Hay futbolistas que no parecen futbolistas, gente que cuando habla se aleja del discurso habitual en ese mundo tan especial. Futbolistas que incluso no se divertían jugando al fútbol.
Es el caso de Gabriel Batistuta, que hace tres años admitió que el fútbol nunca fue "divertido" para él. "Es un ambiente del que nunca me gustó formar parte", dijo.
"¿Quieren ser futbolistas?", le preguntó en otra ocasión a un grupo de jóvenes: “Primero tienen que pensar por qué quieren jugar. Si es para ser Cristiano Ronaldo o Messi les aconsejo que paren ahora y busquen otro camino".
Que uno de los goleadores históricos de la selección nacional hable así sorprendió a muchos, pero Batistuta tiene un discurso que va mucho más allá de la negativa, de enfatizar lo que no le gusta, lo que no disfrutó. Tiene muy claro lo que le gusta, los caminos para llegar a la felicidad, a la realización personal. Fue evidente en una conversación que mantuvo con Facundo Manes durante los complejos meses de la pandemia, antes de que el neurólogo se convirtiera en diputado.
Batistuta tiene, a sus 53 años, toda una filosofía de vida, una serie de vivencias y consejos que vale la pena escuchar. "Yo a los 20 años cobraba más que mi viejo, que había laburado toda la vida. De no haber tenido una educación, de no saber que esa no era la realidad, hubiera hecho un desastre. Eso es lo que tiene el fútbol. Uno a los 30 años tiene millones de dólares y no sabe para donde disparar. Por eso digo que los futbolistas estudien, porque tienen que estudiar, lo van a necesitar siempre".
El "Bati" predica con el ejemplo: está estudiando desde hace tiempo inglés y francés, porque quiere entender mejor el mundo en el que vive. Hoy en Argentina, años atrás en Australia o Italia.
"Uno de mis propósitos post carrera es transmitir ideas que entendí cuando vivía afuera, ideas que son muy simples, fáciles de aplicar y nos podrían hacer estar mucho mejor".
¿Por ejemplo?
-"Hay una que es, sobre todo, la de respetar las reglas. Veo que a nosotros nos cuesta decirle a un amigo 'respetá tal regla'. Nosotros con el 'no seas buchón, bancame', no le decimos 'loco esto no se hace, respetá'".
"No se necesita estudiar en la NASA o en Oxford para respetar la ley. No pasar el semáforo en rojo, ¡no lo pasés! Vestirte de determinada manera, respetar las reglas. Y si alguien no las respeta, aunque sea tu amigo, hacéselo notar. Eso lo viví en Australia: cuando alguien se equivocaba se lo hacían notar aunque fueran amigos. Acá tenemos esa idea, si te corrijo dejo de ser tu amigo, cuando debería ser lo contrario: yo te corrijo porque te quiero".
-Y yo no ensucio porque te quiero, también.
-"Australia está lleno de parques, hacen shows, la familia va a los parques los fines de semana, no se queda en casa. Y a las siete de la tarde vas por el parque y decís '¡acá no hubo nadie!'. Podríamos hacer como hacen los australianos, llevar una bolsa más grande y tirar ahí las latas de cerveza y las costillas. Cuando se van del parque no queda nada, Australia debe ser el país que menos paga de servicio para limpieza, es algo natural en la gente".
-"¿Cómo arreglamos la Argentina? No nos vamos a dormir y al día siguiente está perfecta. Lleva tiempo...".
-"Michael Jordan, Michael Schumacher, Guillermo Vilas... Miré a todos los grandes y me pregunté qué habían hecho para llegar. Busqué buenos ejemplos, aunque después te das cuenta que no todo es lo que parece... Aprendí a compartir, a escuchar al que tiene mucha plata y al que no tiene nada. Mi padre se encargó mucho de que yo respetara a todas las personas. Nunca tuve inconvenientes para sentarme en ninguna mesa. Un jeque árabe o quien fuere".
Si se lo sigue escuchando, se entiende que los goles de Batistuta, con la cabeza o los pies, nacían del alma, del cerebro. Y del corazón.
-"Mi propósito a los 17 años fue 'Bati, ¿vos cómo querés estar a los 50?'".
-"Yo lo veía a mi viejo laburar todos los días e ir al colegio a la noche. No podía dejar de trabajar, y si no estudiaba no podía progresar nunca en su trabajo. Esto es difícil, me dije... Yo no quería eso para mí, yo tengo un espíritu mucho más independiente. Yo a los 50 años no quería depender de un jefe que me rete porque llegué tarde un minuto o dos. Y al cumplir los 18 me fui a Newell's".
-"Llegar al máximo nivel requiere de más disciplina que talento. Yo he dejado atrás en el fútbol a compañeros que eran mucho más talentosos que yo, pero que querían hacer las cosas a su manera. Hay que entrenarse, comer bien, no salir mucho...".
¿Disciplina? Un concepto que puede ser muy doloroso, advierte Batistuta.
-"Llego a Newell's y no tenía ni botines. El club me dio un par, eran Adidas, pero me quedaban grandes. Yo no había tenido Adidas en mi vida, así que no quería decir que me quedaban grandes. A los dos días tenía unas ampollas tremendas. No quería dejar de entrenar. Corté la parte donde tenía la ampolla y se me veía el dedo gordo. Mi objetivo estaba ahí arriba: para llegar a los 50 tengo que hacer esto.
-Para mi fue simple: apunto hacia arriba y voy para allá".
El hombre que enamoró a una ciudad, Florencia, mira a los mayores y a los jóvenes. Los dos son importantes para él.
-"Estoy feliz, se ve que me llevo muy bien conmigo", explica riendo. "Me faltan pocas cosas. Me da mucha felicidad que los abuelos, que la gente mayor sea reconocida por lo que hizo. Veo con tristeza muchas veces que no les tenemos respeto. Si veo llorar a una persona mayor me destruye. Me pongo en la piel de esa persona, que trabajó toda la vida y quien sabe que hizo por sus hijos... Y llegar a una edad en la que te sentís vulnerable y que no te respeten y no te reconozcan todo el amor que diste me pone muy pero muy triste".
-"Me gustaría vivir en un país contento, con problemas, pero contento. La jubilación no debería ser un problema, es gente que vivió antes que nosotros y dio mucho por nosotros y que trabajó para nosotros. Hoy yo veo a un jubilado llorar porque la jubilación es pésima o no le alcanza para los medicamentos y me hace mal".
Batistuta tiene cuatro hijos. El mayor es Thiago, de 30 años,
-"A mi no me gustaban los aritos, llegó Thiago, con 17 años, y me dice que es la moda. A mi no me gustó, pero terminé aceptándolo. Háganse tatuajes, pelo corto, largo, aritos, lo que sea. Pero el respeto a la madre, al padre, el orden, la disciplina, el saber convivir en sociedad, eso no va a cambiar nunca, eso existió desde antes de Cristo. De hecho Jesús tenía el pelo largo, y después vinieron los piratas. Hubo de todo, pero esos valores siempre estuvieron".
¿Consejo final?
-"A los chicos les digo que se levanten del sillón, que investiguen, sean curiosos, trabajen y piensen qué quieren ser, cómo se quieren ver dentro de 20 años. Me quiero casar, quiero tener una esposa, uno o dos hijos... Y calcular, organizarse y perseguir los sueños. Todo es posible si el objetivo está fijado. Que dediquen tiempo a encontrar el propósito, y que se dejen guiar por gente que ya hizo lo que ellos quieren hacer".