Si preguntás a cualquier profesional cómo se encuentra hoy, probablemente te dará una respuesta de una sola palabra: ocupado. En un mundo en el que la gente lleva el estar ocupado como una insignia de honor, no estarlo puede resultar incómodo y antinatural. Tememos dejar de movernos y que nos consideren vagos o flojos.
Pero estar ocupado no equivale a ser productivo. Peor aún, estar constantemente machacados y revueltos conduce al agotamiento, la ansiedad y las enfermedades relacionadas con el estrés. Como resultado, nuestra inmunidad se debilita, envejecemos más deprisa y somos más susceptibles a los resfriados.
Y no podés ser productivo si estás agotado y estresado. La solución contraintuitiva a la productividad puede estar en la misma cosa que tememos que la impida: bajar el ritmo.
Sin embargo, los beneficios de bajar el ritmo son numerosos. Las investigaciones demuestran que dejamos que nuestra mente divague cuando estamos ociosos. Y que soñar despiertos nos hace más creativos y mejores a la hora de resolver problemas y desarrollar ideas innovadoras.
Ralentizar el ritmo también puede ser una gran herramienta de productividad, porque conserva nuestra energía mental y nos recarga las pilas. También nos permite ser más reflexivos e intencionados, por lo que cometemos menos errores y tenemos más claridad.
Si has estado ocupado estando ocupado, bajar el ritmo puede ser todo un reto. Acá tenés seis formas de salir de la rueda del hámster:
Cambiá la multitarea por la monotarea
Podés hacer todo lo que quieras, pero necesitás ir más despacio y centrarte en una cosa cada vez para progresar al máximo. Por desgracia, la multitarea dispersa tu atención y destruye la claridad, que es esencial para la productividad. Peor aún, fomenta la sensación de "pérdida de tiempo", en la que perdés la noción del tiempo en un intento de hacer más cosas. En lugar de eso, cambiá a la monotarea, en la que te centrás exclusivamente en lo más importante y urgente. Después, cuando la hayas completado, abordá la siguiente tarea más importante pero menos urgente.
Recurrí a la antigua usanza con una libreta y un bolígrafo
Como escritora, me encanta mi notebook por su rapidez y eficacia. Pero cuando tengo una lluvia de ideas, saco una libreta y uno de mis fieles bolígrafos Pilot G-2 .07 azules. Hay algo en plasmar las ideas con papel y bolígrafo que impulsa mi creatividad. ¿Incorpora otro paso a mi proceso? Sí, pero me di cuenta de que los pocos minutos adicionales que tardo en transferir los garabatos escritos a mano a la computadora merecen la pena por el impulso de creatividad que proporciona el método de la vieja escuela.
Programá tiempo para no hacer nada a propósito
A menos que te reserves tiempo y te permitas estar quieto, tu apretada agenda se volverá aún más ajetreada. Pero, cuando domines la gestión de tu tiempo, incorporarás de forma natural a tu calendario espacio para pensar, observar y escuchar tu voz interior. Y cuando tu tiempo se dedique a las cosas que más valoras y benefician tu bienestar, te centrarás mejor en lo que más importa.
Cambiá de entorno
Es difícil bajar el ritmo cuando tu entorno te insta a hacer lo contrario. Intentá encontrar o crear un espacio cómodo lejos de distracciones como aparatos y televisores en casa. En tu lugar de trabajo, cambiar de entorno puede significar salir de la oficina e ir a un parque. (Si trabajás desde casa, como yo, simplemente salir al exterior puede hacer maravillas). Y si no podés salir de tu lugar de trabajo, cerrá las pestañas de la computadora, desactivá las notificaciones y silenciá el teléfono durante unos dichosos minutos de quietud.
Participá en actividades que te inviten a participar a un ritmo más lento
¿Temés que tu mente de mono nunca deje de acelerarse? Ofrecele menos estímulos y cambiá el atracón de Netflix por la meditación tranquila. ¿Tus entrenamientos consisten en frenéticas sesiones de kickboxing? Probá practicar yoga. ¿Sos un ávido corredor? Canalizá a tu Einstein interior, que confiaba en su paseo diario para potenciar su memoria, creatividad y resolución de problemas.
Olvidate de la culpa
Cambiá tu perspectiva para resistirte a los sentimientos de culpabilidad al bajar el ritmo. Recordá que las pausas breves y las vacaciones son elementos -no detractores- del éxito. Si incorporás sin reparos períodos de quietud, te asegurarás una mayor productividad y bienestar.
Aunque puede que no te parezca que estás haciendo tanto cuando vas a un ritmo más lento, las investigaciones sugieren lo contrario. Y al ralentizarte intencionadamente, pasarás de estar ocupado a ser productivo.
*Con información de Forbes US.