eléctrica para soportar energía solar o eólica), pero las dos principales variables a mirar son las políticas de fomento de EVs del Estado chino y las regulaciones ambientales de
Europa. La industria del litio es todavía muy inmadura porque está apenas al comienzo del volumen de demanda que inevitablemente va a crecer. Pero ya no se discute si va a crecer sino cuándo y a qué velocidad. Si uno mira el desarrollo de Tesla, por ejemplo, la idea de que vamos a tener una gran flota de vehículos eléctricos en el mundo es indiscutible.
¿Cómo se mira a sí mismo Livent? ¿Como una minera? ¿Una compañía tecnológica?
Es una pregunta interesante. Definitivamente no nos vemos como una minera, porque, realmente, no cavamos ningún pozo. Si nosotros nos fuéramos hoy del Salar del Hombre Muerto en Catamarca, no habría prácticamente ningún cambio en el lugar. No estamos “sacando” nada de una montaña. Estamos en el negocio de la separación. Lo que hacemos es extraer solo el litio y devolvemos todo lo demás exactamente como estaba. Nada sale del lugar excepto el litio. No sacamos el agua del salar ni extraemos otros minerales, como el magnesio. Somos un extractor muy cuidadoso de este componente. El verdadero valor que agregamos está en lo que hacemos con ese litio, y en eso somos más bien una compañía de “materiales especiales”, donde invertimos mucho más tiempo trabajando en las propiedades físicas y químicas que en la propia extracción.
¿Diría que el hidróxido de litio es un commodity?
Yo diría que hoy está intentando delucidar qué es lo que quiere ser cuando crezca el mercado. Todavía es un mercado un poco bipolar. En algún sentido, es muy difícil conseguir que un cliente utilice tu hidróxido de litio. ¿Por qué? Porque es crucial que sepan y crean que el material que utilizan es seguro y adecuado. No lo van a comprar en cualquier lado. No podrías ir a un gran productor de baterías coreano, japonés o incluso chino y decirle: “tengo hidróxido de litio” y vendérselo. Porque les tomaría alrededor de un año decidir si el material es apropiado. Lo probarán, probarán y probarán, pedirán cambios, requerirá calificaciones muy complicadas, es un proceso muy complejo. Pero mientras tanto vemos cómo muchas compañías chinas inundaron el mercado con más hidróxido de litio del que se necesitaba. Y el proceso para utilizarlo hizo caer el precio, lo cual es un comportamiento clásico de un commodity. ¿Cómo terminará esto? Yo creo que se comportará más como un “specialty” que como un commodity, porque, al final, es un componente muy sensible del proceso.
¿Cómo los afectó la pandemia?
COVID-19 forzó el cierre de las principales automotrices europeas y eso hizo pensar a los inversores que esta demanda masiva de litio que esperábamos se ha demorado un poco. Porque, además, el mercado europeo tiende a usar baterías más sofisticadas y entonces el parate en Europa fue una preocupación mayor para los inversores de Livent que lo que estaba ocurriendo en China.
¿Qué tan importante es el litio para Argentina?
Si mirás todas las operaciones de litio en Argentina hoy, hay que pensar en un mercado de US$ 2.000 millones. En Livent estamos apuntando a las 60.000 toneladas; Orocobre, 25.000; Lithium America, calculá 30.000 toneladas más. Es una oportunidad para atraer capital extranjero a Argentina. Primero para la construcción de las instalaciones, pero después para la exportación de quizás 200.000 toneladas de carbonato, cuando hoy estamos quizás en 80.000.
¿Cómo describiría invertir en Argentina?
Invertir en cualquier lugar tiene sus desafíos, y la gente tiende a creer que los desafíos en Argentina son únicos. Pero eso no es cierto. Por ejemplo, cualquier inversión hoy en Gran Bretaña no sabe cómo va a ser la relación con el resto de Europa. En China o Estados Unidos, todavía no sabemos qué va a pasar con los aranceles y otras barreras comerciales. Así que la noción de que solo en Argentina es difícil invertir simplemente no es verdad. No creo eso. Argentina sí tiene algunas particularidades. La primera, por supuesto, es la macroeconomía. Estamos en un negocio de exportación, así que entender qué pasa con el tipo de cambio, con el control de capitales, con el control de cambios, con las retenciones? todas estas variables tienen un impacto muy fuerte en nuestro negocio. Lo segundo, y esto es muy importante para nosotros, es nuestra relación con la comunidad y el lugar en el que estamos. La provincia de Catamarca ha apoyado mucho a la minería y otras actividades extractivas, así que es importante que desarrollemos esa relación de una manera responsable en varios niveles. Hay comunidades cuyo estilo de vida y cultura tenemos la obligación de proteger, y en Catamarca hay un gran porcentaje de la población que necesita aumentar su standard de vida, y por eso es necesario crear trabajos, que se paguen impuestos y que se invierta en la provincia.
¿Cómo impacta en Livent la negociación de la deuda argentina?
La principal dificultad que tenemos hoy es que el precio del litio no es suficientemente alto como para justificar poner tanto capital a trabajar. Por eso quiero ser claro en lo extremadamente sensible que son algunos costos como las retenciones a la exportación. La minería de litio requiere una cantidad enorme de capital, y por eso necesitamos una rentabiliad significativa como para poder invertirlo. Con el precio del litio donde está hoy, no se justifica el desembolso de capital en Argentina o en cualquier otro país.
¿Están negociando las retenciones?
Estamos en conversaciones constantes con el Gobierno sobre cómo podemos ser un cooperador responsable. Lo último que queremos es ser percibidos como alguien que no aporta lo justo en impuestos o en la creación de empleo. Es parte de una conversación más amplia en torno del ambiente en el que operamos. No estamos inherentemente en contra de los impuestos o las retenciones. Pero nuestra visión tiene que tener en cuenta que competimos con las exportaciones de Chile, Australia o China. Así que aquello tiene que estar incorporado en el análisis impositivo.