"Este año estamos buscando capturar las oportunidades de un momento crítico. No debemos desconocer que la oportunidad se presenta por la adversidad", asegura Gabo Nazar, el fundador de la marca de indumentaria Cardón. Creada en 1988, Cardón se propuso desde sus inicios poner en valor lo más auténtico de la identidad cultural argentina, combinando las raíces propias de estas tierras con el legado de las diversas corrientes europeas que llegaron al país.
Como empresario, Nazar se describe como un "ferviente impulsor del sistema de franquicias". Cardón tiene 82 locales, de los cuales solo tres están en manos de la casa matriz. "En términos estratégicos, es importante tener locales gestionados por la casa matriz para tener contacto con el público. Pero en términos tácticos, solemos tomar la operación de locales que estén en un punto crítico o transitoriamente", destaca Nazar. La inversión inicial para un local de Cardón arranca en los US$ 200.000, con un ROI estimado a los 24 y 30 meses.
Además, Nazar adquirió la marca Pampero -fundada en 1908 por Alpargatas- hace 12 años. "El máximo desafío -y que estamos logrando con éxito- es darle una red comercial, que era inexistente, y hoy ya tenemos 100 locales en funcionamiento", asegura el empresario. La última apertura se dio en la emblemática esquina de Santa Fe y Callao, donde inauguró un local con más de 400 m2 que combina todas las líneas de la marca: Infantil, Industrial, Rural, Aventura y Urbana. "Investigamos mucho en la historia de Pampero y desarrollamos estas cinco líneas que, con el proceso de apertura que está viviendo la economía argentina, esperamos que puedan crecer y lograr buena performance de precio-calidad", describe.
Hablás de las oportunidades en la adversidad. ¿En qué sentido?
Y esto que nos está pasando de conseguir locaciones extraordinarias. Tiene que ver con jugadores internacionales que evalúan que es momento de replegarse o marcas nacionales que desaparecen o se achican. No es algo que produzca satisfacción. Preferimos un mercado pujante y generoso para todos. Pero el mercado es el que tenemos y en ese contexto uno tiene que evaluar qué partido quiere jugar. Nosotros queremos jugar el partido de la oportunidad, reposicionarnos y recuperar mercado. El año pasado abrimos en Nordelta y este año inauguramos un nuevo local en Galerías Pacífico, donde pasamos del subsuelo a la planta baja con un local mucho más grande. Además, trabajamos en la nueva imagen de marca. Renovar la imagen es muy habitual en la industria. Teníamos cinco años sin hacerlo y lo hicimos en Nordelta por primera vez. Si las marcas no se renuevan, corren el riesgo de aburrir.
¿Ves un reacomodamiento de la oferta en el país?
Hemos visto en los últimos años varias marcas internacionales que estuvieron en Argentina y tristemente eligieron dejar nuestro mercado. Hay distintos factores que influyen. Por un lado, el mercado se empobreció. Por otro, se puso más complejo de operar. Todos nuestros vaivenes con respecto a la fijación de políticas públicas vinculadas a los esquemas de importaciones y exportación y las cuestiones fiscales… Los argentinos estamos acostumbrados a esta locura, pero las marcas internacionales no. Y si encima tu mercado es chico… También ha pasado con algunas marcas locales, que han decidido achicarse o directamente desaparecer. Esto presenta una oportunidad tanto para Cardón como para Pampero.
¿Tienen locales en el exterior?
Con Cardón tenemos 3 locales en Paraguay. Y con Pampero tenemos una operación exitosa e incipiente en el mismo país. Lo que sucede es que el potencial de crecimiento y expansión en el extranjero es enorme, estamos trabajando en eso ahora que vuelve a abrirse la economía nacional. Me vas a decir: ¿qué tiene que ver que se abra la economía nacional con el extranjero? Todo tiene que ver. Si vos no podés aprovechar la escala local para gestionar producción extranjera, no podés generar un buen abastecimiento a esa operación externa. Es muy difícil generar escala de producción escindida en Argentina para una pequeña operación extranjera. En este momento que se está retomando el proceso de reapertura de la economía, estamos retomando nuestros planes de crecimiento de expansión regional.
