Silvia Uranga es la directora General de la Fundación Pescar, una organización enfocada en la promoción de la educación y el empleo, cuya misión es empoderar a jóvenes y adultos en situación de vulnerabilidad social y bajos recursos, brindándoles herramientas y habilidades necesarias para su inserción en el mercado laboral y su desarrollo integral. En las dos décadas que lleva la fundación -nació en 2003 de la mano de Uranga, Edgardo Palmero y Eduardo Novillo Astrada, junto a la Universidad del Salvador y la Asociación Conciencia, inspirados en el ejemplo de la Fundação Projeto Pescar Brasil- participaron más de 108.000 personas en sus programas, con un 83% de inserción laboral y un 91% de egresados que estudia y/o trabaja. Su enfoque es integral, con una combinación de educación de calidad, capacitación técnica y desarrollo de habilidades socioemocionales.
Uranga tiene trayectoria en organizaciones no gubernamentales. Trabajó muchos años para Misiones Rurales Argentinas, en la que abrió y dirigió la sede de Salta. Después, estuvo 27 años en Conciencia. Y de ahí surgió la posibilidad de iniciar el trabajo de la Fundación Pescar. La vida me llevó a ser voluntaria y trabajar en este tipo de organización, dice Uranga.
Y agrega: Lo que me pareció más importante de Pescar es que tenía una metodología ya probada y que es fundamental para la inclusión social y laboral: capacitación y al mismo tiempo atender a la vulnerabilidad económica con herramientas reales no solo de inclusión social, sino laboral. ¿Qué tenía esa metodología? Una vez que hay empresa que financia el curso, se hace una convocatoria que tiene que ser explícita en lo que vas a hacer, pero al mismo tiempo es libre, o sea todo el mundo se anota en base a llenar un formulario y que concuerde con lo que se va a expresar ahí. Después, al pasar por diferentes entrevistas hasta quedar el grupo conformado, se va generando una responsabilidad y un aprecio por lo que va a hacer. Un compromiso también, porque son 6 meses; la mitad de la formación es todo lo que hace a las habilidades socioemocionales y después en base a las unidades de negocio que tiene la empresa, completa Uranga.
Así, Pescar les da a las personas las herramientas para que puedan defenderse en la sociedad y tengan las herramientas básicas para salir a buscar trabajo. No es que les enseñamos un oficio específico, sino que les abrimos la mente para que ellos vean su futuro, distingue Uranga. Todos los Centros Pescar tienen un orientador que acompaña a los participantes en la formación personal y técnico-profesional. Una vez que terminan con el programa, hay otro acompañamiento de al menos dos años, con tutorías, búsquedas de empleo y becas de estudio. El seguimiento, dice Uranga, es muy importante, muy profundo y muy comprometido. Es que, según explica, cada 8 minutos un estudiante abandona la secundaria.
En los últimos años, Pescar observó un aumento significativo en la cantidad de personas que se inscriben para formar parte de sus programas de capacitación. Esta alta demanda refleja la necesidad urgente de formación y desarrollo en la comunidad, especialmente entre aquellos que buscan mejorar sus oportunidades laborales y construir un futuro más prometedor. Los centros acompañan a jóvenes de 17 a 29 años, en diferentes grupos, a los que se suma uno con foco específico en mujeres, llamado Mujeres Protagonistas, además de programas especiales con empresas. También acompañamos para que la inserción laboral sea digna. A nuestros jóvenes se les exige mucho, pero viven en situaciones con muchas desventajas. Es importante que eso esté considerado en la inserción laboral, dice Uranga.
La educación es fundamental y en Argentina decayó mucho. Tenemos un secundario que tiene poco que ver con el mundo del trabajo y las realidades a las que se enfrenta un joven cuando sale del colegio. Es muy importante que los docentes entiendan esto, que se les pague bien y tengan premios por su capacitación, pero al mismo tiempo que se los mida por resultados -reflexiona Uranga-. A veces las demandas del mercado van por un lado y la educación va por otro. Pero también hay que abrirles las cabezas a los jóvenes, porque hay que capacitarse y reinventarse todo el tiempo.
A pesar de la gran cantidad de interesados, la Fundación se enfrenta al desafío de no poder recibir a todos los solicitantes debido a la limitación de cupos disponibles. Cada año, miles de jóvenes quedan en lista de espera, lo cual subraya la necesidad de ampliar la capacidad de los programas para poder ofrecer más oportunidades a quienes las necesitan. De hecho, para las 220 personas que están en capacitación este año, hubo 6.900 anotados.
Para superar esta limitación, la Fundación Pescar hace un llamado a más empresas, organizaciones y entidades gubernamentales a unirse a su causa y aumentar la cantidad de vacantes disponibles en los programas de capacitación. Mediante alianzas estratégicas, es posible proporcionar más recursos y oportunidades para que más jóvenes y adultos puedan acceder a la educación y la capacitación laboral. El 99% de la financiación es a través del aporte de empresas. Con los Gobiernos, son relaciones puntuales: Participamos del primer bono de impacto social de CABA. Tuvimos en algún momento capacitaciones con el Ministerio de Desarrollo Social de CABA, y los gobiernos de Córdoba y Salta. Dentro de las alianzas con compañías como L'Oréal, J.P. Morgan, Disney o Corteva, entre otras, los empleados de estas organizaciones se suman como mentores y capacitadores.