El liderazgo es complicado y complejo, lo que facilita que los líderes bien intencionados actúen de manera que tengan un impacto negativo no deseado en aquellos a quienes lideran. La mayoría de los líderes quieren hacer lo correcto para los miembros de su equipo y la organización, pero como dice el viejo refrán, “el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones”.
Uno de los desafíos importantes del liderazgo es que las acciones bien intencionadas pueden afectar negativamente el rendimiento y el bienestar de su equipo.
Las buenas intenciones de un líder pueden promover comportamientos que parecen buenos "en el momento", pero que terminan teniendo consecuencias negativas a largo plazo. Comprender cómo las buenas intenciones pueden causar errores no deseados pero costosos ayuda a los líderes a evitar estos cuatro riesgos comunes.
Demasiada empatía
La empatía es la capacidad de comprender y compartir los sentimientos del otro. Las investigaciones confirman que la forma más eficaz de aumentar la confianza es demostrar el deseo de comprender las perspectivas y necesidades de los demás.
La capacidad de demostrar una empatía saludable es fundamental para un liderazgo eficaz. Como todas las fortalezas y hábitos, hay consecuencias negativas por expresar demasiada empatía o el tipo incorrecto de empatía.
Los líderes deben tomar constantemente decisiones difíciles para que sus organizaciones se mantengan al día con el rápido ritmo de cambio y satisfagan las demandas de las partes interesadas.
Los líderes demasiado empáticos pueden perder la capacidad de saber lo que quieren o necesitan hacer para servir al bien mayor de la organización. Paul Bloom comparte en su libro Contra la empatía que la empatía tiene el poder de dañar el juicio y puede conducir a una mala toma de decisiones en los negocios.
Bloom dice que "los líderes empresariales deben poder equilibrar lo que es mejor para toda la organización con ser amables y considerados con los empleados individuales". Demasiado enfoque en la empatía puede dejar a los líderes emocionalmente agotados y perjudicar su capacidad para desempeñar sus funciones de manera efectiva.
La empatía saludable de un líder les permite tomarse el tiempo para aprender sobre las perspectivas, los desafíos y las metas de los demás para que puedan tomar mejores decisiones para el bien común. El arte de la empatía requiere que los líderes presten atención a las necesidades de los demás sin sacrificar sus propias necesidades.
Desde una perspectiva de liderazgo, es esencial comprender cómo equilibrar la empatía y la toma de decisiones difíciles que sirvan al bien general de su equipo y organización.
Incapacidad de decir no
En nuestro mundo ajetreado y complejo, los líderes a menudo traerán la mentalidad de que todo es de importancia crítica y merece la máxima prioridad. La desafortunada verdad con esta mentalidad es que, si todo es una prioridad, entonces nada es una prioridad.
Un líder debe sentirse empoderado y aprender a decir “no” o retroceder contra la inevitable avalancha de actividades urgentes que roban energía y desvían la atención de lograr sus prioridades más importantes.
Esto no significa que el líder no responda a las solicitudes urgentes, simplemente significa que no lo hacen a expensas de sus actividades más importantes y significativas. Los líderes deben responder a las solicitudes urgentes, pero no a costa de avanzar hacia sus objetivos más importantes.
Desafíos de los empleados propietarios
Con demasiada frecuencia, cuando los empleados se acercan a los líderes con desafíos o problemas comunes, el líder inmediatamente asumirá y resolverá el desafío del empleado por ellos.
Todos hemos visto líderes apasionados que se convencen a sí mismos de que el fin justifica los medios. Con las siguientes declaraciones, los líderes a menudo racionalizarán por qué necesitan ser los “principales solucionadores de problemas” de sus equipos.
- Ya sé la respuesta “correcta”.
- Es más fácil darles la solución.
- No lo harán tan bien como yo.
- A menudo, los demás no siguen como yo espero.
El artículo de Harvard Business Review Management time, whose got the monkey ilustra este desafío de liderazgo en curso al definir el problema que un empleado lleva a su líder como "el mono".
Cuando un líder toma la iniciativa para resolver los desafíos o problemas de sus empleados, le ha quitado la responsabilidad al empleado y ahora es dueño de la responsabilidad (el mono se movió de la espalda del empleado y ahora está sobre la espalda del líder).
Los líderes efectivos han aprendido a dejar que sus empleados asuman la responsabilidad de resolver sus problemas actuales a través de la delegación y el entrenamiento efectivos. Esto le permite al líder enfocarse en las áreas estratégicas de construir cultura, establecer prioridades, construir relaciones clave, desarrollar empleados, innovar y crear eficiencias.
No establecer una responsabilidad clara
La rendición de cuentas a menudo tiene una mala reputación porque a los empleados les preocupa que los líderes los juzguen injustamente si no cumplen con las expectativas. Los líderes también suelen suponer que la forma en que ven las metas, los roles, los plazos y los resultados de su equipo es obvia porque es obvio para ellos.
El deseo de no ser visto como controlador y la suposición de claridad a menudo crean un ambiente de equipo donde los empleados tienen una comprensión poco clara de la responsabilidad de cómo se debe hacer el trabajo.
Para que los empleados confíen verdaderamente en un líder, deben creer que el líder puede ayudarlos a ellos y a su equipo a hacer el trabajo. La verdad es que establecer una cultura de responsabilidad es una de las cosas más empáticas que un líder puede hacer por el desempeño y el bienestar de sus empleados.
*Nota publicada en Forbes US