Muchas personas, sea cual sea su rango en una organización, dudan en pedir ayuda, incluso a colegas y amigos. No quieren ser molestos ni dar la impresión de que no pueden ocuparse de las cosas por sí solos. Si te sentís identificado, podés estar perjudicándote a vos y a tu equipo.
Por el contrario, a los compañeros de trabajo les gusta que les pidan ayuda, según descubrieron los investigadores de la Universidad Hosei de Tokio dirigidos por el profesor de Psicología Social Yu Niiya, editor asociado de la Revista Japonesa de Psicología Social. Aumenta su sentimiento de autoestima, crea un vínculo entre la persona que ofrece la ayuda y el individuo que la solicita.
Existen riesgos, por supuesto: pedir un favor supone una carga para otra persona y si lo rechaza también puede crear resentimiento. Pero los beneficios, proporcionar oportunidades para construir y promover relaciones, parecen compensar los riesgos, según el estudio. Acá algunas lecciones a tener en cuenta:
- Si necesitás una segunda opinión o una mano amiga, preguntá
Más importante que si debés o no pedir un favor (la respuesta es que sí) es cuál es la mejor manera de pedirlo, algo que analizamos detenidamente. Los investigadores japoneses respondieron ampliamente a la pregunta: cuando un colega les pedía ayuda, los participantes en el estudio indicaron que recibir un "pedido directo de ayuda no sólo les llevaba a responder afirmativamente, sino que aumentaba su simpatía por el colega que se lo pedía. La lección:
- Si querés caer bien en el trabajo, considerá la posibilidad de pedir favores a tus colegas de vez en cuando. No des vueltas; solicitalo directamente. Pero no lo transformes en un hábito, entonces se convertirá en una carga para los demás.
Con la excepción del cascarrabias de la empresa, la mayoría de nosotros preferiríamos caer bien a nuestros compañeros de trabajo que caer mal. Pero no es por eso por lo que solemos pedir ayuda a nuestros colegas, pedimos ayuda porque la necesitamos. Necesitamos que respondan Claro, encantado. ¿Cuál es la mejor manera de lograrlo? La respuesta genérica es hacer una petición directa, utilizando la terminología que emplearon los investigadores japoneses. Pero, ¿Qué tipo de petición directa?
Un artículo de Harvard Business Review planteaba (y respondía) exactamente esa pregunta hace un par de años: Cuando necesitás ayuda con algo, ¿mandás un correo electrónico, hacés una presentación, programás una reunión de Zoom o preguntás en persona?.
Como señalaban los autores, la forma de hacer una petición - el modo de comunicación- puede tener una influencia significativa en la respuesta que se obtenga.
El Laboratorio de Ciencias del Comportamiento de BCG profundizó en este tema. Aunque no tenemos una varita mágica para encantar a las personas, los datos que recopilaron podrían ayudarte a conseguir el sí que buscás la próxima vez que tengas que pedir un favor.
Consideraciones importantes a la hora de pedir un favor:
1) La naturaleza de la solicitud (¿Es algo grande y/o urgente?).
2) Tu relación con la persona a la que se lo pedís (¿Hasta qué punto conocés a este colega? ¿Estás más arriba, más abajo o igualado en la jerarquía?).
3) El medio, o modo de comunicación, con más probabilidades de desencadenar el resultado deseado (¿Debo pedirlo en persona, o está bien una llamada telefónica o una solicitud por correo electrónico?).
Antes de realizar nuestro estudio interno, mis colegas y yo habríamos supuesto casi unánimemente que una solicitud en persona, cara a cara, siempre produciría el mejor resultado. Nos habríamos equivocado.
Según nuestros datos, las presentaciones personales por teléfono son más eficaces, incluso entre los colegas más jóvenes (producen un 47% de respuestas positivas, un 3% más que las solicitudes en persona). Mi teoría es que, probablemente, se debe a que las conversaciones telefónicas son menos intimidatorias.
Cuando alguien que está cara a cara te pide que le hagas un favor, podés sentirte presionado, y tu mecanismo de defensa puede hacer que se inventes una excusa para decir que no, cuando podrías haber dicho que sí si estuvieras cómodo. Las otras modalidades (enviar una nota por correo electrónico, por escrito o impresa, tienen resultados incluso más bajos.
Las personas de mayor rango están más dispuestas a abordar las peticiones grandes, las de menor rango son más propensas a hacer favores ligeramente desafiantes, y los favores pequeños son lo que llamamos indiferentes a la tenencia.
No hace falta resaltar que pedir un favor es diferente a dar una orden. Así que tené en cuenta siempre el tono, independientemente de a quién te dirijas. Este último punto también puede hacer una gran diferencia.