En 2017, Lola Scotta fundó su agencia de marketing digital, Horizontal, que según describe tiene atributos distintivos. Para empezar, posee una cultura organizacional que, como su nombre lo indica, es totalmente horizontal.
“Todas las decisiones las tomamos en equipo: elegimos los clientes y entrevistamos a los nuevos candidatos entre todos. Se vive un clima muy único”, cuenta. La génesis de Horizontal fue planes de influencers, pero en los últimos años sumó servicios de branding, comunicación estratégica y desarrollo de contenido audiovisual.
“Cubrimos todos los puntos que abarca un plan de marketing”, cuenta la líder de la agencia que tiene 22 empleados y trabaja para marcas como Corona, Budweiser, Gatorade, Pepsi, Paso de los Toros, Tratenfu, Didi, Bodegas Norton, BetWarriors, Modo y Control, entre otros. Este año, buscará tomar proyectos internacionales para luego poder expandirse con oficinas a otros países.
¿Cómo es el trabajo con influencers y qué valor le puede agregar a una marca?
El influencer es un medio de comunicación. Muchos son celebrities, con una exposición mediática, y usan sus skills y su público para transmitir mensajes. Nosotros, como diferencial del mercado, trabajamos con mucha metodología y siempre con un objetivo de negocios. Por mi experiencia corporate, me es más fácil explicarle a mi equipo qué es lo que la marca necesita. La creatividad responde a un objetivo de negocio.
¿Cómo cambiaron los paradigmas comunicacionales en los últimos años?
Los primeros meses de la pandemia fueron difíciles. Pero en 2021, cuando el mercado entendió que todo pasa por lo digital y las redes sociales, nuestra operación explotó. Estoy convencida de que el tema de los influencers llegó para quedarse. Debe estar integrado absolutamente a un plan de marketing: es económico, cuantificable y se puede direccionar según los valores de la marca. Podés encontrar perfiles que identifiquen a tu marca y construir una relación de largo plazo.
Lado B
Nacida en Tucumán, vino a Buenos Aires a estudiar en la Universidad de San Andrés a los 18 años. Trabajó en multinacionales -como Unilever, CCU y Sab Miller- y en 2016 se pasó al sector público, como directora nacional de Planificación del Ministerio de Cultura de la Nación Argentina. A los pocos meses, se dedicó a su propio proyecto.