Autora de más de 50 publicaciones sobre políticas sociales en Argentina y América Latina, Gala Díaz Langou es directora ejecutiva de Cippec, donde trabaja desde 2016, especializada en investigación aplicada a políticas públicas sobre cuestiones sociales, especialmente en lo referido a los derechos de la infancia y el género. Para ella, hay dos formas de pensar el vínculo entre la educación y lo que luego efectivamente pasa en el mercado de trabajo.
La educación puede contribuir ante la disyuntiva de participar o no del mercado laboral. Obviamente, esto es en términos de una situación de privilegio. Pero desde el sistema educativo se puede contribuir a que haya una mayor participación de las mujeres en el mercado de trabajo: en Argentina solo 6 de cada 10 mujeres trabajan de manera remunerada, mientras que en varones es 8 de cada 10, explica.
El segundo aspecto está en qué sectores y alcanzando qué niveles de liderazgo, para lo cual la educación es clave en el establecimiento de las normas sociales. En esa formación, en la visibilización de casos claves, hay un rol central de la educación. Las mujeres están subrepresentadas en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, que son los sectores más dinámicos de la economía, añade. Para ello, hay que incentivar prácticas que disminuyan los sesgos. Si bien los cupos son una herramienta muy útil como punto de partida, hay que tener procesos transparentes e igualadores.
En Cippec, impulsan búsquedas ciegas y abiertas, sin género, foto, edad, domicilio ni estado civil. Más allá de las políticas, es importante que entendamos, sobre todo quienes estamos en lugares de liderazgo, que la diversidad es buena para el negocio de las empresas y el desarrollo del país, dice Díaz Langou, para quien es clave también incentivar a los padres a tomás más roles, para que la crianza sea compartida.