Es influencer de la inclusión y se dedica a derribar estereotipos: la historia de Daniela Aza
Florencia Radici Forbes Staff
Florencia Radici Forbes Staff
Cuando nació, a Daniela Aza le diagnosticaron Artrogriposis Múltiple Congénita, una de las llamadas enfermedades poco frecuentes que afecta a las articulaciones, generando contracturas. Pasó por 15 cirugías y, enfrentándose a barreras y obstáculos del entorno, demostró que su diagnóstico no es destino. "En ese momento fue todo un desafío, porque el mundo era totalmente distinto. Lo primero que le dijeron a mi familia fue: 'No va a caminar ni tener vida autónoma'. Pero ellos siguieron adelante, sortearon los obstáculos y buscaron las mejores oportunidades para mí", cuenta Aza, de 38 años, que es Licenciada en Comunicación por la UBA.
Se presentó a muchas entrevistas laborales, pero admite que encontró muchos prejuicios. Entonces, decidió hacer algo con eso. "Cuando me preguntan por qué abrí mi cuenta de Instagram, la respuesta es: por las falencias que encontraba en la sociedad". Así, se convirtió en "influencer de la inclusión" y, con casi 100.000 seguidores, invita con contenidos amenos y descontracturados a derribar estereotipos y tabúes, además de aceptar a la discapacidad como parte de la diversidad. "Quería hacer algo desde mi lugar para dejar una huella y mejores. Y me encontré con una comunidad muy receptiva. Si bien cuesta, porque son mensajes difíciles de construir y las temáticas son complejas, encontré muchas personas que están dispuestas a aprender y cambiar", añade.
Es asesora, columnista y speaker, y es convocada para llevar su experiencia, motivar y educar a través de charlas, talleres, exposiciones en empresas, organizaciones y colegios. Trabajó junto a diferentes empresas como PedidosYa, Movistar, BBVA, PepsiCo, JP Morgan, Quilmes, Accenture, Manpower, Wunderman Thomson, Accenture, Consejo Publicitario Argentino, Incluyeme y Practia, entre otras. El trabajo con las empresas es en conjunto, a partir del estadío en el que están y cuál es el objetivo que persiguen. Así, ha tratado tópico como los mitos sobre la discapacidad, los obstáculos o incluso cómo tratar con clientes con discapacidades.
En 2018, por caso, fue elegida para participar del Programa de Mentoreo para Mujeres Líderes del Cono Sur de Voces Vitales y en 2019 fue una de las ganadoras del Premio Bienal ALPI. En 2021, su cuenta fue reconocida de interés por los derechos de las personas con discapacidad y recibió un reconocimiento del Consejo Publicitario Argentino en la categoría “Cuentas de Redes Sociales con Propósito”.
La inclusión, admite, está en la agenda corporativa. "Es una temática que no pueden dejar afuera. Sea por una cuestión de empatía y construir un mundo mejor, pero también por el negocio. La inclusión es un propósito, pero también es un negocio. Las personas con discapacidad somos clientes y consumidores potenciales. Ni hablar a nivel imagen: una empresa que deje afuera al colectivo con discapacidad va a tener que atenerse a las consecuencias", advierte.
Sin embargo, derribar mitos sigue siendo una lucha diaria. "A la hora de contratar, se sigue considerando a la persona como alguien con una falla y un problema en lugar de adaptar los entornos para que esa persona sea parte. En muchos casos, el cortocircuito es desde el comienzo, porque ni siquiera se puede acceder a la entrevista. No se concibe a las personas con discapacidad como talentos. Se piensa que no son productivas, que van a faltar todo el tiempo", revela Aza. Y si bien la tecnología y la posibilidad de trabajar desde el hogar puede ser un beneficio, la infraestructura igual tiene que estar preparada, aunque sea online. "A veces, son mínimos los ajustes que se necesitan para incluir a una persona", agrega.
Hace más de 40 años que en la Argentina rige la Ley 22.431, que establece un cupo laboral del 4% en los organismos públicos para las personas con discapacidad. A nivel privado, la decisión queda en manos de cada organización. ¿A favor o en contra de los cupos? Aza dice que está en una posición intermedia: "Antes que nada, está bueno. Pero nos quedamos a mitad de camino y puede ser un arma de doble filo. No es contratar y listo. Hay que hacer un seguimiento, ver si puede ascender en su carrera laboral. La empresa tiene que involucrarse y adaptar todos sus entornos -por ejemplo, si tienen locales al público. Es difícil, nadie dice que sea fácil". El pedido es que no sea "solo un punto de la checklist".
Y si bien el tema está cada vez más en la agenda, todavía hay mucho trabajo por hacer. "Sigue bastante escondido el tema. El común de la gente no se da cuenta cuando hay algo que no está funcionando bien en materia de inclusión. Está muy naturalizado y arraigado el pensar que la persona con discapacidad no importa. Y es una cuestión de derechos humanos apelar a la inclusión de personas con discapacidad. Hay que hacer fuerza para impulsar esto, para naturalizar que una persona con discapacidad esté presentando una noticia, esté en las películas", dice Aza. Aún hay un largo camino por recorrer.