Se metió en los 70 para contar la espectacular historia del secuestro de los Born, el más caro de la historia. Escribiendo ese libro de 2015, se obsesionó con una pregunta crucial para la Argentina: ¿cuándo arrancó la violencia?
A 50 años del asesinato de Aramburu, todavía está en duda la palabra para nombrarlo. El que entiende que fue un 'ajusticiamiento' es porque entiende que la violencia empezó antes. Su segundo libro sobre los 70 indaga en el nacimiento de Montoneros, y uno de los aspectos que más la inquietan es que aun con tanta violen- cia, era un país mucho más justo, mucho más industrializado, con menos desigualdad. En tiempos menos violentos pero igual de excepcionales, María O'Donnell habló en #ForbesLive y compartió su visión sobre una Argentina que tiene varios asuntos pendientes. Nos hemos puesto de acuerdo en que no queremos más la violencia política, pero creo que necesitamos no bandearnos cada 10 años o 5, de una manera que hace que no podamos crecer de manera sostenida. Esa es la gran deuda de la democracia.
Que el presidente, en el medio de esta crisis, se dedique a leer este libro antes de dormir es toda una señal. ¿Qué reflexión te deja?
Me gustó lo del presidente porque me pareció muy desprejuiciado. Este es un libro que a priori podría no gustarles a los peronistas. Entonces que un presidente peronista dijera eso me gustó mucho. Me parece que está en la línea de una serie de intentos de Fernández de generar espacios de diálogo.
Sigue siendo un gran interrogante la figura del presidente. ¿Qué posición asumís respecto de la grieta?
Yo creo que Fernández ha dado gestos muy contundentes. El abrazo a Mauricio Macri, el discurso de apertura de sesiones, el rescate permanente de la figura de Alfonsín, el trabajo junto a Horacio Rodríguez Larreta. La pregunta es cuánto de esa impronta va a ganar dentro de la coalición, porque finalmente lo que está gobernando es una coalición entre Massa, el kirchnerismo y Alberto Fernández. Yo no creo que haya un albertismo pero me parece que la cuarentena potenció más el tono de Alberto Fernández. Hay que ver el devenir de eso. Incluso en Kicillof, que tiene un estilo menos conciliador, vimos la foto sentado en Parque Patricios tratando de resolver diferencias con Rodríguez Larreta.
¿Por qué creés que no hay albertismo todavía?
Porque no lo está construyendo. Hay albertismo dentro del Gabinete: Matías Kulfas, Martín Guzmán, Cecilia Todesca. Cuando mirás el PAMI, Anses, AFIP, empieza a ser más dudoso. Pero hay un núcleo de los que gobiernan que son sus amigos. Hay mucho PJ porteño de las viejas épocas, el propio Gustavo Béliz, Vilma Ibarra. Hay un
grupo pero no creo que él esté haciendo de eso una construcción política. En eso es bastante astuto porque sabe que necesita gobernar primero.
¿Cuál es tu percepción de la gestión de la pandemia, que parece haber quedado también presa de la grieta: entre la devoción por la cuarentena y la infectadura?
Los de la infectadura me parece que son figuras más bien marginales dentro de la oposición. Sí están Patricia Bullrich y Miguel Pichetto en esa línea, pero ¿quién es hoy la figura de la oposición con más territorio? Creo que hay una división más clara entre los que tienen responsabilidades de gestión y los que no. La situación económica en Argentina va a ser muy dramática. Cuando el presidente dice que somos el quinto país que preservó el empleo pienso que no, que hay un desempleo encubierto fenomenal, hay prohibición de despidos. Espero que no se lo crea porque todo eso va a ser muy duro. Creo que fue un acierto haber entrado en la cuarentena pero quizás se tendría que haber planificado mejor porque es mucho más difícil salir cuando entrás temprano que cuando entrás tarde.
Para evitar también el enamoramiento de la cuarentena, ¿no?
Pero, ¿quién se va a enamorar de la cuarentena? En eso le doy la razón a Alberto Fernández cuando se enoja. ¿Quién está mirando hoy las encuestas? A Churchill le fue fenómeno en la guerra y perdió las elecciones.
John Carlin dijo que las personas tienen miedo de contagiarse el virus, los políticos de pagar el precio y los medios tienen miedo de cuestionar el miedo. ¿No percibís eso en los medios?
Sí. Yo en un momento escribí un tweet por el que fui muy vapuleada. Santiago Cafiero dijo yo soy antimuerte, enojado por esto de la infectadura. Tirarle al otro por la cabeza que es muerte a mí no me gusta. Es una forma de silenciar el debate. Yo soy proaborto y conozco esos mecanismos donde el otro es provida y te anula en la discusión. Hay que tener cuidado con eso, por más que yo crea que lo de infectadura es ridículo.
¿Imaginás cambios en el Ministerio de Economía si se resuelve el tema de los bonistas?
Yo creo que, si Guzmán resuelve bien el problema de la deuda, va a tener un rato de estrellato en el Gabinete. Lo veo más fortalecido que debilitado. Hay que ver cómo se reordena porque ahora parece muy desconectado de la economía real. El otro día fue a ver una fábrica de zapatos y parecía un hecho excepcional. Pero son equipos que se llevan muy bien, es gente muy afín. Te diría que hace mucho que no veo tanta armonía entre dos ministerios. Y me parece que Cecilia Todesca funciona muy bien, también.
Un gran contraste con el diseño de la gestión económica del gobierno anterior. Aún hoy admiten que fue uno de los principales errores.
Claro. Y hay grandes problemas en otros ministerios de este gobierno. El loteo horizontal de Desarrollo Social, donde Alberto Fernández pone a Daniel Arroyo, pero por debajo los intendentes ponen a otro. Y después hay loteo en general: Transporte es de Massa, Anses tiene el sesgo de La Cámpora, pero en ese equipo económico creo que está el corazón del albertismo y entre ellos funcionan bien.
¿Cómo ves el vínculo de Alberto con Cristina?
A mí no me llama la atención que tengan tensiones, pero hay que tener presente que ella decidió que Alberto Fernández fuera presidente. Me parece que hay una falta de reconocimiento bastante grande a ese gesto de comprensión de CFK. No se puede saber si ella hubiera ganado las elecciones pero es difícil que alguien en una posición como ella se baje de la candidatura. Ella espera que se resuelvan sus problemas judiciales, eso es evidente. Pero da un paso que tiene un sentido. Dicho esto, no se distrae el kirchnerismo. Ocupa los espacios y hay un proyecto de poder bastante evidente de Máximo Kirchner.
No tenés dudas de que Máximo Kirchner sueña con ser presidente.
No, está re claro eso. Y creo que Kicillof también