Cómo convertirte en un CEO "todoterreno" y triunfar en 2025
Liderar en 2025 exigirá visión multidisciplinaria, adaptabilidad y la capacidad de conectar ideas en un mundo impulsado por la IA.

La vida está llena de oportunidades por explorar, si tan solo nos atreviéramos a sumergirnos en ellas. Como solía decir Yogi Berra, con su particular lucidez: "Es difícil hacer predicciones, especialmente sobre el futuro".

Sin embargo, a veces las señales son claras y están a la vista de todos. Para la próxima generación de directores ejecutivos, el mensaje es inequívoco: la clave del éxito radica en la capacidad de adaptación y en una visión amplia del conocimiento.

Atrás quedaron los tiempos en los que basar una carrera profesional en la especialización dentro de un único ámbito garantizaba el liderazgo eficaz de una organización. Hoy, los líderes deben adoptar con urgencia un enfoque multidisciplinario, capaz no solo de derribar silos, sino también de propiciar el intercambio de ideas entre ellos. De lo contrario, corren el riesgo de quedar rezagados.

Si esto parece una paradoja, no es extraño.

Como nos enseñó Malcolm Gladwell, invertir las célebres 10.000 horas en una disciplina es un paso crucial para la maestría. De la misma manera, el concepto de grit (determinación) propuesto por Angela Duckworth sigue siendo relevante: el compromiso, la dedicación y la capacidad de afrontar desafíos difíciles aún son fundamentales.

No obstante, el paradigma cambió. Si bien el conocimiento profundo en un área sigue siendo esencial para el éxito, ya no es suficiente. Hoy, la clave reside en la capacidad de integrar distintas perspectivas, adaptarse con rapidez y desafiar los límites del saber tradicional.

En el 2025 de Sam Altman, el éxito transformador no se logra únicamente recorriendo un único camino de 10.000 horas, sino transitando múltiples trayectorias en paralelo. Al igual que el agua que fluye en un arrozal, las bases del éxito en el año entrante se construirán sobre el dominio simultáneo de diversas disciplinas, fluyendo hacia donde se presenten mayores oportunidades.

Los directores ejecutivos que se atreven a salir de su zona de confort e integran conocimientos de distintos campos tienen muchas más probabilidades de prosperar en un mundo en constante cambio. Por eso, el concepto de alcance resulta clave para el liderazgo en 2025. La pregunta es: ¿cómo cultivarlo?

 

La IA impone una nueva realidad para los directores ejecutivos

La evolución del trabajo moderno no es un fenómeno nuevo. De hecho, las descripciones de los puestos actuales ya difieren significativamente de lo que eran hace apenas una década.

Hoy, las empresas demandan profesionales capaces de alternar entre análisis de marketing, gestión de marca y comunicación digital en el transcurso de un solo día, una exigencia que habría sido impensable hace algunos años. Lo que antes requería la intervención de varios especialistas altamente capacitados, ahora suele recaer en un solo rol, reflejando una transformación estructural más amplia: el trabajo dejó de ser lineal, una realidad que impacta especialmente en la figura del CEO.

Sí, la famosa fábrica de alfileres de Adam Smith sigue ofreciendo lecciones valiosas sobre eficiencia y especialización. Sin embargo, la inteligencia artificial está reconfigurando esa ecuación en dos aspectos fundamentales.

En primer lugar, la IA hizo que el conocimiento especializado sea más accesible y menos escaso, reduciendo el valor de su dominio exclusivo a lo largo del tiempo.

Lo que a un individuo le lleva años aprender, la inteligencia artificial puede procesarlo en cuestión de segundos. Herramientas como los grandes modelos de lenguaje y la IA generativa (Gen-AI) son capaces de analizar datos complejos con velocidad vertiginosa y sintetizar investigaciones de nicho que, en otros tiempos, habrían demandado meses de trabajo a equipos especializados.

Es cierto que, hoy en día, la precisión de estas herramientas no es perfecta y la calidad de los resultados depende en gran medida de la calidad de las indicaciones y del encadenamiento de comandos. Sin embargo, quien crea que llegaremos al final de 2025 sin una IA capaz de igualar la experiencia de profesionales de negocios altamente especializados, "tengo un puente para venderle".

Pero la revolución no termina ahí. La IA no solo democratiza el acceso al conocimiento especializado, sino que también amplifica nuestra capacidad de ejecución. Cada persona se convierte en una potencia de acción potencial, siempre que sepa cómo utilizar la información disponible de manera estratégica.

Y es precisamente aquí donde cobra relevancia la necesidad de desarrollar una comprensión amplia del mundo, los negocios y el entorno. Invertir 10.000 horas en cavar un pozo de diez millas puede llevarte a encontrar oro, pero también puede hacerte perder de vista las oportunidades que existen a solo unos metros de distancia. Abrazar lo posible adyacente es clave.

Para los líderes, esto significa adoptar una perspectiva más amplia y multidisciplinaria. En lugar de profundizar sin cesar en una única especialización, los directores ejecutivos deben aprender a identificar y evaluar múltiples oportunidades, dirigiendo a sus equipos hacia los puntos estratégicos donde conviene perforar.

Como consecuencia de esta nueva realidad, el rol del CEO está evolucionando. Ya no se trata únicamente de dirigir una empresa en términos tradicionales, sino de convertirse en un coordinador, un facilitador y un conector de ideas, talentos y oportunidades.

