Comenzó su vida en 1951 como Linda Martinez en una casa de dos habitaciones en las afueras de Albuquerque, Nuevo México; no tenía agua corriente excepto cuando se inundaba todos los veranos. Sus padres fueron constructores por naturaleza. Su padre, un ministro protestante de México que trabajaba en seguridad en el Laboratorio Nacional Sandia, había construido esa casa de adobe él mismo. Su madre solía recitar, casi como un mantra: "Empieza pequeño, pero piensa muy grande".
Más raro que su impulso de inmigrantes fue la determinación de los Martínez de ahorrar a su hija las tareas domésticas "de mujeres" para que pudiera concentrarse en lo académico. Como la menor de seis hermanos y la única mujer, se esperaba que Alvarado practicara deportes con sus hermanos.
"Tenés seis hijos, tenés un equipo", decía su padre. Cuando un entrenador de la escuela secundaria le dijo a Alvarado que las mujeres no podían competir en el salto de altura, su madre fue a la escuela para exigir un cambio. Linda Martínez luego fue Alvarado y ganó el salto de altura y el premio Chica Atleta del Año, un tributo a su desempeño en muchos deportes, incluido el softbol.
Eso llevó a Alvarado a dar lo que resultó ser un paso crucial hacia una carrera en la construcción: mientras estudiaba economía con una beca en Pomona College en California, rechazó la sugerencia de trabajar en la biblioteca o cafetería y pidió unirse al equipo de jardinería. Ella explicó su elección de esta manera: "No tengo que usar estos dolorosos zapatos de mujeres. . . . voy a broncearme y me pagarás por trabajar con todos estos hombres solteros''.
La experiencia de jardinería abrió la puerta para que Alvarado consiguiera un trabajo en una empresa de gestión de la construcción de Los Ángeles después de graduarse en 1973. Eso, y un pequeño subterfugio: cree que obtuvo una entrevista porque solo usó sus iniciales en la solicitud, disfrazando el género. Es un método que usaría más tarde al firmar las licitaciones de construcción.
Su crecimiento
Tomó cursos de estimación, topografía y programación computarizada y se mudó a Colorado con su esposo. En 1976, a los 24 años, fundó su propia empresa, creyendo que sus habilidades informáticas podrían darle una ventaja. "Me dijeron que estaba destinada a fracasar por el doble golpe de ser hispana y mujer", recuerda.
"Pero pensé para mí misma: en matemáticas cuando multiplicás dos negativos, obtienés un positivo". Después de que seis bancos le negaron un préstamo, los padres le prestaron US$ 2.500, sin decirle hasta que ella les devolvió toda la plata que habían pedido prestado contra su casa al 24% de interés.
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En 1992 se produjo una gran prueba: cuando dos herreros que instalaban una viga cayeron y murieron mientras Alvarado Construction estaba haciendo una torre de oficinas en el aeropuerto de Denver. Si bien todo el trabajo se detuvo por una investigación de OSHA, Alvarado tuvo que defenderse de otros contratistas que buscaban hacerse cargo del trabajo. "Tuve que reconstruir mi reputación", dice.
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Hoy, su empresa de construcción tiene oficinas en Arizona, California, Colorado y Nuevo México y está construyendo proyectos para Kaiser Permanente, Xcel Energy y PG&E.
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De la construcción al negocio "fast food"
Tan decidida como estaba a construir una empresa de construcción, Alvarado se metió en la comida rápida casi por accidente. En 1984, estaba desarrollando un centro comercial en una parte deteriorada de Denver y tratando de reclutar una cadena de comida rápida de marca. Taco Bell, entonces propiedad de PepsiCo, no se arriesgaría. Pero la cadena acordó que los Alvarado podían abrir una operación en franquicia allí. De esa forma comenzaron y, unos años más tarde, pedir más ubicaciones.
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Hoy en día, su Palo Alto es el 28º operador de franquicias de restaurantes más grande del país, con ingresos anuales de 325 millones de dólares provenientes de unidades principalmente en Colorado, Nuevo México y California. El ex Yum! El director ejecutivo Greg Creed dice que Alvarado se ganó el respeto de los demás franquiciados al compartir "los trucos del oficio", desde los mejores materiales para las unidades de construcción hasta la iluminación LED más atractiva e inspecciones a través de drones.
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Además de reducir el tiempo para la construcción de nuevos restaurantes, los Alvarado han probado todo, desde quioscos de pedidos digitales y lavavajillas hasta formatos de restaurantes completamente nuevos.
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Construyeron un prototipo del concepto Taco Bell Cantina, que vende cerveza y artículos de menú premium y tiene televisores que pasan deporte, en un esfuerzo por crear un lugar familiar para pasar el rato. Alvarado también ha construido un prototipo de un derivado de Taco Bell llamado Live Más (llamado así por el eslogan de marketing de la cadena, que significa "Live More") y está experimentando con convertir contenedores de envío en Taco Bells emergentes.
En lo que respecta a las franquicias, la división de funciones de los Alvarado es clara. Robert dirigió las operaciones de restaurantes, aunque recientemente su hijo mayor, Rob, un graduado de la escuela de hoteles y restaurantes de Cornell que también tiene un MBA y una licenciatura en derecho, asumió ese cargo. Alvarado sigue a cargo de lo que sabe y ama: comprar terrenos y construir en ellos. "Me mantengo alejada de las palabras de cuatro letras: cocinar, lavar, desempolva".
Alvarado Construction participó en la construcción del Mile High Stadium, el estadio donde juegan los Denver Nuggets y el Aeropuerto Internacional de Denver, entre otros lugares emblemáticos.
También construyó la mayoría de los 258 Yum! Los restaurantes de marcas (Taco Bells, Pizza Huts y KFC) operados por Palo Alto Inc., una empresa de franquicia propiedad del 51% de Alvarado y el 49% de su esposo, Robert. Es ese último negocio el que representa la mayor parte de su fortuna de 230 millones de dólares, lo que la convierte en una de las 100 mujeres más ricas del país que se hicieron a sí mismas.
*Con información de Forbes US.