En la industria se habló mucho de los problemas de insumos…
Exacto. Fue muy difícil. Pero somos bastante resilientes y flexibles. Tuvimos que adaptarnos reajustando la oferta de productos a lo que realmente podíamos generar sin resignar calidad. Hubo que necesariamente ajustar nuestra propuesta. En este momento nos produce mucha mucha expectativa porque podemos traer nuevamente algún producto terminado de origen foráneo y también podemos retomar lo que más nos gusta, que es abrevar en materias primas del mundo para producir localmente. Ese es el escenario ideal. Argentina no tiene escala en el mercado del segmento de consumo alto para producir su propia materia prima, lo tuvo en los '60 y en los '70 hasta principios de los '80, con fábricas de telas, paños y gabanes de altísima calidad, pero este proceso de deterioro de la economía hizo que el mercado se haya achicado. En el segmento más selectivo, de más calidad, tenés que necesariamente abastecerte de materias primas extranjeras.
La industria en Argentina está siempre atravesada por "la ropa en el país es cara". ¿Cómo ves eso?
Eso es real y tiene múltiples causas. Hay una cuestión que tiene que ver con la presión fiscal. En Argentina tenemos la carga fiscal más alta de América Latina y al lado nuestro tenemos países que son el otro extremo. En Chile, por ejemplo, tenés importación de China con arancel cero y el resto de los componentes tributarios son más bajos en el país. Con lo cual, por una sencilla cuestión que tiene que ver con el componente fiscal, los productos en Chile cuestan entre 40% y 50% menos que en Argentina. Y eso no tiene que ver con la expectativa de ganancia de los "comerciantes abusivos"; tiene que ver con una cuestión de matriz fiscal que no la determina el empresario, el emprendedor o el comerciante… La política pública me puede gustar más o menos -de hecho me gusta poco- pero son las que son. Paraguay no es tan extremo como Chile, pero es primo hermano de lo mismo. El mismo producto Cardón en condiciones normales en Paraguay es esperable que cueste 20% menos. Después tenés otras cuestiones que tienen que ver con otros factores. Las políticas erráticas también generan sobrecostos.
El famoso "costo argentino"...
El famoso costo argentino tiene que ver con nuestra imprevisibilidad. La falta de previsibilidad deriva en mayores costos. Porque todos los proveedores de bienes y servicios le cargan a la tarifa de lo que sea que vayan a ofrecer -sea un cierre o un seguro- un sobrecosto que tiene que ver con la tasa de riesgo. Es enorme la volatilidad e inestabilidad que tenemos en Argentina: empresas se crean y se funden a la velocidad de un rayo, con la misma naturalidad. Asistimos a esos procesos impávidos, pensando que es normal. La verdad es que es normal que en el mundo del emprendedor haya riesgo. Existe la posibilidad de fracasar, pero las tasas de inicios y cierre de emprendimientos es fruto del impulso creativo que tiene naturalmente el ser argentino, pero a su vez con la enorme cantidad y variedad de amenazas que supone emprender en Argentina de la mano, entre otras cosas, de la imprevisibilidad que genera el cambio permanente de la política pública.
¿Cómo ves hoy a los empresarios de la industria?
Lamentablemente el efecto que produce esto de manera reiterada no puede ser otro que el desánimo. Habemus algunos muy resilientes que seguimos.
¿Y cómo hacés para en este contexto seguir encontrando oportunidades y pensando en crecer?
El año pasado entre Cardón y Pampero abrimos 17 locales. Este año, vamos a abrir no menos de una docena. Hay una decisión de vida que he tomado hace muchos años y con la cual trato de ser coherente. Yo decidí vivir en Argentina y vivir en plenitud, dando lo máximo de mí y tratando de generar la mejor versión de mí mismo día a día. A su vez, decidí crear una familia (tengo cinco hijos). Si vos decidís vivir en Argentina, criar hijos en Argentina y que amen su país, no podés quedarte al costado del camino a despotricar por lo que pasa. Te arremangás y tratas de ver cómo contribuís: trabajé en impulsar la creación de una fundación para promover una escuela de oficios, presidí durante siete años la Asociación Argentina de Marcas y Franquicias, colaboro con entidades que promueven el emprendedurismo. Desde muchos lugares lo hice y lo sigo haciendo, porque entiendo la importancia de impulsar la generación de riqueza a través del sector privado. Como empresario, no me puedo quedar quejándome de lo que no me gusta y esperar que otros hagan. Tenemos que mejorar entre todos. Saco la energía de lo que no me gusta, de lo que me incomoda. Entonces tengo tres opciones: irme, quedarme y mirarlo de afuera, o sentirme protagonista de una situación de la cual soy parte y me debo.
