Hace cinco años, su trabajo era convencer al CEO global de Dow de invertir millones de dólares en la Argentina. Hace dos, lideraba las operaciones de Vista, la petrolera de Miguel Galuccio. El año pasado, interrumpió su sabático para, al frente de IDEA, ponerse al hombro #SeamosUno, la iniciativa que repartió 60 millones de platos de comida en plena pandemia.
Desde su nueva oficina en una casa de Zona Norte, se asoció con Francisco Brañas (expasante en Dow y una de las 10 Promesas de Forbes en 2020) para lanzar NuQlea, una empresa de triple impacto con la que buscan revolucionar la industria de la construcción y para la cual armó un dream team de socios.
Gastón Remy representa a una nueva generación de empresarios que sabe que el rédito económico ya no puede ser el único objetivo. Propósito, inspiración e impacto son algunas de las palabras que más repite en el transcurso de la charla. Lejos de la oficina en Puerto Madero con secretaria y chofer, está en modo emprendedor lanzando una startup y muy entusiasmado. Pero, para entender dónde está parado hoy y cuál es su visión, vale recorrer sus últimos años en la Argentina, país del que se había ido para hacer carrera en Dow y al que volvió en 2014 para, con menos de 40 años, liderar la filial local.
¿Por qué te fuiste de Dow en 2018?
En la vida y en las carreras, hay momentos de Y, de bifurcación. Llegué muy joven al puesto de CEO en una subsidiaria
que era una de las más grandes para la empresa, con presencia en el mundo petroquímico, químico, energía (con Vaca Muerta), agro. Cuando llegué, fue con el pensamiento de quedarme algunos años y seguir con la carrera internacional. Pero empecé a engancharme con la idea de contribuir y hacer cosas para la transformación de Argentina. El querer alinear el interés propio con el de la organización, sumado a un interés colectivo.
¿Cómo lo plasmaste?
Empezamos un proceso de transformación organizacional muy grande y fue un aprendizaje como líder. En paralelo, empecé a hacer carrera con una participación muy activa a nivel dirigencia empresarial, en IDEA, AmCham, cámaras. Y, cuando llegó el momento de seguir mi carrera afuera, quise quedarme y contribuir. Quería ser parte de algo más trascendental y justo apareció la oportunidad de asociarme con Miguel Galuccio. Soy de Neuquén, con lo cual tengo mucha conexión emocional con la industria, y era la posibilidad de quedarme y hacer algo diferente. Me costó mucho la decisión, fueron años espectaculares, y Dow me formó como persona, como líder y como profesional.
¿Cómo fue la experiencia en Vista?
Fueron años intensos. Arrancar un proyecto de cero, pero que al nacer como SPAC (empresa de adquisición de propósito especial) tiene las exigencias de una empresa pública, desde el primer día cotizamos en la bolsa de México y tuvo su punto cúlmine cuando hicimos el segundo IPO en la bolsa de Nueva York. Ahí empecé a sentir que era un buen momento
para hacer otras búsquedas y se unió con mi deseo de alinear el propósito y el sentido de la transcendencia.
Decidiste, a principios de 2020, tomarte un sabático. ¿Cómo se decide algo así?
Es fuerte. Hay una sensación de despojo en esa decisión. Parece mentira, pero uno entra en una zona de confort también en el rol de CEO. Pero siempre me fui reseteando y reinventando en mi carrera, entonces no me sorprendió tanto. He tenido una búsqueda constante de salir de zonas de confort, aunque la decisión de Vista fue mucho más profunda porque tenía que ver con parar todo. Tenía el tanque rebalsado y quería que me baje agua para que me entren nuevas ideas, ganas de hacer otras cosas.
Y estalló la pandemia.
La sensación fue: Esta pandemia se va a llevar puestas un montón de cosas y no da mirarla desde el balcón o un lugar cómodo. Y mi momento de introspección se convirtió en acción desde un lugar totalmente diferente del que había estado antes, aunque consecuente si miro para atrás. Quien me marcó mucho en el cambio de mirada y ser más integral fue Rodrigo Zarazaga (N.d.R: director del Centro de Investigación y Acción Social, CIAS, el think tank de los jesuitas en Argentina). Para toda una generación de empresarios fue un factor muy importante al tener mayor sensibilidad de los temas sociales y de impacto. Él nos marcó el norte con el tema del hambre.
¿Cómo saliste de esa experiencia? ¿En qué te transformó?