Ejemplos de esta transformación ya pueden verse en figuras como Jeff Bezos, Elon Musk y Mark Cuban, quienes aprovecharon su conocimiento central para incursionar en industrias dispares, desde la exploración espacial hasta la biotecnología y los productos farmacéuticos.

Ya sea excavando túneles bajo grandes ciudades o impulsando la inteligencia artificial en el sector de la salud, estos líderes demostraron que el éxito no depende de una única habilidad profundamente especializada, sino de la capacidad de capitalizar el conocimiento en distintos dominios y conectar puntos aparentemente distantes.

En definitiva, el día a día de un CEO debe evolucionar del clásico "yo dirijo esta empresa" al más amplio "soy el pastor de esta empresa". Guiar a su equipo con eficacia exige mucho más que un conocimiento técnico o una experiencia profunda en un solo campo; requiere una visión estratégica que le permita saber dónde pastar y cuándo avanzar.

 

¿Cómo pueden los directores ejecutivos expandir su alcance?

¿Cómo puede un director ejecutivo, inmerso en un sinfín de responsabilidades, cultivar intencionalmente una visión amplia sin sacrificar los beneficios de la concentración y la determinación?

Contrario a lo que se suele creer, desarrollar un enfoque más abarcador no implica dispersar esfuerzos de manera caótica. Tener un amplio alcance no significa carecer de enfoque o compromiso.

En cambio, es útil concebirlo como el arte de cultivar una serie de debilidades intelectuales, análogas a aquellas debilidades sociales que, en ciertas circunstancias, pueden generar resultados extraordinarios.

En su expresión más simple, esto implica darse permiso para explorar brevemente temas intrigantes, aventurarse en proyectos paralelos que quizá no prometan un retorno inmediato de la inversión, pero que podrían ser la semilla de una innovación futura, y, simplemente, "entusiasmarse" con una idea hasta que surja el impulso de pasar a otra.

Aceptar el cambio de mentalidad: de un propósito limitado a una pasión intelectual amplia

Es momento de considerar la diversidad de intereses como un activo y no como una traición a la experiencia principal de cada líder.

El concepto de tenacidad propuesto por Angela Duckworth resalta la importancia del compromiso sostenido. Sin embargo, si se lo interpreta de manera demasiado rígida, se corre el riesgo de limitar el desarrollo profesional. En cambio, ese compromiso puede extenderse a una cartera de intereses diversos, cada uno de los cuales contribuye a enriquecer la perspicacia general para el liderazgo.

La clave está en analizar cómo la experiencia principal interactúa con los nuevos campos que se exploran y en atreverse a incursionar en áreas completamente desconocidas.

Después de todo, así es como aprendemos y crecemos.

Ampliar el horizonte intelectual

Curar listas de lectura diversificadas

Leer en profundidad es valioso, pero leer con amplitud lo es igualmente. La clave está en combinar publicaciones académicas, relatos históricos, biografías de pioneros y artículos de líderes de opinión contemporáneos. Al exponer la mente a múltiples perspectivas, se multiplican las posibilidades de hacer conexiones inesperadas, esas que pueden revelar oportunidades que otros aún no detectaron

Prepararse para colaboraciones inesperadas

Los silos existen porque los construimos nosotros mismos. Romper ese ciclo y salir de la burbuja profesional requiere un esfuerzo consciente: comprometerse a dialogar con colegas de departamentos o disciplinas completamente distintas.

Hacer preguntas clave puede abrir puertas inesperadas: ¿Cómo funcionan sus procesos? ¿Cuáles son sus mayores desafíos? ¿Qué innovaciones los entusiasman?

De estas conversaciones pueden surgir herramientas, enfoques o aplicaciones novedosas que encajen de manera perfecta en el propio ámbito de trabajo.

Cultivar vínculos intelectuales débiles a través de proyectos paralelos

No todo debe generar un retorno inmediato de la inversión ni necesariamente escalar hasta convertirse en una ventaja competitiva. Aprender a pintar o a programar, inscribirse en un curso de psicología en línea o estudiar un nuevo idioma son actividades que, aunque parezcan ajenas al mundo de los negocios, pueden reconfigurar la forma de pensar y abrir nuevas perspectivas.

Para un director ejecutivo, esta plasticidad mental puede marcar la diferencia entre una mejora incremental y una innovación revolucionaria.

Adoptar una mentalidad Tema+

Al evaluar sus habilidades actuales—ya sea en marketing, ingeniería de software o economía—preguntate: ¿cuál es el componente "+" que podría catapultarme más allá de las aplicaciones obvias?

La clave está en identificar áreas periféricas que nutren su especialización. Por ejemplo, un ingeniero de software podría beneficiarse del pensamiento de diseño, un economista de la ciencia de datos, y un líder de negocios de la psicología conductual. Dedicar tiempo a aprender al menos los fundamentos de estas disciplinas expande la capacidad de análisis y fomenta la innovación.

La variedad como hábito

En esencia, la variedad no es más que un hábito de curiosidad intelectual sumado a una exposición selectiva a nuevas ideas. No se trata de ser un experto de talla mundial en todos los campos—ni siquiera sería deseable—sino de alcanzar un nivel de comprensión suficiente en distintas áreas para detectar sinergias y ampliar la visión estratégica.

Con la inteligencia artificial como aliada, el conocimiento ya no es una barrera insalvable. A menudo, basta con una ligera idea del primer paso a dar para sorprenderse con lo lejos que se puede llegar.

 

Nota publicada en Forbes US.