Las tres formas principales en que un gerente puede aumentar la productividad dentro de su equipo
Sho Dewan Colaborador
Sho Dewan Colaborador
Con una economía incierta, muchas empresas están siguiendo una tendencia de reducción de personal, prefiriendo equipos más reducidos no sólo para recortar gastos, sino también para mantener la agilidad y la flexibilidad en un mercado muy dinámico.
Por desgracia, esto tiene un gran costo para los directivos y sus colaboradores, que asumen responsabilidades adicionales para compensar la reducción del tamaño de los equipos.
Aunque nunca aprobaría hacer que los empleados asuman más responsabilidades de las que pueden manejar, creo que hay un argumento a favor de los potenciales beneficios de los equipos más chicos cuando se gestionan en forma eficaz. Si tenés personas a cargo, y querés aumentar la productividad, acá tres consejos para lograrlo.
Aunque la remuneración sigue siendo el mayor motivador para los trabajadores, las investigaciones sugieren que ya no es el único que importa.
Según Deloitte, los Millennials y la Generación Z, que juntos constituirán el 75% del personal en 2025, se preocupan por contribuir a un bien mayor. Quieren formar parte de algo más grande que ellos mismos, y esto significa comprender que hay un propósito mayor detrás de su trabajo.
Muchas veces, el mero hecho de saber cómo nuestro rendimiento puede contribuir al balance final de la empresa es suficientemente poderoso como motivación. Esto funciona por el impulso innato de comprender el impacto que tenemos en las personas con las que trabajamos: queremos saber que importamos.
La próxima vez que le pidas alguien que complete una hoja de cálculo o arme una presentación, hacele saber para qué sirve y por qué es importante que lo haga bien. Este sentido del propósito puede transformar incluso las tareas más mundanas en contribuciones significativas, creando un entorno de trabajo más positivo y productivo.
Todos los directivos quieren que su equipo funcione como una máquina bien ensamblada, capaz de colaborar eficazmente hacia un objetivo común. Pero para lograr este tipo de sinergia, un directivo necesita primero entender a su equipo a nivel individual.
Lo ideal sería dar a un líder la oportunidad de construir su propio equipo desde cero, ya sea tomando la iniciativa en la contratación de nuevas personas o seleccionando a dedo entre el personal existente. Pero para los que tienen que dirigir un grupo preexistente, es una buena idea hacer un esfuerzo adicional para conocer a fondo a cada miembro, desde sus aptitudes técnicas hasta sus rasgos de personalidad.
Una vez que tengas esta información, intentá jugar con sus puntos fuertes. Por ejemplo, si tenés un miembro del equipo al que le cuesta hablar en público pero es muy detallista, no lo presiones para que sea el centro de atención. En su lugar, hacé que construya la presentación y emparejalo con alguien que pueda presentar con confianza su trabajo al equipo o a las partes interesadas externas.
Ahora bien, esto no significa que no debas desafiar a los miembros de tu equipo o abstenerte de ponerlos en situaciones en las que puedan aprender nuevas habilidades. Solo que debe hacerse de una manera que se alinee con los puntos fuertes e intereses únicos de cada uno.
En lugar de empujar a los miembros de tu equipo a desempeñar funciones o tareas en las que puedan tener dificultades o sentirse incómodos, dales oportunidades de crecimiento que complementen sus puntos fuertes actuales.
Como directivo, vas a querer asegurarte de que vos y los miembros de tu equipo están siempre en la misma página. Querés comprobar si todo va bien y si es necesaria tu intervención.
Desgraciadamente, este deseo a veces hace que los directivos presionen constantemente para obtener actualizaciones. Con frecuencia, vemos a los directivos rondar hasta el punto de microgestionar, lo que provoca el agotamiento del directivo o, lo que es peor, empleados dependientes que no pueden funcionar sin que sus supervisores les digan lo que tienen que hacer.
En tu lugar, tenés que dejar un amplio espacio para que los miembros de tu equipo confíen en ellos mismos para realizar sus tareas. Comprobá periódicamente para asegurarte de que progresan a un ritmo adecuado, pero dejales que aprovechen sus propias habilidades y creatividad a la hora de hacer su trabajo.
Es especialmente importante hacerles saber que pueden acudir a vos en busca de ayuda. Querés estar visible no sólo para asegurarte de que están haciendo lo que hay que hacer, sino para proporcionarles apoyo siempre que lo necesiten.
Quiero subrayar que esto sólo funciona si comunicaste eficazmente lo que hay que hacer al principio del proyecto. Asegurate que entienden los resultados que se esperan y lo que pueden hacer para conseguirlos.
A partir de eso, dales el espacio para hacer su trabajo con la mínima interrupción. Al fin y al cabo, se les contrató para hacerlo, así que permitiles esa libertad. ¡Buena suerte!