Le pusimos el cuerpo al proyecto. La mayor transformación vino por el cambio de mirada, sacarte sesgos y entender el nivel de profundidad y el impacto que tiene la pobreza en Argentina. Con niveles de frustración y tristeza enormes... Pero también te ayuda a ver que desde el liderazgo o establishment a veces no se toma dimensión. Salí de ahí diciendo que es muy difícil que pueda volver a la vida corporativa. Estoy convencido de que hoy no se puede iniciar un emprendimiento que no incorpore la mirada de impacto social. Ese fue el cambio más grande. Y lo otro es que, saliendo de los periodos de excepcionalidad, el valor más grande que tenemos para contribuir desde el sector privado es no llevar el pescado sino la caña de pescar.
¿Cómo se construye a largo plazo ese puente entre sector público, privado y la sociedad?
#SeamosUno fue un proyecto puente y hay liderazgos puente que hoy son muy importantes, que es unir mundos. Cuando sintetizás detrás de objetivos comunes y un propósito común pasan estas cosas extraordinarias. Y uno se pregunta qué pasaría si lográramos eso para el país.
¿Salir de las diferencias?
Por ahí en las puntas tener las discusiones que hay que tener, pero encontrar ejes en común que nos convoquen como sociedad. Sobre todo ante estas situaciones tan extremas que estamos viviendo,como una pandemia, la situación macro muy compleja, la falta de empleo, los avances tecnológicos que implican adquirir nuevas habilidades. Está lleno de razones que deberían ser motivo suficiente para unirnos detrás de objetivos comunes, sin dejar de lado que podemos pensar distinto.
¿Qué te llevás de tus años en IDEA?
Un recorrido de aprendizaje, maduración y creación de vínculos de una generación de empresarios que entendíamos que había que ir detrás de un objetivo más trascendente y no representar a un sector particular o a intereses más egoístas o de construcción más colectiva.
¿Cómo juega la coyuntura política?
Cometemos un gran error al llevar la grieta a estos niveles. El compromiso tiene que ser con el desarrollo del país. Los gobiernos pasan y por supuesto los contextos cambian, pero tiene que haber un eje de más largo plazo que no tenga que variar de acuerdo con quien gobierna. Las lógicas binarias, los simplismos, le hacen mucho daño a la Argentina; es un mundo complejo y no es de blancos y negros. No significa ser tibio, pero la binariedad no es el camino.
¿Representás a un nuevo tipo de empresario?
No sé si lo represento y seguramente no es algo que uno quiera. Sí siento que somos una generación con sombreros, en mi caso, de ejecutivo, empresario, emprendedor social. Tenemos una mirada más redonda del rol de quien todos los días se despierta pensando en cómo generar trabajo, cómo tomar el toro por las astas y trascender a los momentos y las circunstancias, con una mirada de transformación. En mi caso, sumé cómo puedo hacer que tanta gente pueda elevar su condición. Me parece realmente inmoral y absurdo que tengamos tanta gente en situación de pobreza, pasando hambre. No podemos dejarlo de lado; se ha ido agravando cada vez más, con lo cual la responsabilidad es mayor.
¿Y ahí lo de tender puentes?
Hoy el ser puente es entre el sector público y privado, entre lo analógico y lo digital, entre organizaciones tradicionales y líquidas, entre sectores sociales. Tenemos la responsabilidad de ser puente, cruzar intereses, visiones y diferencias detrás de objetivos comunes. Hay transiciones y los liderazgos que sean capaces de poder conducir esas transiciones son los liderazgos más vulnerables, humildes, de corazón abierto, que no juegan al póker con las cartas pegadas al pecho. Es paradigmático, pero también es el momento del hiperhumanismo.
¿Quiénes te inspiran a vos?
Lo que he hecho en forma natural es rodearme de gente muy distinta. Como Rodrigo Zarazaga, o deportistas como Pepe Sánchez y Manu Ginobili. Tratar de estar con gente que piense distinto, lo cual no es tan fácil. Uno tiene que proponérselo, si no terminamos en un mismo grupo de pertenencia. En IDEA aprendimos mucho, buscar diversidad de pensamiento, lugares de incomodidad y desafío.
¿Qué es el propósito para vos?
Es cuando uno encuentra un paraguas trascendental que cubre tus acciones u objetivos del día a día; que son conducentes a algo más transformacional y que realmente sea convocante y saque lo mejor de vos. Y de ahí surge NuQlea.
Revolucionar la construcción
¿Cómo se gestó?
Desde el lugar de ver que en estos recorridos del año pasado, en muchos casos las condiciones de vida, de hábitat, son paupérrimas. Y, a partir de ahí, pensar en un proyecto que pueda sintetizar emprendedurismo, escala y uso de la tecnología. Y surgió esta oportunidad de hacer algo con los principales fabricantes de materiales de construcción de
la Argentina para crear una plataforma digital que pueda generar eficiencias en la industria y, sobre todo, democratizar el acceso a materiales de construcción y con eso mejorar la vivienda.
¿Un marketplace?
