Las cuatro cláusulas que debés incluir como freelance para proteger tu negocio
Al trabajar en forma independiente es necesario resguardar tu tiempo y dinero de tareas inesperadas, pedidos extras, imprevistos de fuerza mayor y derechos de propiedad intelectual.

Es común pensar que trabajar como freelance es una cuestión de libertad: tenés el poder de decisión, elegís tus horarios y, al mismo tiempo, hacés dinero. ¿Qué desventajas puede haber? Pero acá está la vuelta de tuerca: esa libertad sólo sienta bien si tenés un contrato sólido que te respalde. 

Nada rebaja más rápido la "libertad" que el hecho de que te pidan constantemente "un detalle más" o te llenen de peticiones extras de trabajo gratuito.

Antes de aceptar cualquier trabajo, asegurate de que te respalda un contrato firmado. Pensá en él como un escudo, protegiendo tu tiempo y dinero (además de tu cordura). Con los términos y condiciones adecuados, podés llegar a cada proyecto con la seguridad de que tu negocio está protegido. Acá cuatro cláusulas imprescindibles que te mantendrán cubierto en cada trabajo.

 

Ampliación del alcance de las tareas

Un caso clásico de ampliación del alcance es cuando un cliente quiere sumar más al proyecto, pero estás trabajando con una tarifa plana. El trabajo crece más allá del plan original, lo que significa más trabajo sin más sueldo. 

Los freelance no son los únicos que se enfrentan a esto; un informe de 2021 del Project Management Insititute muestra que el 34% de los jefes de proyecto declararon haber sufrido una ampliación del alcance. Imaginate si fuera tu caso, podría significar mucho trabajo no remunerado.

Entonces, ¿cómo evitarlo? Con una sólida cláusula de cambio de alcance para proteger tu tiempo y esfuerzo. Empezá con un acuerdo claro sobre lo que vas a entregar. De este modo, si el cliente empieza a añadir peticiones, vas a tener una línea de base a la que remitirte. Detallá cómo se gestionará cualquier trabajo adicional. ¿Se facturará por horas o como un trabajo aparte? Esta condición lo hace claro: si el proyecto se amplía, también lo hacen los honorarios.

 

Acá tenés un ejemplo: te contratan para escribir artículos de blogs, pero a mitad de camino, el cliente quiere infografías personalizadas para cada uno. Tu cláusula de cambio de alcance te cubre las espaldas. Podés facturar esas infografías como extra o recordar amablemente al cliente que no formaban parte del trato original. 

Esta condición es tu herramienta para convertir la ampliación del alcance en trabajo remunerado, asegurándote de que todo el mundo sabe exactamente lo que está incluido y lo que no. Para asegurarte de que es hermética, considerá la posibilidad de consultar a un abogado para crear unas condiciones que se ajusten a tu negocio y cumplan las leyes locales.

 

Cláusula de fuerza mayor

Todo freelance aspira a llevar un proyecto hasta el final, pero cualquiera que tenga experiencia en este campo sabe que los bloqueos ocurren. A veces, un encargo se enfrenta a sorpresas: tormentas inesperadas, interrupciones en la cadena de suministro o simplemente mala suerte que nadie vio venir. Aquí es donde la cláusula de fuerza mayor te salva.

¿Qué es un acontecimiento de fuerza mayor? Básicamente, es cualquier acontecimiento importante, imprevisible y fuera de tu control, ya sea de la naturaleza o de factores humanos. Algunos ejemplos son las catástrofes meteorológicas como inundaciones o tormentas, las perturbaciones sociales como huelgas o disturbios, los errores de terceros (como los retrasos de las compañías navieras) y los problemas en infraestructuras esenciales. 

Imaginate que vas por buen camino para entregar la tarea, pero una tormenta te deja sin electricidad, retrasándolo todo. Con una cláusula de fuerza mayor, estarás protegido de toda responsabilidad tu trabajo si se ve descarrilado por acontecimientos que escapan a tu control. Normalmente, permite a cualquiera de las partes salir del acuerdo si la situación no puede resolverse en un tiempo determinado.

 

Sin esta disposición, podrías quedar a merced del derecho común, que con frecuencia no te eximirá de tus obligaciones, incluso si se produce una catástrofe. Una cláusula de fuerza mayor garantiza que tanto vos como tu cliente tengan un plan de escape para esas situaciones verdaderamente imprevisibles, lo que la hace imprescindible en cualquier contrato freelance.

Cláusula de extinción para el trabajo de seguimiento

Una cláusula de extinción establece una fecha final clara o un evento en el que ciertas responsabilidades finalizan automáticamente. Es una forma de limitar el tiempo que cada parte tiene para cumplir su parte del trato. Esta disposición especifica exactamente durante cuánto tiempo cada uno está en desarrollo, pero puede ampliarse o eliminarse de mutuo acuerdo.

Para el trabajo de seguimiento, una cláusula de extinción traza una línea. Establece una ventana (digamos 30 o 60 días) en la que te ocuparás de pequeñas correcciones o actualizaciones. Incluso con cláusulas de cambio de alcance, los clientes pueden volver con pequeños retoques mucho después de que el proyecto terminó. La cláusula de extinción te garantiza que no tendrás que hacerte cargo automáticamente de esos retoques de forma indefinida, evitando que se acumule el trabajo no remunerado.

 

Digamos que sos un desarrollador web freelance. Construís y lanzás un nuevo sitio web para un cliente e incluís un plazo de 30 días para retoques o correcciones de errores. Una vez pasado ese tiempo, si el cliente quiere nuevas funciones o cambios importantes, la cláusula de extinción te cubre las espaldas. No estás obligado a hacer un trabajo extra gratis, así que podés hablar de nuevos términos o tarifas. Es una forma fácil de proteger tu tiempo, establecer límites saludables y mantener equilibrada la relación profesional.

Acuerdo de propiedad de los datos

¿Qué pasa con tu trabajo una vez que el cliente recibe el producto final? Las normas varían según el sector: los escritores y diseñadores freelance suelen ceder todos los derechos, mientras que los fotógrafos tienden a conceder licencias de su trabajo.

Asegurar los derechos y la propiedad es crucial. Digamos que diseñás un logotipo: el cliente es el propietario de la versión final, pero ¿qué hay de los conceptos o borradores que no gustaron? Asegurate de dejar claro en tu contrato a quién pertenecen esos archivos.

 

Un acuerdo de propiedad de los datos también te permite asegurarte el permiso para mostrar el proyecto en tu portfolio. A la mayoría de los clientes les parece bien, siempre que no infrinjas la confidencialidad. Pero si sos un escritor fantasma, es posible que no puedas revelar en qué trabajaste ni para quién.

Añadir una cláusula que establezca que la propiedad intelectual no se transfiere hasta que se haya completado el pago también puede protegerte. Si un cliente empieza a utilizar tu trabajo pero no paga, tendrás una forma legal en la que apoyarte por infracción de la propiedad intelectual. Es una forma sencilla de asegurar tus derechos y que los clientes jueguen limpio.

Un contrato freelance sólido no es sólo papeleo; es una red de seguridad para tu negocio. Mantené el buen funcionamiento de tus tareas y establecé las expectativas de las dos partes al cubrir tus bases con acuerdos claros. De ese modo, vas a poder centrarte con confianza en hacer lo que te gusta sin sorpresas desagradables en el camino. 

Nota publicada en Forbes US.