La llegada de Javier Milei a la presidencia no solo generó cambios en la política argentina, sino que también motivó cambios en la vida personal de muchas personas. Una de las dirigentes a las que le cambió la cotidianidad es a María Migliore. Politóloga, de 38 años, era parte del riñón de Horacio Rodríguez Larreta como ministra de Desarrollo Humano.
Sin embargo, desde el año pasado dejó la función pública. A partir de ahí, no solo modificó sus rutinas —ya no tiene el celular prendido 24x7, según cuenta—, sino también los problemas sobre los que se detiene: ya no está en el día a día de la gestión, sino que intenta buscar soluciones de fondo a problemas complejos del país.
Actualmente, Migliore es directora del área de Integración Socioproductiva de Fundar, un centro de estudios de políticas públicas.
¿Cómo analizan hoy a la Argentina? ¿Está mal diagnosticada?
Necesitamos, en términos de política social, entender los problemas, llegar a diagnósticos comunes y profesionalizar las soluciones. En términos de inversión social, por ejemplo, Argentina no está mal comparada con América Latina. Es una cobertura que alcanza a mucha gente pero que cubre menos que antes. Al mismo tiempo, Argentina necesita crecer. En Fundar insistimos mucho con esta idea: sin una macroeconomía ordenada y sin crecimiento no va a haber solución estructural a ningún problema de pobreza. Sin la macro no se puede, pero con eso solo no alcanza. Queremos aportar a la discusión: cómo construir políticas públicas que puedan garantizar un piso mínimo de bienestar y a la vez empoderar a las personas.
Te pongo dos ejemplos contrapuestos. Uno es lo que para mí es una muy buena política, la AUH. Se implementó en 2009 en el gobierno kirchnerista, había tenido aportes muy importantes de Carrió y es una política indiscutida al día de hoy. Del otro lado, los planes de empleo, como el Potenciar trabajo. Claramente necesitaba ser rediseñado. Desde los '90, cada gobierno tuvo diferentes programas de empleo.
En temas sociales está lleno de consignas facilistas. ¿Cómo se hace para lidiar contra esos lugares comunes que muchas veces no tienen arraigo con la realidad?
Con evidencia, con investigación. Esto es parte de lo que estamos buscando acá y de lo que quiero en esta etapa: poder entender los problemas que tenemos con profundidad, porque son muy complejos y el mundo está cambiando. Lo primero es entender. Fundar sacó un proyecto muy grande, Agendata, que tiene datos estadísticos sobre distintas dimensiones de la Argentina. Busca aportar información y evidencia. Pensar líneas estratégicas profesionales de solución es muy importante para no caer en esas consignas facilistas que al final no tienen sentido y traen más estancamiento que otra cosa. Te doy un ejemplo: un mito es el de cobran el plan y no hacen nada o no quieren tener un trabajo formal. Cuando vas a la evidencia, ves que más de la mitad tiene dos o más trabajos.
¿Cómo ves la política social del gobierno?
Este gobierno está poniendo en discusión cosas que había que discutir. Lo que no veo es cuáles son las alternativas superadoras. Me parece que en un momento de crisis económica como el que estamos atravesando no poner sobre la mesa cuáles son las soluciones alternativas o cómo se va a acompañar a las personas más afectadas es problemático. Eso tiene consecuencias sociales que muchas veces ni siquiera se dimensionan. Como el caso de la política de integración sociourbana, una política que es estructural en la Argentina y ataca a la pobreza estructural.
Respecto a las organizaciones sociales, ¿ves cierta estigmatización del gobierno o había que poner la lupa allí?
El gobierno no trae una solución alternativa. Tiene la consigna de no a la intermediación, pero después hay que ir a los casos concretos. ¿La política alimentaria tiene que estar intermediada? Creo que no, es mejor que cada persona pueda comer en su casa y elegir lo que quiere. Una política de acompañamiento de personas que están en situación de calle, ¿se puede ejecutar a través de organizaciones sociales? Definitivamente sí. Entonces es una consigna política: sacamos a unas organizaciones pero después se distribuye a través de Conin, es lo mismo. Las organizaciones sociales cumplen un rol muy importante en todo el país: previenen adicciones en clubes, acompañan a los más vulnerables que atraviesan consumos problemáticos. Además, a veces no somos conscientes de que el lugar que no ocupan, lo ocupa el narcotráfico. Eso está pasando hoy en Argentina. Por eso hay que discutir con evidencia y profesionalismo cuáles son las mejores políticas a implementar.