Más, porque tiene patas que tienen que ver con la compra, venta, logística, medios de pago, financiamientos, microcréditos, pero también capacitación, empleabilidad. Todas las complejidades y oportunidades que pueden derivar de reunir en una misma plataforma a los principales jugadores de una industria, su cadena de valor, los usuarios y alrededor un ecosistema que empieza a ver valor en ser parte de la plataforma. Estamos teniendo un enorme apoyo de las principales compañías y marcas fabricantes de materiales de construcción, que se suman como aliados estratégicos fundacionales.
¿Cómo está conformado el equipo?
Cuando empezamos a pensar esto, nos encontramos con Francisco Brañas, Julio Quel y Leonardo Dimieri, tres emprendedores de Bahía Blanca. Francisco, de hecho, hace cuatro años era pasante en Dow, yo era el CEO, y hoy somos socios. Ellos habían desarrollado un algoritmo y sobre esa tecnología montamos la idea de NuQlea, con un proyecto muy ambicioso en el cual traemos cada uno lo mejor de nuestros mundos, lo analógico y lo digital. La tecnología no es un fin pero sí es un medio para apalancar y hacer una evolución en una industria que lo necesita, y con mucho impacto en lo social y ambiental.
Es un cambio a la hora de pensar la compañía.
Es increíble. Somos puentes generacionales. Pero se ve en cómo trabajamos acá, en el hub tecnológico que está montado en el Dow Center en Bahía Blanca. Equipos autónomos, células, son organizaciones líquidas de verdad. Cambio
permanente, lidiar con la ambigüedad... Vos tenés un propósito claro y en el medio se va ajustando. El modelo de negocio y el día a día es muy fluido, también, es interesantísimo.
¿Es otro tipo de liderazgo?
Tenemos que pasar de organizaciones basadas en estamentos jerárquicos a las basadas en lógicas de comunidad y propósito compartido. Eso es fundamental. Es un ajuste, un aprendizaje. Son las organizaciones del futuro. Por eso estoy tan entusiasmado con este proyecto, porque es profundamente transformacional en un montón de sentidos: la manera en que interactuamos, nos proyectamos, nos posicionamos, cómo contribuimos a la sociedad y a los inversores. Hay un gen argentino para el emprendedurismo muy particular que ha sido la gimnasia de vivir en la montaña rusa.
Resiliencia argentina
¿Qué te preocupa a nivel macro?
Empezamos a naturalizar cuestiones de la macro totalmente excepcionales: la alta inflación, el crecimiento de la pobreza, si nos integramos o no al mundo. Todos, no solo los políticos, tenemos que replantearnos qué hicimos tan mal. Me preocupa que veo a la política en su conjunto cada vez más divorciada de lo que es importante para la gente. Y sobre todo queda en evidencia en momentos de crisis grandes.
La pandemia dejó cosas al descubierto...
Me preocupa porque ese gap se tiene que achicar porque, si no, es un problema para el sistema. No sé si es porque es un año eleccionario o porque hay tensiones en los distintos partidos. De la misma forma, Argentina tiene una reserva de resiliencia que me impresiona y da orgullo, y ahí hay una oportunidad, pero necesitamos una convocatoria mucho más amplia, que trascienda los partidos y gobiernos de turno, que sea una épica más de la sociedad. No sé qué más tiene que pasar para que suceda.
¿Hay dos visiones de país en pugna?
Sí. Y es lógico. Lo que no puede pasar es que sea en desmedro de un interés colectivo tan básico. No podemos
discutir que no se puede vivir con 50% de inflación o pretender vivir aislados del mundo. Argentina se ha nutrido de distintas miradas y ha encontrado balances; lo vimos en los últimos años a nivel político, en el Congreso. Es más profundo que la grieta política, es la mirada binaria de la que hablábamos antes.
¿Cómo te imaginás al país en 10 años?
Para eso hay que mirar los últimos 30 años y somos un país que ha ido en decadencia. Y lo digo como alguien que eligió vivir acá. Desde un lugar con mucho amor por el país y de creer, se me mezcla dónde me gustaría que esté y dónde creo que puede estar. Tenemos que hacer mucho para torcer el rumbo y no lo van a torcer solo los que tengan cargos políticos, sino que va a tener que ser un esfuerzo de la sociedad. Es muchísimo sacrificio, que mi duda es si estamos dispuestos a hacerlo.
¿Qué te da miedo?
Lo que siempre embroma más es ir para un lado o para el otro, los vaivenes en el péndulo. Tomar decisiones de largo plazo en contextos tan volátiles y cambiantes es un tema. Ahora el mundo está lleno de estos vaivenes, de alguna forma se ha argentinizado. Pero lo que más me preocupa es la descomposición social. Este tipo de niveles de pobreza y de fragmentación de la sociedad desintegra, descompone, y eso puede ser una tragedia. Y la Argentina no está estructurada ni tiene en sus bases lógicas para estos niveles de fragmentación social.
