La compañera de fórmula de Joe Biden representa una candidatura histórica. Kamala Harris no solo es la primera mujer de color en integrar la lista de un partido trascendental en las elecciones de los Estados Unidos, sino que también es la primera estadounidense de origen asiático en una lista. Y, si la fórmula resulta ganadora, ella sería la primera mujer vicepresidenta. Pero la candidatura de Harris es también una sorpresa por otros motivos.
Por un lado, es el primer candidato, más allá del sexo, graduado de un colegio o universidad históricamente de negros. Harris obtuvo su título en 1986 en la Universidad Howard, en Washington DC. Pero también tiene otro hito: esta hija de inmigrantes de India y Jamaica es la primera candidata de Silicon Valley. Su crecimiento en el poder se dio en paralelo al ascenso del valle, que pasó de ser un centro tecnológico a uno los centros de negocios más influyentes y poderosos del mundo.
Así, Harris es la primera californiana en una lista nacional desde Ronald Reagan en 1984. Conoce la ciudad como pocos políticos: representó el ecosistema empresarial y de innovación líder en el mundo durante mucho tiempo. Comprende su extraordinario poder para crear tecnología transformadora. ¿Cuál es el espíritu que Harris representa? Según Nish Acharya, desde sus inicios, Silicon Valley se mostró dispuesto a apostar fuerte por ideas arriesgadas, independientemente de su origen.
Ha apostado por emprendedores de élite pero también por aquellos sin recursos que pasaron a construir empresas como Sun Microsystems, Google e Intel. Treinta y cinco años después, ninguna otra región pudo replicar la voluntad de Silicon Valley de experimentar, fallar y reiniciarse basándose en la pasión del emprendedor o el potencial de una tecnología, enfatiza.
Y se pregunta: ¿Puede Harris llevar el espíritu de las grandes apuestas y la escala de Silicon Valley a Washington? Necesitamos apoyar muchas ideas innovadoras para combatir el COVID-19 y reimaginar nuestra economía. Y necesitamos ampliar rápidamente las soluciones exitosas para que Estados Unidos y el mundo puedan volver a aprender, trabajar y socializar.
Sin dudas Kamala representa un gran contrapunto para Michael Pence con una vida y una carrera política forjada desde los años 80 en el ala religiosa más radical del movimiento conservador, que finalmente pudo desplegarse con más éxito cuando llegó a la Casa Blanca. A los 61 años, el compañero de fórmula de Trump se define seguido como un cristiano, un conservador y un republicano, en ese orden.