Forjar un nuevo camino es un trabajo duro, a veces tan desalentador que la mayoría ni siquiera lo intenta. Para los pioneros, la subida es siempre más empinada, las barreras más altas, los cráteres se ciernen más grandes y la resistencia más fuerte. Pero cuando, por fin, se alcanza el objetivo, es mucho más gratificante. No sólo por lograr algo, sino también por forjar un nuevo camino para que otros lo sigan.
Ninguna medalla puede superar este sentimiento de logro y pocos encarnan este tumultuoso viaje de forma tan poderosa como Eileen Collins, la primera mujer piloto de la NASA y comandante del transbordador espacial.
El documental Spacewoman dio vida a su increíble historia en la gran pantalla. Dirigida por Hannah Berryman y producida por Natasha Dack Ojumu y Keith Haviland, esta película biográfica ofrece una mirada cruda y sin filtros sobre lo que se necesita y los sacrificios que exige ser pionera.
La historia de Eileen Collins
El viaje de Eileen Collins comenzó en Elmira, Nueva York, donde creció en un hogar marcado por la pobreza y la inestabilidad. Desde muy joven, soñó con volar como vía de escape a su desafiante vida. Callada y diligentemente, trabajó durante años para ahorrar dinero para las clases de vuelo, aceptando cualquier trabajo a tiempo parcial que podía encontrar mientras aún era estudiante.
Limpiaba los pasillos de su instituto como conserje y ayudaba a los clientes en una tienda de artículos para el hogar. Para ella, ningún trabajo era demasiado servil, ningún esfuerzo demasiado grande. A los 19 años, tras años de determinación, por fin tenía lo suficiente ahorrado para tomar sus primeras clases de vuelo, un momento crucial que la puso en el camino hacia la grandeza.
Las primeras mujeres piloto en las Fuerzas Aéreas de EE.UU.
Cuando las Fuerzas Aéreas estadounidenses abrieron sus puertas a las mujeres piloto, Collins estuvo entre las primeras de la fila, aprovechando una oportunidad que había estado fuera del alcance de generaciones de mujeres.
La discriminación y el acoso manifiestos y encubiertos a los que se enfrentó como una de las primeras mujeres en un entorno abrumadoramente masculino no la disuadieron. Al contrario, redobló los esfuerzos y siguió adelante.
Su trayectoria alcanzó nuevos niveles cuando la NASA la seleccionó para ser su primera mujer piloto de transbordador. Pilotar el transbordador era una hazaña con la que sólo unos pocos elegidos podían soñar, y mucho menos conseguir. Sin embargo, Collins no se detuvo. Tras sus dos primeras misiones, se convirtió en la primera mujer comandante del transbordador espacial de la NASA, un logro monumental que inspiró a innumerables mujeres y niñas a seguir carreras en STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas).
El documental ofrece una visión íntima de la vida de Collins más allá de la cabina. Videos caseros la revelan corriendo a los entrenamientos del transbordador espacial después de dar de comer y jugar con su hijo pequeño cada mañana, o explicándole a su hija pequeña que iba a ir al espacio de nuevo, incluso después de que recientemente perdieran a unos amigos en una terrible tragedia del transbordador espacial. Collins buscaba las mejores palabras para comunicar esta noticia a su hija, lo que daba a toda la película una profundidad que no se podía conseguir sólo leyendo sobre su vida.
Ir al espacio tras la tragedia del Columbia
La cuarta y última misión de Eileen Collins se produjo tras el desastre del Columbia. Lo que se suponía que iba a ser una misión rutinaria se convirtió en una tragedia. Con una avería crítica que amenazaba la misión, Collins y su tripulación se enfrentaron a maniobras de alto riesgo y arriesgados paseos espaciales.
Su actitud tranquila y su liderazgo preciso guiaron a su equipo hacia la seguridad, cimentando su legado como comandante que prosperó bajo presión. Estas escenas subrayan un mensaje clave de la película: Eileen Collins no sólo fue una gran comandante mujer; fue una gran comandante, y punto. La Spacewoman no rehuyó el desgaste emocional y físico de ser la primera.
A través de entrevistas con colegas como la Dra. Cady Coleman y el Dr. Charlie Camarda, así como con familiares de Collins, el documental capta el costo de ser pionera a la vez que celebra los techos de cristal que Collins rompió una y otra vez.
La historia de Eileen Collins es una historia de agallas, perseverancia y una increíble gracia bajo el fuego. Ella ejemplifica lo que significa abrir camino, soportar desafíos e inspirar a otros a soñar más alto.
A fin de cuentas, Spacewoman es más que un documental; es un llamado a la acción. Nos recuerda que con valor y trabajo duro, ningún sueño (por muy lejos que esté de nuestro alcance) es imposible.
Nota publicada en Forbes US.