En esta cuestión, ¿hay falta de profesionalismo y de experiencia del gobierno? ¿Qué es lo que más te preocupa?
Me preocupa cuál es el rumbo. ¿Había que hacer un proceso de estabilización en Argentina? Sí. Pero cómo se hace, cuán sustentable es y cómo se acompaña, esas son las definiciones que me preocupan. Cuando veo el panorama general, la caída de la actividad económica es importante, hay muchos indicadores que me levantan alertas. Me preocupa el rumbo general y la mirada estratégica.
¿Ves algún escenario en el que pueda salir bien el plan del gobierno?
Depende qué es salir bien. Hay que esperar, tengo una actitud prudente respecto a eso. El gobierno tiene mucha legitimidad democrática, hay que reconocerlo. Se han puesto sobre la mesa algunas discusiones que eran importantes. Faltan más medidas de acompañamiento y ver cómo va a ser la sustentabilidad de ese modelo. Prefiero esperar a los próximos meses.
¿Cómo ves al Pro? ¿Qué futuro le ves?
No estoy vinculada al Pro, a lo partidario. Tomé la decisión de alejarme, estoy aportando desde otro lugar. Hay una discusión interna sobre cuál debe ser el posicionamiento, el partido tendrá que discutirlo.
Más allá de lo formal, ¿qué vínculos tenés, con quiénes seguís en contacto?
Sigo hablando con Horacio Rodríguez Larreta y con distintas personas con las que formamos equipos durante los últimos años. Sigo creyendo que Argentina necesita más consenso, no polarización. Hoy no está de moda. Cuando uno dice que hay que generar ciertos consensos parece ser status quista, pero la realidad muestra que se necesitan consensos para avanzar.
Desde el lugar que tenías cerca de Rodríguez Larreta, ¿qué lectura hacés de la campaña y la elección? ¿Hay aprendizajes?
Hay mucho para aprender. Uno de los temas es hablar más directo a la gente y no tanto a la política. El último tiempo la campaña estuvo cerrada sobre sí misma y se perdió potencia de comunicación con la gente. Quizás después el resultado era el mismo, no lo sé.
A veces pareciera que Milei es exactamente lo contrario a Rodríguez Larreta, ¿lo ves así?
Este es un gobierno que no me representa. Tiene un mandato que es ordenar la economía. Particularmente me preocupa la sustentabilidad social del esquema propuesto: la suba del desempleo, la informalidad, la pobreza. No me gustan sus modos, la confrontación y la agresión permanente. Y desde la política social propiamente dicha, veo un gobierno que pone en crisis lo que había sin ofrecer una visión superadora. Es decir que rompe sin construir nada nuevo.
En lo personal, ¿cómo fue salir del gobierno e irte del sector público?
Estoy en un proceso de aprendizaje y de adaptación. Estuve ocho años en áreas críticas del gobierno de la Ciudad, es una experiencia que disfruté muchísimo, que estoy muy agradecida, pudimos hacer muchas cosas y transformar la realidad. Pero también muy desgastante. Uno está 24x7 disponible. No hay fin de semana y siempre hay una urgencia. Tener un tiempo más calmo para mí es bueno, necesario, y sobre todo me entusiasma mucho en esta etapa poder pensar soluciones a problemas complejos. Hay muchos temas en la agenda social en los que hemos hecho aportes, pero hay otros que hay que seguir pensando. Esta etapa quiero tener tiempo para eso: mirar la realidad de otros países y mirar más grande.
¿Te gustaría volver a la función pública?
Sí, definitivamente sí, pero tengo unos años por delante fuera de la función pública. Quiero crecer, aprender y desde ahí poder volver. No me veo volviendo el año que viene ni mucho menos.