El "coffee badging" (cuando los empleados van brevemente a la oficina para marcar presencia y después se van), el "quiet quitting" (se trata de hacer solo lo indispensable y no más) y los "mouse jigglers" (programas que mueven el cursor del ratón automáticamente, dando la impresión de que el usuario está activo en su computadora, aunque realmente no esté trabajando). ... realmente no hace falta otro término para describir a la fuerza laboral actual. Sin embargo, todas estas expresiones se agrupan bajo el concepto de "fauxductividad" o productividad falsa.
La productividad fue uno de los temas laborales más debatidos por los expertos este año, con empresas que temen los efectos del "gran desapego". Los CEO de empresas Fortune 500 incluso clasificaron la "baja productividad" como el principal desafío organizacional del año, según la firma de software Atlassian.
Aunque la mayoría de los empleados no exagera sobre su productividad, de acuerdo con un informe de Workhuman, el 48% de los gerentes afirma que la productividad falsa es un problema en sus equipos. Pero la situación podría originarse internamente: el 37% de los gerentes encuestados en el informe admitió fingir su productividad, en comparación con el 32% de los empleados no gerenciales. Incluso más ejecutivos de nivel C participan en la "fauxductividad", con un 38% que lo reconoce.
Está claro que no solo los empleados fingen su productividad; sus jefes también lo hacen. Este fenómeno es parte de una cultura laboral más amplia de "siempre activos".
"Los gerentes, en especial, están en una posición para promover una cultura laboral que permite a los empleados ser humanos y decir cuándo pasan dificultades, en lugar de recurrir a una productividad performativa"; comenta Meisha-ann Martin, directora sénior de análisis y investigación de personas en Workhuman, en el informe. "Los gerentes deben resistir la tentación de mantener las apariencias y, en cambio, ser abiertos sobre cuándo se toman un descanso", concluye.