María Laura Tramezzani ingresó al mundo financiero en una época en la que las mujeres no tenían demasiados asientos en las mesas de dinero. Su primer paso fue la formación, se recibió de licenciada en Sistemas en el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y de licenciada en Economía en la Universidad Católica Argentina (UCA). Su carrera despegó en BankBoston, donde ascendió a la posición de CEO de 1784, la primera compañía de fondos mutuos del país. Luego, se destacó como Head de Research y CEO en Consultatio Asset Management, y como Directora Ejecutiva en J.P. Morgan. Además, es socia fundadora de Action Advisory Group. Y reconocida por su trayectoria entre las 100 mujeres más importantes de Argentina.
El lanzamiento de su libro es sólo un tema de conversación cuando se trata de la mujer que vivió de adentro la crisis del 2001 en Argentina; y es que hace pocos días lanzó su primera creación editorial “Todo valió la pena”, en el que relata su experiencia al frente de 1784 en el momento en que la gente salía con las cacerolas a la calle y las familias quedaban en bancarrota al perder todos sus ahorros.
“Fuimos cómplices del deterioro del país”
El recuerdo más significativo para María Laura Tramezzani fue como CEO de 1784, la primera compañía de fondos mutuos de Argentina, donde enfrentó momentos desgarradores, viendo a sus colegas y colaboradores dar lo mejor y lo peor de sí mismos. Los lazos formados en esa época perduran hasta hoy, pero también se perdieron supuestas amistades.
"Las situaciones límites de los clientesy ver cómo muchos de ellos perdían el total de su patrimonio son recuerdos que jamás se borrarán de mi memoria. Era el fruto del trabajo de toda una vida, algo desgarrador”, recuerda y agrega: “En cuanto a los empleados, vi cómo muchos de los que trabajaban en 1784 lo daban todo, a pesar de saber que ellos mismos habían perdido sus ahorros y que muy pronto perderían su empleo. Son recuerdos que aún me resultan profundamente dolorosos".
La realidad es que la crisis avanzaba y la manera de manejarla tenía a las personas divididas, frustradas e imposibilitadas de actuar frente a los superiores que marcaban el rumbo, no sólo de los empleados y clientes, sino de un país entero. “Destruimos la confianza de las personas en la banca, una institución que es clave en el desarrollo de un país como Argentina. En fin, fuimos cómplices del deterioro que aún vivimos y pagamos como argentinos”.
De liderazgo se aprende, se hace y se renace
El liderazgo no es solo una habilidad adquirida, sino una experiencia vivida y una fuerza que se renueva de manera constante; se aprende. Enfrentarse a desafíos constantes y adaptarse a cambios abruptos son parte del proceso de formación de un verdadero líder.
Uno de los aprendizajes claves que tuvo Tramezzani fue sobre las personas, en un momento en el que recursos humanos no era aliado del negocio, la pandemia y sus consecuencia en el trato de la gente eran sólo ciencia ficción y el empleado no tenía beneficio más que sus ocho o nueves horas de trabajo. Para entender, hay que viajar al pasado. “Aprendí que es esencial elegir a la gente, primero por su calidad humana y luego, por su idoneidad”, indica y añade: “Los equipos que tienen por objetivo un ideal o una mística, cuando llegan a situaciones límites son incondicionales, porque la gente da la vida por ese ideal que busca defender y no por el dinero”.
Algunos consejos para tiempos de hoy
En la Argentina se vive con la realidad de que las crisis son una constante en la vida. Desde la inestabilidad económica hasta los vaivenes políticos, los ciudadanos crecen viendo cómo las crisis impactan a las familias, amigos, y a todo el entorno. Pero también enseña que la adversidad te permite ser resiliente, a encontrar soluciones creativas y a valorar lo que realmente importa. Esta capacidad de adaptación no solo define la historia, sino que también moldea la identidad colectiva.
Según Tramezzani, es crucial trabajar estrechamente con el equipo íntimo y seleccionar a los colaboradores no solo por su habilidad técnica, sino también por compartir principios éticos y una visión de vida alineada, pues las personas, en momentos claves, muestra lo mejor y lo peor, conforme sea su naturaleza. “Esto no solo fortalece la cohesión interna, sino que también fundamenta la lucha en metas más elevadas, como la virtud y el propósito común”, señala.
