"Están todos asustados”. Los bancos, los sindicatos, los movimientos sociales, los políticos, el campo: para el legislador porteño Leandro Santoro, nadie sabe muy bien qué esperar cuando termine este período de transición y Argentina enfrente las consecuencias de una crisis que, afirma, “todavía no vimos en su total esplendor”.
De origen radical, Leandro Santoro es una de las principales voces públicas de esta nueva configuración del peronismo. Su amistad con el nuevo presidente se comprobó la mañana del triunfo electoral con selfies durante el desayuno y una improvisada versión de “Solo se trata de vivir”, de Litto Nebbia. Pero, aunque está a disposición para lo que sea, no quiere ocupar ninguno de los ministerios para los que suena (Cultura, Medios) y dice que “los tres o cuatro lugares políticos del Gobierno ya tienen buenos compañeros, como Wado De Pedro o Santiago Cafiero”. Santoro quiere “separar la carrera dirigencial de la militancia política” y permanecer en la Legislatura porteña para “crear una alternativa en la Ciudad”.
¿A qué se debió la falta de entusiasmo del domingo electoral?
Hay una sensación de responsabilidad más importante que la euforia de algunos al sentir que están cerca de ser funcionarios. Por eso las caras, si te referís a eso. No hay una visión ingenua de la Argentina porque muchos ya pasaron por la gestión y saben que los problemas que vamos a heredar son dificilísimos. Mi propia visión está matizada por la dificultad clara de dos cosas: la cuestión socioeconómica, y después administrar las expectativas de la gente. Las diferencias entre la calidad de vida durante el gobierno de Macri y el de Cristina pueden dar la sensación de que rápidamente se puede volver a esa situación. Somos todos conscientes de lo delicado de la herencia.
¿Cómo se administran esas demandas? Empresas, asalariados, movimientos sociales.
A ver, el primer punto es atender la emergencia social alimentaria con los recursos existentes; en eso está trabajando Daniel Arroyo. Segundo, resolver el frente externo. El gran problema de la Argentina es la restricción externa, la escasez relativa de divisas, la dificultad para generar condiciones de repago. Y para eso necesitás reperfilar la deuda, tanto la privada como la del Fondo; ordenar las cuentas públicas en función de ese objetivo, y a partir de eso recién pensar en bajar la tasa de interés y reactivar la economía, porque hay una relación directa entre la presión sobre el tipo de cambio y la tasa de interés. Este Gobierno nos está dejando US$ 140.000 millones de deuda externa. Armaron un quilombo bárbaro. ¿Dónde se vio eso de tomar deuda en dólares para pagar un déficit fiscal en pesos? No sé por qué hicieron lo que hicieron. Pero lo cierto es que esta situación es el verdadero cepo de la economía argentina.
¿Qué opinás de de la teoría de Guillermo Calvo de que solo el peronismo puede ajustar la economía?
Si yo admitiera eso, estaría reconociendo que vamos a hacer un ajuste. Nosotros no vamos a hacer eso. Sí veo una situación de mucha negociación con los acreedores externos, mucha fragilidad financiera, mucha dificultad para generar riqueza que nos permita distribuir. Pero, te lo aclaro, no es lo que nosotros tenemos en mente. Nosotros vamos a expandir la economía, no a seguir achicándola. Ahora, somos conscientes de que eso también demanda tiempo y de que hay que desarmar bombas enormes: el cronograma de vencimientos, los compromisos asumidos por el Gobierno respecto de la dolarización de tarifas. Ya a mediados de este año, sin el resultado electoral, el FMI pronosticaba decrecimiento del PBI del 2% para el año que viene e inflación del 40%.
¿Poner a Gustavo Béliz y Vilma Ibarra en el equipo de transición habla de un corrimiento del cristinismo?
