Sentir que te faltan el respeto en el trabajo puede ser difícil, ya sea por un correo electrónico brusco que recibiste, por la forma en la que menospreciaron una presentación en una reunión o por una serie de microagresiones que desgastan tu confianza. Si hay una palabra que surge repetidamente en el lugar de trabajo, es respeto: "No respetás mi opinión". "Me tratás con una absoluta falta de respeto". "¡Si me hubieras mostrado un mínimo de respeto!".
Estas experiencias pueden desencadenar una serie de emociones: ira, frustración, incluso tristeza. Y cuando la dinámica de falta de respeto es creada por un jefe, puede ser más compleja y difícil de gestionar.
La gente suele sentirse impotente o sin autoridad para hablar con su jefe porque teme las posibles consecuencias: ¿Afectará a la seguridad en el empleo, repercutirá en las perspectivas de ascenso o dañará su reputación? Tanto si se trata de una molestia que no deja de corroerle como de un asunto que podría escalar hasta convertirse en un conflicto destructivo, abordar estos desafíos es importante.
La relación entre empleado y jefe es fundamental, acá hay tres pasos que podés dar cuando sientas que te faltan el respeto:
1. Procesá la situación
Un primer paso útil es identificar lo que siente. Esto significa reflexionar: ¿Qué estás sintiendo? ¿Qué te está provocando eso? ¿A qué le tenés miedo? Tal vez te esté irritado porque tu jefe suele subir tarde a las reuniones con vos pero parece llegar a tiempo a las demás. ¿Se debe a que te respetan menos? ¿Qué pasó con la propuesta de dotación de personal para el equipo que presentó y a la que tu jefe ni siquiera respondió? ¿Es porque se avecinan recortes?
A continuación, evaluá la situación. ¿Sería útil hablar con tu jefe sobre lo que te pasa? ¿Cuáles son los riesgos, frente al impacto de no hacer nada? ¿Cuáles podrían ser los beneficios de hablar con tu jefe?
Es posible que puedas resolverlo por sí mismo, pero también podrías beneficiarte si hay otros en tu misma situación, como un compañero de trabajo o un familiar de confianza. Armado con un mayor conocimiento de sí mismo y una apreciación de los pros y los contras de hablar con tu jefe directamente, podrá decidir si deseas mantener una conversación o si se conforma con dejarlo por ahora.
2. Preparate para la conversación
Suponiendo que decidas mantener una conversación, lo siguiente es la preparación. Esto tiene dos aspectos: prepararse uno mismo y preparar a la otra persona.
Para prepararse uno mismo, pensá en lo que querés decir. Preguntate: ¿Qué quiero transmitir? ¿Cómo puedo expresarme para que mi jefe pueda escucharme y no se convierta en alguien a la defensiva? Acá es particularmente útil encontrar un lenguaje que no juzgue. En lugar de decir "Me molestaste mucho..." probá con "Me sentí molesto por...".
Es útil tener en claro el objetivo, lo que quiere sacar de la conversación. Puede ser que quieras hablar con tu jefe sobre el impacto que su comportamiento tiene en usted, o que quieras que reconozca tu trabajo, o que desees construir una mejor relación con él en el futuro. Tener un objetivo en mente es importante porque ayuda a anclar la conversación y a centrarse en lo positivo que puede salir de ella.
La segunda fase de la preparación consiste en intentar imaginar las cosas desde la perspectiva de su jefe. ¿Cómo podría sentirse? ¿Cómo podría responder? ¿Qué podría decir o preguntar?
3. Puesta en práctica
No todas las situaciones deben abordarse directamente con la otra persona. A veces, pensarlo bien y considerar la perspectiva de tu jefe o colega puede darte una nueva perspectiva del asunto, y puedes decidir que eso es todo lo que necesitás. Otras veces, puede que sea necesario pasar a la acción. Tal vez el suceso fue significativo, o le parece un patrón de comportamiento que debe abordarse. Cada situación es única, y sólo vos sabés lo que es mejor.
Si decidís enfrentar la conversación, no hay mucho que puedas anticipar. Tu jefe puede reaccionar de un modo que vos no imaginaste, o su perspectiva puede revelar cosas que ignorabas. No podés prepararte para cualquier eventualidad, pero podés ensayar para mantener la calma, escuchar con interés y tener la mente abierta. Recordá que esta conversación será un diálogo, y que escuchar lo que tu jefe tiene para decir también arrojará luz sobre lo que les estuvo pasando a ambos.
Todo el mundo merece sentirse respetado. De hecho, los estudios demuestran que el respeto se clasificó como el comportamiento de liderazgo más importante.
Después de seguir los tres pasos anteriores, podés ir un paso más allá. Podés expresar gratitud por el hecho de que tu jefe te escuche, reconocer sus sentimientos y asumir la responsabilidad por cualquier papel que desempeñó en la tensión de su relación. Al modelar comportamientos respetuosos, podés mostrarte como un líder, lo que te dará sus propias recompensas.