Cientos de empresas que estaban consolidadas y tenían un futuro enorme están al borde del colapso. Algunas compañías lograron reinventarse de inmediato y otras persisten en su idea de resistir o mantener sus negocios, aun cuando las ventas se redujeron a la mitad o casi desparecieron. ¿Cuál es la diferencia entre unas y otras? ¿Por qué, ante la evidencia de una crisis sin fin, algunos empresarios no logran hacer el click? La respuesta está en el gen emprendedor.
Empresarios que planificaron un 2020 de crecimiento, consolidación, de nuevas líneas de producto, ahora planifican llegar a fin de mes. Resistir es la palabra más escuchada por estos tiempos. Pero ¿vale la pena resistir? ¿O es mejor huir para volver con más fuerzas? ¿Huir? Sí, congelar el negocio hasta que vuelvan las condiciones para que sea rentable y generar ingresos en otro mercado o con otra empresa y otro producto.
Esta decisión, que para muchos fue inmediata, para otros es como una traición al esfuerzo de tantos años. Les resulta imposible volver a ponerse el overol de emprendedor, volver a esos comienzos donde todo era aprendizaje, más errores que aciertos, trabajar miles de horas y con suerte generar ingresos, sin saber muy bien qué futuro les depara. Aun con el negocio con casi cero ingresos, resisten o encienden una vela para que todo vuelva a la normalidad. ¿Por qué a algunos les cuesta tanto reinventarse?
El gran problema del empresario que tiene una empresa cuya facturación se desplomó o se redujo a la mitad es que, si no termina de hacer el duelo por el negocio que ya fue (al menos hoy ya fue, tal vez mañana pueda volver a ser negocio), le resultará muy difícil reinventarse, me dijo Martín Quirós, consultor pyme.
Un empresario del rubro calzado con más de 50 años en la industria y que fabrica para grandes marcas aún no pudo hacer el clic, y me contó por qué: ¿Cómo hago para dejar atrás un oficio, donde mis empleados son nietos de los primeros empleados? Yo soy un innovador en mi sector, se me ocurren ideas todo el tiempo para mejorar la suela, los modelos, pero hoy me cuesta pensar en emprender de cero un negocio que no sea este.
Hacer el duelo también es ganar tiempo. Javier Pap es segunda generación de una empresa familiar con más de 45 años en el mercado, cuyo negocio (instalación y conservación de ascensores, bombas de agua y grupos electrógenos) está en funcionamiento, pero la facturación cayó. Entonces decidió emprender otro rubro totalmente distinto. Adquirió la distribución oficial de una empresa de parrillas y estufas de primera línea, y está usando su experiencia en logística y stock para generar ingresos por otro lado. Mientras diseña su reinvención en su rubro, busca opciones en otro.
El gen emprendedor que todo empresario necesita para reinventarse también significa ponerse al hombro la empresa, como en los comienzos.
Tito Loizeau, creador de las Barbie Stores, empresario gastronómico y dueño de una agencia digital, ni bien estalló la pandemia creó una startup de barbijos, The Micro Mask, pero al mismo tiempo incrementó su horario y dedicación a todos sus negocios.
A Caramba, mi agencia digital, normalmente le dedicaba de tres a cuatro horas; hoy estoy todo el día. En primer lugar porque gran parte del equipo está en home office y eso requiere más coordinación. Por otro lado, estoy más involucrado en temas administrativos y financieros. En tercer lugar, estoy más metido en intentar vender porque muchos proyectos se cayeron.
Otro desafío de estos tiempos de transformación es celebrar logros que antes pasaban inadvertidos y hasta eran considerados como un fracaso. Sí, hoy es imprescindible, para el ánimo y la motivación de todos, volver a esos comienzos donde ganar un cliente se celebraba brindando con champagne como hoy se celebra firmar un contrato con una multinacional.
Todos los meses tengo que facturar $ 60.000.000 para cubrir los costos, hoy festejamos que vendimos $ 60.000 en Mercado Libre, me confió un empresario del rubro gastronómico. Pensar en emprender como en los comienzos no es un retroceso, en todo caso es un viaje al pasado con la ventaja
de la experiencia adquirida.
Marcelo Salas Martínez es director de Café Martínez y tiene sobre sus espaldas la responsabilidad de sostener una empresa casi centenaria con más de 200 tiendas. Ahora me ocupo mucho de pensar en la salud de la comunidad Martínez, estoy atento a eso. A la salud en su totalidad, física, espiritual, económica, etcétera. Pero sobre todo pienso en cómo ayudar para que cada persona consiga cruzar a la otra orilla. Esto ya pasará. Incluso, Salas Martínez dice que trabaja menos que antes.
De empresario a emprendedor. Retroceder siempre, rendirse jamás.