Cuál es la habilidad clave que tiene toda persona exitosa y que puedes desarrollar para producir un gran cambio
Homaira Kabir WomensMedia
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Tu jefe dice algo sobre tu presentación que no está a la altura de los elogios que esperabas. Y ahora no puedes olvidar su comentario. No dejas de pensar en ello en todo el día. Lo hablas con tu colega durante el almuerzo. Y luego otra vez con tu pareja en casa.
Afecta tu estado de ánimo y a capacidad de concentración. Incluso empiezas a pensar en cambiar de trabajo y te pasas buena parte de la tarde rastreando LinkedIn para ver qué hay por ahí. Y ahora estás estresado porque va retrasando tu trabajo.
Por supuesto, al día siguiente tienes más perspectiva y desearías no dejar volar tu mente. Te habrías ahorrado el dolor y el estrés. También te sientes algo avergonzado por lo reactivo que debió parecerle a su colega y desearías poder retirar mucho de lo que afirmaste. Ahora tu mente está preocupada con una nueva serie de pensamientos igualmente desalentadores. ¿Te resulta familiar?
Muchos de nosotros perdemos una cantidad desmesurada de tiempo (y de sueño) obsesionándonos o lamentándonos por cosas que no podemos controlar. Es como si hubiéramos entregado las riendas de nuestra vida y felicidad a nuestro parloteo mental y éste fuera libre de llevarnos en la dirección que quiera, que suele ser negativa porque estamos cableados para la seguridad, que incluye previsibilidad y comodidad.
Vemos amenaza donde no existe, como en un comentario negativo, una respuesta mediocre o un resultado menos que perfecto. Nos enfadamos con el tráfico y el tiempo, y nos desconcierta por completo una visita inesperada de los suegros. Y nos disuadimos a nosotros mismos de hacer planes (mañana empezaré el gimnasio) y luego hablamos mal de nosotros mismos cuando el mañana nunca llega.
Cuando los clientes acuden a mí para que les ayude a alcanzar sus objetivos, suelen decir: "Me falta disciplina, creo que sólo soy perezoso". No son perezosos, son humanos. La voz del miedo es siempre la más fuerte para todos nosotros.
Los que viven con más intencionalidad y alegría aprendieron a bajar el volumen de esta voz del miedo. Montan guardia en las puertas de su mente.
Porque la disciplina no son sólo los hábitos que se fijan y las acciones que se llevan a cabo. Eso es disciplina de comportamiento, y en lo que más nos centramos. Para vivir en integridad con lo que más le importa a pesar de los desafíos en el camino, también necesita disciplina mental.
Y aunque ambas formas de disciplina se complementan y completan mutuamente, la disciplina emocional siempre es lo primero. Sin ella, sus comportamientos no se convertirán en un hábito. Tampoco perdurarían los hábitos cuando se enfrente a contratiempos, o su rutina se vea alterada. O cuando deje de rendir cuentas a un entrenador o a otra persona.
Si se siente identificado con algo de esto, le invito a que haga un inventario haciéndose estas cuatro preguntas:
1. ¿En qué parte de mi vida me siento atascado, frustrado o infeliz?
Podría tratarse de una conversación que siempre parece ir mal, una acción que apenas se atreve a realizar, un hábito que le cuesta mantener o una emoción negativa que no desaparece.
2. ¿Qué pensamientos estoy dejando entrar en mi mente?
Sepa que su mente es su territorio, y usted tiene el poder de abrir o cerrar la puerta a lo que quiera entrar. Y aunque hay un lugar para escuchar nuestros pensamientos, con frecuencia son simplemente repetitivos y desalentadores, o directamente incorrectos.
3. ¿Cómo bajaré el volumen de estos pensamientos?
Utilice el poder de la imaginación: baje literalmente un mando de volumen de mentira en su oreja o saque el pensamiento por la puerta como si fuera una persona. O véalo como un personaje gracioso del que puede reírse, o como uno frenético que necesita algo de cariño.
4. ¿Qué pensamiento, emoción o visión voy a permitir que entre en mi mente?
Sea intencionado en lo que permite entrar, lo que sea que le ayude a ser la persona que quiere ser o a emprender la acción que quiere llevar a cabo.
Cuanto más practique, más se convertirá su vida en una alineación con sus ambiciones y aspiraciones en lugar de un reflejo de sus instintos básicos.