No, habla de que son personas de la confianza del presidente y cuadros políticos con sobrada formación y experiencia. El presidente no sobreactúa la autonomía. No quería mandar ningún mensaje con Béliz o Vilma, como tampoco lo manda conmigo. Hay que reconstruir la confianza pública en Argentina, y eso se logra con un presidente que en primer lugar es honesto y no está pensando en hacer negocios ni para él ni para sus amigos, cosa que el círculo rojo le factura a Macri desde el primer día. Es importante lo que nosotros estamos planteando de un consejo económico y social institucionalizado, porque en ese marco se van a ir fijando algunas prioridades y consensos para las políticas de Estado. Nuestra intención es aprovechar el crédito que tenemos con la sociedad, con los movimientos sociales, con el movimiento obrero y con todos los que producen riqueza en Argentina para tratar de concertar entre todos un progreso económico sustentable que permita administrar con inteligencia los intereses de las mayorías.
Es probable que este sea un gobierno que necesite muchos fusibles. ¿Cómo se aborda el fantasma de Remes Lenicov?
Yo no se lo escuché a nadie. Sí lo pienso, pero no se lo escuché a nadie.
¿Qué pensás?
Que las consecuencias de la irresponsabilidad en la gestión económica de Macri no la vimos en su total esplendor. Dependerá mucho de las negociaciones con el Fondo y de los bonistas. No tengo la sensación de que va a ocurrir algo sino de que existe el peligro. No tenemos todavía magnitud del deterioro real de la economía.
Todos pensamos en escenarios donde el Fondo o los acreedores en general ceden un poco. ¿Y si no?
Lo que pensamos es que el Fondo tiene puesto el 60% de la cartera crediticia acá, que no les sirve chocar a la Argentina, y que además son corresponsables de la fuga de capitales. Que va a haber racionalidad económica por parte del gobierno argentino no tengo ninguna duda. Nosotros vamos a pagar, nos vamos a hacer cargo de la deuda. La pregunta es qué tan racionales van a ser los otros actores.
Es probable que el FMI pida que se libere el mercado de cambios.
No creo. El artículo 6 de la Carta Orgánica del FMI habla de la regulación del mercado de capitales. De ahí nos agarramos nosotros para decir que son corresponsables de la fuga de capitales. No se puede levantar el cepo así nomás. A ver, ¿vos sabés cuántas son las reservas líquidas del Banco Central? No lo sabe nadie. Imaginate si nosotros hubiéramos hecho eso.
Sobre la “racionalidad de los actores”, ¿qué opinás de los roces con Brasil?
A mí me preocupa mucho. Es nuestro principal socio comercial y la relación es estratégica para desarrollar el Mercosur, que es la única política de Estado que sostenemos desde el 85. Obviamente, las características personales del presidente complican la situación, pero eso lo tienen que resolver las cancillerías.
¿Que Alberto haya pedido por la libertad de Lula no es un error estratégico?
Una cosa es la responsabilidad de un jefe de Estado y otra la de un militante político en campaña. Pidió por lo que considera mucha gente, que es una detención arbitraria. No debería tomarse como un cuestionamiento al poder político.
¿Cómo ves a Argentina en el espejo de Chile?
Yo creo que en Chile hay dos o tres situaciones que complementan la inequidad distributiva, que es en definitiva el principal problema de la región. El boleto subió 30 centavos en Chile, ¿por qué esa chispa encendió la mechá No es solamente lo económico. Si la sociedad argentina no explotó durante estos 4 años de ajuste y degradación social y política, es porque está la esperanza de que va a venir un grupo de gente a hacer las cosas de otra manera desde el primer día. El punto es cuando la estás pasando mal y sentís que el que está arriba ignora tu situación. Eso es lo que de verdad me parece que vuelve todo inestable. Nadie va a esperar un milagro de la noche a la mañana.
¿Cómo creés que va a ser la relación con Horacio Rodríguez Larreta?
Buena. Son dos hombres de la política.
¿El larretismo es diferente del macrismo?
Sí, no tengo dudas. Primero, son más políticos. Hay muchos peronistas y radicales de trayectoria ahí adentro. Segundo, laburan más.
¿Fernández va a estimular ese tipo de oposición con un Congreso más dividido?
Ojo que con aliados llegamos. Pero para nosotros sería un salto de calidad acordar políticas y sacarlas entre todos. Eso Alberto lo tiene súper claro. Pero la política argentina depende mucho de las personalidades. Vos y yo nos peleamos por lo que sea y eso después tiene impacto en la esfera política y en la esfera de decisiones.