Por el nivel de pobreza...
Hoy ya tenés que pensar en un país para sacar adelante a casi la mitad de la población en esta situación. Eso cambia tu mirada macro, tus políticas sociales, de desarrollo, de capacitación, de innovación. Lo que más me preocupa es que no hayamos sido capaces de frenar el crecimiento de la pobreza. La desigualdad se hace cada vez mayor, y por eso la importancia de que todos tengamos miradas inclusivas e integradoras.
Reconocerlo desde el lugar de privilegio...
Es que ese privilegio crea responsabilidad. No hay espacio para una mirada sesgada o egoísta. Punto. Hay que hacerlo. Hay una responsabilidad de los que ocupamos lugares de liderazgo, que tuvimos la suerte de tener determinado tipo de educación o de acceder a distintos tipos de oportunidades. Tenemos que devolver, hacernos cargo y pensar cómo volver a traer a la gente que está afuera del sistema.
¿Y cómo se trae a esa gente que está afuera del sistema?
Estoy más convencido que nunca de que el camino no es llevar el pescado, sino la caña de pescar. Capacitación, educación, y darles las herramientas para que desarrollen las habilidades para incorporarse a las lógicas de la nueva economía. Un proceso largo y estructural que requiere planificación y un esfuerzo de todos los actores y factores de la sociedad en conjunto.
NuQlea y su dream team
A Gastón Remy lo acompañan Francisco Brañas, Leonardo Dimieri y Julio Quel, que habían creado CAPP, y sobre ese desarrollo se montó NuQlea. También están Hernán Sánchez (presidente de la Cámara Empresaria de Operadores Logísticos), Bernardo Cassagne (abogado, socio de Tanoira Cassagne), Pablo Silveri (fue CFO de Dow), Inés Cura (COO de IBM), José Pepe Sánchez (exjugador profesional de básquet, con quien Remy desarrolló el Dow Center, centro deportivo de excelencia en Bahía Blanca) y Eduardo Novillo Astrada (expresidente de la Asociación Argentina de Polo y emprendedor serial).
Los socios fondearon el inicio y, con la prueba piloto de la plataforma online desde mediados de agosto, están saliendo a buscar una primera ronda de inversión de US$ 3 millones para 18 meses de expansión y crecimiento, escalando en negocio en Argentina y América Latina. Buscan smart money, o sea, que puedan contribuir no solo con dinero, sino con expertise. El seniority del equipo es un plus a la hora del pitch.
Nacemos con lógica de triple impacto. Como toda startup, imagino un crecimiento exponencial, y ojalá algún día podamos hacer de esto una compañía pública. Me encantaría que este tipo de compañías, que en su ADN ya tienen una mirada más integral e inclusiva, sean exitosas desde lo económico en su modelo de negocios, pero integrado con la mirada del impacto social y la responsabilidad ambiental, dice Remy.
Lo que dejó #SeamosUno
Se recaudaron más de $ 871 millones, se produjeron y entregaron más de 1 millón de cajas, y más de 5.000 voluntarios en poco menos de 6 meses distribuyeron 60 millones de platos de comida y artículos de higiene. #SeamosUno fue una construcción colectiva que empezó en un chat y juntó a entidades religiosas, ONG y entidades empresarias. Siempre fue una gesta colectiva y un esfuerzo solidario, sin nombres pero con mucho corazón", asegura Gastón Remy. "Es el reflejo de la importancia de trabajar en red; una cadena solidaria y eficiente, donde cada eslabón es tan importante como el otro. Todos hicieron la diferencia. Todos fueron protagonistas. Todos fueron esenciales, añade.
La filosofía de Gastón Remy
- # MIRADA ECOSISTÉMICA
- # REINVENTARSE ante nuevos contextos, pero siempre con consistencia, coherencia y convicciones.
- # GENERAR VALOR para los stakeholders.
- # LÍDERES POSITIVOS y facilitadores, que motivan a probar cosas nuevas, la diversidad y la tolerancia al error.
- # SER PUENTE y romper dicotomías.
- # PARTICIPAR no es lo mismo que trabajar: Cuando lográs que a una organización la atraviese un verdadero sentido de trascendencia y propósito, se genera un efecto potenciado de pertenencia y compromiso de sus integrantes.
- # LOS LÍDERES SON POR INSPIRACIÓN, no por mando, así como por la capacidad de crear entornos, espacios y contextos que saquen lo mejor de cada miembro del equipo: Manejar este tipo de organizaciones más líquidas y horizontales hace más complejo el proceso de toma de decisiones, pero el resultado final puede ser casi mágico.
- # LA REAL GENEROSIDAD con el futuro es dar todo lo que tenemos en el presente es una de sus frases de cabecera (de Albert Camus).