La población mundial llegará a 10.000 millones de personas para 2050. Debido a esto, a muchos les preocupa que ya no podamos producir suficientes nutrientes esenciales para alimentarnos con la agricultura tradicional. Hay quienes sostienen que ya superamos la capacidad de carga de la Tierra, o sea, la máxima población de una especie que puede sostener indefinidamente el medio ambiente.
Un elemento fundamental de la nutrición humana y animal son las proteínas, las cadenas de aminoácidos en polímeros que constituyen los tejidos corporales y aportan el combustible necesario para vivir.
Las proteínas provienen de diversas fuentes, como la carne de animales terrestres y marinos y plantas como la soja y la afaca, que hoy impulsan una verdadera revolución en el mercado de fuentes de proteína para consumo humano. La producción tradicional de proteína, proveniente sobre todo de animales, consume muchos recursos naturales y amenaza el medio ambiente a medida que crece la población mundial.
Hasta ahora, se creía que las plantas eran la mejor fuente de proteína sostenible. Se considera que la proteína vegetal es una forma más eficiente de absorber la energía del sol y los nutrientes del suelo y convertirlos en algo que quieran comer plantas y animales. También está comprobado que las plantas tienen un menor impacto ambiental como fuentes de proteína que los animales.
Sin embargo, hace poco algunos científicos desarrollaron “fábricas” de microbios e incluso sacaron ingredientes del aire para producir nuevas formas de proteína.
Hace un mes, la startup finlandesa Solar Foods salió a promocionar su nueva innovación: una proteína derivada de la fermentación con gas, o sea, usando reacciones enzimáticas para convertir dióxido de carbono en proteínas comestibles con muy poca agua, nutrientes y electricidad. Esta nueva forma de proteína, apodada Solein, se producirá en polvo para consumirla como la harina en la producción de alimentos.
“La producción de alimentos fuera de la agricultura y sin consumir recursos fósiles constituye nuestro valor fundamental y lo que nos distingue de las demás [proteínas]” afirma el CEO y fundador de la startup, Pasi Vainikka, quien agregó que aunque las algas son muy parecidas, “la [producción de Solein] es el más ecológico” de los métodos de producción de proteínas que existen actualmente.
En muchas otras startups, los emprendedores trabajan para desarrollar proteínas mediante la fermentación de una manera más parecida a la destilación tradicional, la panificación y la producción de vino, o sea, el proceso natural de utilizar organismos para convertir una sustancia en otra. En el caso de vino, la levadura descompone el azúcar y lo transforma en alcohol, y así crea el elixir mágico que tanto nos encanta.
Con esta ciencia antigua, startups como Geltor y Perfect Day produjeron colágeno y proteínas lácteas, respectivamente (que conste que mi fondo de capital riesgo, FTW Ventures, invirtió en Geltor). Por su parte, Motif Ingredients, una escisión de Ginko Bioworks que recaudó muchos fondos, anunció que también usará la fermentación para “producir proteínas y nutrientes fundamentales para darle energía a tu cuerpo y aplacar tu paladar”.
La fermentación a gas suena muy prometedora porque consume residuos industriales como el dióxido de carbono, y de paso ayuda a eliminarlo de la atmósfera.
Además, si los emprendedores, los inversores y los fabricantes de alimentos se entusiasman más con la fermentación (en general) como método para fabricar proteínas, el mundo obtendrá una mayor parte de ese nutriente esencial por métodos que consumirán menos recursos valiosos. Con algo así, podríamos salir ganando los consumidores, los empresarios y el planeta.
Por Brian Frank