En tiempos críticos como la reducción de personal, Tramezzani recomienda elegir a personas versátiles sobre especialistas, debido a que las crisis terminales pueden impactar en múltiples áreas simultáneamente. “Cuando lideren una crisis, siempre prevean lo peor y prepárense para eso. La imaginación antecede a la acción, y si la visualizaron, estarán preparados y podrán afrontarla; si lo peor no ocurre, mejor. Pero si sucede, no los tomará por sorpresa”, reflexiona.
Ayer y hoy: cualquier similitud con la realidad…
El país juega con fuego, y no es noticia. “La Argentina tiene un problema crónico que es el déficit público y que es la raíz de todas las crisis, en el 2001 y hoy. En esta crisis no hubo corrida de depósitos, pero el país no tiene más opción que arreglar su problema de fondo que es, nada más ni nada menos, un Estado quebrado”, anticipa.
Una vez considerado un país emergente con promesas económicas y potencial de crecimiento, hoy enfrenta desafíos que la han colocado en la categoría de "frontera". Esta transición refleja no solo las fluctuaciones económicas y políticas internas, sino también las complejas dinámicas globales que afectan su desarrollo.
“La Argentina nunca logró desarrollar un mercado de capitales potente ni pujante. Lo intentó durante los años ´90 con la salida a la bolsa de las empresas privatizadas y la emisión de deuda por parte del gobierno, tan abultada que terminó por llevar al país al default”, repasa y actualiza: “Hoy el mercado de capitales es ínfimo, de poca profundidad y tiene poca liquidez, con una capitalización bursátil pequeña. Además, las empresas argentinas no encuentran en el mercado de capitales argentino un lugar donde financiarse; y el gobierno no puede, todavía, financiarse en el exterior, ni tampoco busca hacerlo porque está ordenando los números fiscales”.
Al final, la pagan los pequeños ahorristas
¿Y cómo hacer para no pagarla, o pagarla menos? Es crucial tener una sólida educación financiera, especialmente en contextos como el argentino. Tramezzani destaca la inversión significativa de tiempo y esfuerzo que las personas dedican a su formación académica, seguida por el desafío de gestionar ingresos y ahorrar de manera efectiva. Sin embargo, subraya la falta de preparación para tomar decisiones financieras informadas una vez que se logra ahorrar. Es esencial, según Tramezzani, aprender y capacitarse para comprender cómo poner ese dinero a trabajar de manera inteligente, evitando riesgos innecesarios derivados del desconocimiento, como los fraudes financieros.
"En la Argentina, donde las jubilaciones muchas veces no alcanzan para cubrir los gastos básicos, planificar el futuro financiero se vuelve aún más crucial”, indica y advierte sobre la importancia de adquirir conocimientos financieros sólidos para asegurar una jubilación digna y evitar convertirse en jubilados con dificultades económicas. “Capacitarse, entender cómo manejar y hacer crecer el dinero son pasos fundamentales para revertir esta situación y garantizar una seguridad financiera a largo plazo”, subraya.
En específico, para los pequeños ahorristas, indica que hay dos opciones, por un lado, la protección a través de la moneda dura como el dólar, pero para quienes quieren invertir, hay que optar por una cartera diversificada de obligaciones negociables en dólares que sean emitidas con ley extranjera.
Para los jóvenes, el mensaje principal radica en quienes quieren dedicarse a las finanzas y que pongan el foco en poder estudiar y formarse en el extranjero. “El sistema financiero argentino es muy poco sofisticado y el mercado de capitales es muy pequeño. Una de las maneras de desarrollarlo es a través de los jóvenes, que puedan trabajar en las principales plazas del exterior como Nueva York y Londres y que traigan esa experiencia a Argentina".
Tramezzani culmina reflexionando sobre la oportunidad histórica que tiene el país de cambiar su rumbo para ponerse de pie y crecer, lejos de ser una etapa de experimento más.