Decís que sos impulsor ferviente de las franquicias. ¿Cómo ves al ecosistema?
En Argentina ha sido un factor muy importante de crecimiento y de generación de empleo. Es un desafío muy grande para los líderes de cadenas franquiciadas conducir los destinos de esas empresas. Es más complejo y más desafiante liderar dueños que liderar empleados rentados. Porque tenés que no solo generar y propiciar las condiciones para que esas operaciones comerciales sean rentables en el tiempo, sino también gestionar y administrar situaciones más complejas que una ecuación económica: motivaciones, emociones, relaciones personales y más. Se me da bien y es un mecanismo que merece el esfuerzo de llevarlo a cabo porque tiene muchas fortalezas que se agigantan en países complejos como Argentina, donde no hay crédito. En el país es especialmente atractivo para expandir redes comerciales.
¿Cómo le fue a las marcas en facturación y crecimiento en 2023?
En el caso de Cardón prácticamente mantuvimos volumen. Tuvimos un pequeño crecimiento en volumen a pesar de las dificultades. Hubo un segundo semestre que tuvo un crecimiento notorio. El famoso plan de expansión del consumo que promovió el gobierno para tratar de retener el poder político no le funcionó en términos políticos, pero en términos de nivel de actividad generó en el corto plazo un nivel de consumo que estuvo bastante bien. A fin de año vino un proceso de ajuste muy duro -que todavía estamos viviendo- y que creemos que vale la pena transitar si con esto logramos ordenar las variables macroeconómicas que permitan generar un proceso de mediano largo plazo más sustentable. En el caso de Pampero, es una marca que está en plena efervescencia y en 2023 crecimos. En 2023, abrimos 15 locales de Pampero. Pero además de las aperturas tuvimos un crecimiento interanual de los locales preexistentes. Hicimos un trabajo muy fuerte de posicionamiento multi target. Confluyen en Pampero consumidores de lo más variopinto.
Como empresario, incursionaste en la gastronomía y fuiste dueño de El Noble Repulgue. ¿Mirás hoy oportunidades por fuera del mundo de la moda?
Siempre somos curiosos. Estoy siempre muy pendiente del rubro inmobiliario. De hecho hemos impulsado el desarrollo de torres de departamentos, de barrios de chacras y un centro comercial en Ushuaia, Tierra del Fuego. Estamos mirando otras cosas. Argentina es un país lleno de oportunidades. Lamentablemente para algunas personas o para algunos grupos de empresarios es la oportunidad de irse. Argentina va a ser de los que se queden. Con lo cual elijo quedarme y estamos obligados a mirar oportunidades porque creemos que hay un futuro y es promisorio.
¿Es un buen momento para comprar empresas?
Siempre creemos que es un buen momento. Lamentablemente la historia muchas veces nos mostró que tal vez pecamos de ser demasiado optimistas. Por ejemplo, con El Noble tuvimos una experiencia que fue muy exitosa, fue una gran satisfacción para nosotros tomar una marca que estaba en situación de inviabilidad. Hicimos un gran trabajo: llegamos a tener más de 1.000 puntos de venta en Argentina. Pero en un momento tuvimos que replegarnos como grupo económico, bajar el nivel de pasivo y se presentó una buena oportunidad de vender. Lamentablemente después no fue bien gestionada y no prosperó. Estas cosas pasan y tiene que ver también con una Argentina muy errática donde muchas veces empresarios exitosos en algunas industrias toman la posta de alguna actividad y puede no funcionar. El mundo de los alimentos es un rubro que siempre es atractivo y no sería raro que en algún momento vuelva con con algún otro proyecto.